Cambio Climático
Los árboles y el césped pueden convertirse en la nueva arma contra el cambio climático
Utilizar la biomasa para capturar dióxido de carbono atmósférico parece una buena idea, pero hay varias cuestiones en el aire que una serie de nuevos estudios intentarán contestar para comprobar la viabilidad de la estrategia
¿Podemos utilizar árboles y otras plantas como arma en la lucha contra el cambio climático? La vegetación de la Tierra tiene una capacidad natural para capturar carbono del aire, así que varios estudios en curso intentan analizar cómo ajustar esta capacidad para que tenga el mayor impacto posible sobre los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera.
En 2014, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático anunció que las plantas deberán cumplir una parte importante de los esfuerzos mundiales para capturar CO2. La idea sería que los árboles y el cesped absorban CO2 al crecer y después sean quemados o procesados para obtener combustible al tiempo que siguen absorbiendo cualquier cantidad de CO2 que se genere en el proceso. Esta estrategia se conoce como "bioenergía combinada con captura y almacenaje de carbono" (BECCS, por sus siglas en inglés).
Cada vez hay más pruebas del despliege de esta tecnología. Un reciente artículo de The Washington Post informa de que un nuevo ensayo a gran escala en EEUU procesará enormes cantidades de maíz para generar etanol y después capturará las 1,1 millones de toneladas anuales de CO2 producidas por la fermentación y las almacenerá bajo tierra.
Pero, como hemos informado en el pasado, no hay garantías de que este tipo de intervención funcione. Primero, no se ha probado ningún sistema de este tipo a gran escala, especialmente la fase de captura de carbono. Segundo, toda la visión de emplear BECCS tiene varios supuestos sin demostrar, como cuánta energía se requiere para cultivar las plantas (especialmente cosechas no alimentarias) para empezar, y el impacto de dedicar terrenos a árboles y césped que de otra forma se destinarían a producir alimentos.
Pero puede que algunas respuestas estén a punto de llegar. Como informa The Times, el Departamento de Negocio, Energía y Estrategias Industriales de Reino Unido acaba de lanzar una iniciativa de 9,2 millones de euros para investigar la eficacia de los proyectos de BECCS. Una serie de iniciativas analizarán si se trata de un enfoque sostenible para almacenar el CO2. Los proyectos también intentarán identificar las mejores estrategias para aumentar el almacenaje de carbono en plantas y en la tierra, y determinar si los alimentos y la energía de biomasa se pueden producir eficazmente con uno al lado del otro.
Otros estudios ya han estado estudiando las dinámicas de la silvicultura y su relación con el clima. Un estudio publicado recientemente en Forest Ecology and Management, por ejemplo, demuestra que las primeras labores de clareamiento de los bosques no tienen impacto sobre la cantidad de dióxido de carbono eliminada de la atmósfera sino que hacen que los árboles crezcan más fuertes, por lo que serán menos vulnerables a los efectos del cambio climático. Eso significa que aclarar los bosques favorecería que la técnica de BECCS funcione en el futuro sin tener ningún impacto sobre la calidad del CO2 capturado.
Así que aunque aún no está claro si podremos mejorar nuestra capacidad de capturar el CO2 atmosférico, al menos estamos a punto de averiguarlo.
(Para saber más: Natural Environment Research Council, The Times, Washington Post, Forest Ecology and Management,
Las emisiones neutras de la bioenergía con captura de carbono son un engaño)