Un proceso mediante el que se ahorra energía utiliza el calor gratuito para desalinizar el agua.
Una startup canadiense ha construido una planta piloto de desalinización en Vancouver que utiliza un cuarto de la energía que usan las plantas convencionales para eliminar la sal del agua marina. El proceso se basa en unos grados de concentración, y la tendencia natural del sodio y los iones de cloruro—los componentes principales de la sal—para fluir desde concentraciones salinas más altas a otras más bajas. Si el sistema logra escalarse podría ofrecer una forma más barata de llevar el agua potable a las regiones más sedientas del planeta, y al mismo tiempo producir una huella de carbono más baja que otros métodos de desalinización.
“Lo hemos llevado desde un prototipo ‘benchtop’ hasta una planta piloto de agua marina totalmente funcional,” afirma el inventor Ben Sparrow, un ingeniero mecánico que estableció Saltworks Technology en 2008 para comercializar el proceso. “La planta funciona actualmente con agua marina real, y estamos en la fase final de expansión hacia los 1.000 litros diarios.”
Hoy día la mayoría de las plantas de desalinización están basadas en dos métodos. Uno es la destilación a través del ciclo de evaporación-condensación, y el otro son las membranas de filtrado a través de la osmosis inversa. Ambas opciones son caras y requieren el uso de mucha energía.
Saltworks toma un enfoque totalmente distinto basado en los principios del intercambio iónico. El proceso comienza con la creación de una reserva de agua marina que se evapora hasta que su concentración de sal sube de un 3,5 por ciento hasta un 18 por ciento o más.
La evaporación se hace de una de dos formas: o bien el agua marina es pulverizada en un estanque poco profundo expuesto a la luz del sol y el aire de ambiente seco, o el agua marina se guarda en una torre de gran tamaño expuesta a calor residual procedente de una instalación industrial vecina. El segundo método se usa en la planta a escala comercial. Después el agua concentrada se bombea a baja presión dentro de la unidad de desalinización de la compañía junto a tres flujos distintos de agua marina corriente. En este punto, la parte del proceso que requiere más energía ya ha terminado.
Dentro de la unidad de desalinización, que en la planta piloto es del tamaño de un horno microondas, unos abrevaderos de poliestireno especialmente tratados conectan dos de los flujos de agua marina corrientes al flujo altamente concentrado. Los iones positivos (mayormente sodio) y los iones negativos (mayormente cloruro) corren mediante un proceso de difusión a lo largo del poliestireno, que ha sido tratado químicamente para manipular ciertos iones en concreto, desde el flujo concentrado hasta los otros más débiles. Un abrevadero está tratado para sólo dejar pasar iones con carga positiva, mientras que el otro puente sólo permite que pasen los de carga negativa. Sin embargo ambos permiten que pasen otros iones en el agua marina, incluyendo el magnesio, el calcio, el sulfato y los iones de bromo. “Los negativos flujen juntos en una dirección, y los positivos en otra,” señala Sparrow.
Los dos flujos corrientes—uno de los cuales ahora tiene una sobrecarga de iones positivos y el otro de iones negativos—también se conectan con el tercer flujo de agua marina, que es el objetivo de la purificación final. Los dos flujos desiquilibrados tienen como objetivo volver a equilibrarse, por lo que en esencia forman tiras a lo largo del tercer flujo de iones completamente positivos y completamente negativos. El resultado final es un agua desionizada que sólo requiere un tipo de cloración básica o tratamiento ultravioleta antes de que se pueda enviar a las casas o negocios.
Sparrow, que también es director general de Sparrow, afirma que el proceso utiliza bombas de baja presión para hacer circular el agua, lo que significa que se pueden usar tuberías de plástico de bajo peso en vez de acero resistente a la corrosión. El cofundador de Saltworks y presidente Joshua Zoshi afirma que escalar el sistema debería ser sencillo puesto que los plásticos y los componentes químicos seleccionadores de iones que se utilizan son abundantes y baratos. “Nuestro próximo paso es relacionarnos con la industria y trabajar con clientes potenciales para hacer que la tecnología salga ahí fuera,” afirma Zoshi.
Gran parte de la financiación de la investigación y la planta piloto a día de hoy ha sido proporcionada por el Consejo de Investigación Nacional de Canadá, B.C. Hydro’s Powertech Labs y Sustainable Development Technology Canada, una agencia federal que apoya el desarrollo de tecnología limpia a través de subvenciones.
Rick Whittaker, director tecnológico de SDTC, afirma que la compañía tiene unas probabilidades de éxito razonables puesto que la ciencia en la que se apoya es sólida y el método está basado mayormente en la integración creativa de tecnologías ya existentes. “Existe un riesgo técnico,” afirma Whittaker. “Pero tenemos mucha confianza en que podemos escalar el proyecto.”