Cambio Climático
"Si las ciudades producen el 70% de los gases de efecto invernadero, también tienen las soluciones"
La coordinadora del primer Foro de Ciudades Bajas en Carbono, Juliana Gutiérrez, destaca las pequeñas acciones locales como herramienta para promover el desarrollo y luchar contra el cambio climático
Ya sea en pequeñas urbes o grandes metrópolis, más del 50 % de la población mundial vive en ciudades. La urbanización se asocia a desarrollo y riqueza, pero también a nuevas amenazas. Hasta un 70% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero proceden de las ciudades, según La Organización de las Naciones Unidas (ONU). El transporte, la generación de energía, el tratamiento de residuos y sobre todo la manera en que se planifica y construye una ciudad se han convertido en áreas críticas para la lucha contra el cambio climático.
Días antes de la publicación de la Nueva Agenda Urbana (Habitat III) de la ONU, el primer Foro de Ciudades Bajas en Carbono hizo su alegato particular por las "soluciones colectivas" que pueden nacer en las urbes. El encuentro, que tuvo lugar en Medellín (Colombia) entre los pasados 10 y 12 de octubre, reunió a más de 100 ponentes para debatir sobre temas como economía circular y energías renovables desde la perspectiva de las ciudades.
Surgido tras el Acuerdo de París (Francia) de la COP21 y seleccionado por el Climate CoLab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos), el Foro de Ciudades Bajas en Carbono es para su coordinadora, Juliana Gutiérrez, "un movimiento mundial liderado por ciudadanos que busca posicionar en la agenda pública la importancia de las ciudades y los ciudadanos para mitigar el cambio climático".
¿Qué papel juegan las ciudades en la lucha contra el cambio climático?
En las ciudades se produce el 70% de los gases de efecto invernadero. Si es en las ciudades donde se produce, también es ahí donde están las soluciones. Hay que buscarlas a nivel sectorial: en energía, residuos, transporte, urbanismo, etcétera. Además, en Latinoamérica tenemos el reto de ser una de las zonas que más rápido se está urbanizando. Aunque no somos la región que más aporta a las emisiones globales, sí que seremos de las que más tendremos que adaptarnos [al cambio climático]. Tendremos más vulnerabilidades, más población, en riesgo, más inundaciones. Es un doble reto. Necesitamos buscar el equilibrio entre el crecimiento económico y la lucha contra el cambio climático.
Sin embargo su principal llamamiento está dirigido a los ciudadanos
El tecnicismo con el que se habla de cambio climático siempre ha estado asociado a temas científicos. El ciudadano común no entiende qué es. Cree que es un efecto aislado que solucionan los gobernantes, que no tiene que ver con el día a día de una persona. Queremos articular el trabajo de diferentes actores en una red y mostrar que el cambio climático se puede abordar de otra manera.
Nuestro mensaje es que todos podemos ser parte de la solución. Los ciudadanos también podemos actuar, por ejemplo en cómo nos desplazamos y consumimos.
También destacan la participación de empresas e instituciones. ¿Cómo plantean esa relación?
Haber logrado que en el foro hubiera organismos internacionales, alcaldes y directores de empresa ha sido importante. Lograr sentar en un diálogo a todos los sectores, muchos de los cuales desconocían ciertas soluciones, es un primer paso de todos los que hay que dar.
Aquí [en Medellín] tenemos varias iniciativas lideradas por la ciudadanía en temas como el tratamiento de residuos. ¿Cuál es nuestra visión? Que antes de pertenecer al sector público, al privado o a fundaciones, todos somos ciudadanos. Antes de que un presidente de una compañía sea presidente de una compañía, es ciudadano. Cuanta más gente esté sensibilizada con el tema, más podremos acercarnos a pequeños cambios que puedan trascender en algún momento.
No obstante, todo apunta a que será imposible luchar contra el cambio climático sin la participación de la tecnología y grandes instituciones.
Cuando hablamos de una ciudad baja en carbono, en Europa hay unos referentes interesantes de ciudades con planes muy ambiciosos de descarbonización y recursos, tecnología y financiación para hacerlo. Pero en el contexto latinoamericano, y me atrevería a hablar de ciudades del sudeste asiático o africanas, es mucho más complejo. No solo tenemos que hablar de descarbonización, también de proyectos de desarrollo. Tenemos que solucionar necesidades básicas. No podemos dedicarnos solo a la descarbonización. Son retos conjuntos.
Una ciudad baja en emisiones, si somos sinceros, es una utopía en nuestro contexto. Pero si se lleva ese concepto a una escala más pequeña, al barrio o la cuadra, el cambio es más factible que en la ciudad. Si una cuadra lograr ser baja en emisiones, otras podrán replicarla. Yo no serían tan ambiciosa como para plantear una ciudad baja en carbono, pero sí una cuadra baja en emisiones. Por eso buscamos proyectos que se construyan con la comunidad.
Foto: El principal objetivo de la red de ciudades bajas en carbono es sensibilizar a los ciudadanos frente al cambio climático a través de diferentes acciones. En la imagen, una exposición en Medellín (Colombia). Crédito: Low Carbon City Forum.
¿Cuáles son esos proyectos?
Un ejemplo es un proyecto aquí en Medellín se llama Del Techo y promueve la seguridad alimentaria y la agricultura urbana con huertas acuapónicas en las azoteas de los edificios. Solucionan un problema de cobertura vegetal y otro alimentario.
Tenemos otro proyecto con biocomposteras. Aquí [en Medellín] tenemos un problema enorme porque no separamos correctamente los residuos y todos van al relleno sanitario. Un grupo de vecinos de un barrio separa los residuos orgánicos y en un parque han creado una biocompostera con la que alimentan las plantas. Es obvio que son pequeñas contribuciones. No van a solucionar el cambio climático, pero para lograr ciudades bajas en carbono necesitamos ciudadanos bajos en carbono.
Ha destacado la sensibilización como un aspecto fundamental del programa. ¿Cómo cree que ha evolucionado la conciencia respecto al cambio climático?
Aunque falta todavía mucha labor de concienciación y educación, cada vez hay más personas e instituciones conscientes de su gravedad. La cada vez mayor evidencia científica ha despertado el interés. Asimismo, las empresas, sobre todo las que dependen de recursos naturales, saben que si no hacen algo sus negocios están condenados a desaparecer. La conciencia está llegando a todos los niveles. También a las políticas públicas. Si en algún lugar algo funciona bien, el resto de políticas lo copian y adaptan. Pero estamos abordando un reto para el que nadie tiene la solución. Sabemos que no podemos dejar que la temperatura suba dos grados, pero nadie tiene la fórmula para evitarlo.