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Cambio Climático

Las ciudades del mañana cambian el coche por el peatón

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El camino hacia urbes más sostenibles no pasa solo por atiborrarlas de tecnología sino en pensar cómo replantear el espacio urbano y la movilidad para hacerlas más accesibles

  • por José Carlos Sánchez | traducido por
  • 28 Abril, 2017

La literatura, el cine y las predicciones de muchos gurús tecnológicos han provocado que cuando uno piensa en la ciudad del futuro se la imagine plagada de coches voladores, edificios que se adaptan al clima y sensores que miden cada movimiento de los ciudadanos. Aunque ese escenario podría llegar algún día, la realidad más inmediata de las ciudades del futuro, las que aspiran ser más sostenibles y lograr el título de smart cities, no se basa en una transformación tan revolucionaria, sino en cambios más cotidianos. Frente a la modernización tecnológica, uno de los enfoques dominantes consiste en repensar los espacios mediante la replanificación del transporte y el uso del suelo.

Esto es justo lo que propone el proyecto Supermanzanas de Barcelona (España). Este término consiste en crear "una unidad urbana mayor que una manzana de casas, pero más pequeña que un barrio", según la propia descripción del proyecto. De esta forma, las actuales manzanas del Ensanche de la Ciudad Condal pasarían a agruparse en núcleos de nueve, lo que daría como resultado unidades urbanas de unos 160.000 metros cuadrados. Dentro de ellas, los coches quedarían prácticamente desterrados, ya que el acceso estaría limitado a residentes que solo podrían circular a un máximo de 10 kilómetros/hora. Según datos de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, la superficie que la ciudad dedica a movilidad se reduciría en un 45%, pasando de 1.483,6 hectáreas a 815 hectáreas.

Es un proyecto ambicioso, dado que la carretera es hoy la superficie más privilegiada de las urbes. Los vehículos las dominan y las personas pulsan un botón para cruzar la calle. En España, según datos de la Dirección General de Tráfico, 31.389.683 de vehículos formaban el parque móvil del país en 2015, de los que el 71,11% eran turismos. Y según recoge el informe de Naciones Unidas Planificación y Diseño de una Movilidad Urbana Sostenible, "en 2010, había 825 millones de vehículos de pasajeros en todo el mundo" y "se prevé que el número de vehículos ligeros de motor aumente hasta los 1.600 millones de unidades en 2035 y más de 2.100 millones en el año 2050".

Frente a esta epidemia de coches, las supermanzanas buscan el efecto contrario. "No tienen que tirar ni una casa, ni un edificio; y en cambio transformarán radicalmente la ciudad", según explicó el director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona e impulsor de la iniciativa, Luis Rueda, en una entrevista con el Banco Interamericano de Desarrollo. Según sus palabras, este proyecto conseguirá "que los peatones dejen de serlo para convertirse en ciudadanos. Podrán andar, naturalmente, sobre todo. Pero además podrán jugar, podrán divertirse, podrán estar haciendo nada si no quieren".

La idea del proyecto nació a principios de la década de 1990, pero ha sido durante 2016 cuando más se ha impulsado. La propuesta, que ha despertado la curiosidad de medios internacionales como The New York Times y The Guardian, se extenderá en su primera fase hasta 2019, cuando se evalúen indicadores como la polución y las actividades ciudadanas generadas.

Para que los ciudadanos disfruten al máximo de esta nueva concepción del espacio urbano, también será necesario que cambien su visión de las calles. En el caso de Barcelona, y según publica The New York Times, varios residentes muestran dudas y señalan problemas como la desaparición del aparcamiento y el impacto económico en los negocios. En el mismo reportaje, el presidente del Real Automóvil Club de Cataluña, Josep Mateu, considera que limitar el tráfico en la ciudad provocaría una mayor congestión viaria y por tanto más polución. Argumentos comunes ante cualquier propuesta de peatonalización, pero que en la mayor parte de los casos caen ante la aceptación de los cambios y  el Ayuntamiento defiende el caso de éxito de la ya existente desde hace años supermanzana del barrio de Gràcia.

Recuperar la ciudad a pedales

El cambio por tanto no es derruir y reconstruir la ciudad, sino generar en ella un nuevo modelo de movilidad. Además de la propia planificación urbana, iniciativas en apariencia tan simples como la de Metrominuto en Pontevedra (España), donde un mapa con la estética de un plano de metro indica las distancias y el tiempo que se tarda a pie en recorrerlas, se han revelado como una buena forma de empoderar al peatón. Semanas de la Movilidad, Días sin Automóviles… todas son formas de comunicar que hay que buscar alternativas al vehículo privado, sobre todo cuando algunas de las grandes capitales del mundo planean prohibir los coches diésel en 2025.

Y es que a pesar del desarrollo de los vehículos autónomos y la previsible expansión de los coches eléctricos, poner un robot al volante no tiene por qué reducir los atascos. Del mismo modo, fomentar los coches eléctricos reduciría la polución, pero no necesariamente mejoraría la movilidad, sobre todo si se mantiene la infraocupación de los mismos. Por ello, otra de las estrategias para devolver la ciudad a los peatones puede venir a pedales, y para ello, la tecnología es el gran as en la manga.

En Argentina, el Innovador menor de 35 Argentina y Uruguay 2016 de MIT Technology Review en español Lucas Toledo pretende "hacer de las bicicletas eléctricas el próximo iPhone" para contribuir a su popularización. Según explicó a MIT Technology Review en español, para él, parte del problema con las bicicletas es que "hoy en día la gente no se siente identificada con un vehículo que apenas ha cambiado desde su nacimiento". Dotadas con un motor eléctrico, un mecanismo de plegado y sincronizadas con el Smartphone para poder bloquearlas, "Gi FlyBike es el resultado de adaptar la bicicleta a las expectativas del consumidor moderno", indica. El proyecto Superpedestrian, avalado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (EEUU), va más allá y pretende, convertir cualquier bicicleta en una eléctrica e inteligente con tan solo cambiar una rueda.

Puede que no sean conceptos nuevos, pero tanto las supermanzanas como las bicicletas están empezando a liderar el cambio hacia las ciudades del futuro. Aunque todavía no sean todo lo inteligentes que cabría esperar, avanzan poco a poco. Y por su parte, la tecnología tampoco se está quedando atrás. Así van surgiendo iniciativas para optimizar más las ciudades gracias a los datos y sensores. Puede que las grandes ciudades hipertecnológicas aún estén algo lejos, pero el cambio está llegando, ya sea a pedales o andando por unas aceras por las que el ciudadano pueda pasear tranquilamente.

*Este artículo se publicó originalmente en el Blog de Innovación de Sacyr el 01/03/2017

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