Aunque los coches basados en esta tecnología no han conseguido triunfar, este tipo de combustible sí puede resultar útil en algunas aplicaciones limitadas como la alimentación de montacargas y los vehículos de guerra
La promesa de una nueva economía basada en el hidrógeno nunca llegó a cumplirse. Pero las pilas de combustible de hidrógeno aún atraen a algunas organizaciones interesadas en vehículos silenciosos que no pueden permitirse ni un segundo de descanso.
Los intentos de convencer al público de adoptar coches alimentados por hidrógeno han fracasado. Mientras que algunas automovilísticas siguen adelante con la idea, el resto se lo está pensando dos veces. Daimler, que antes había pregonado el hidrógeno como el futuro de los vehículos verdes, anunció recientemente que ahora se centrará en los vehículos totalmente eléctricos. Y un informe del año pasado sugiere que las ventas de vehículos de hidrógeno probablemente seguirán bajas hasta 2027.
Existen muchos motivos para no adoptar el hidrógeno. El combustible suele proceder del gas natural mediante un proceso que emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Los intentos de producir hidrógeno de manera limpia y asequible no han resultado demasiado eficaces. Y como defiende Elon Musk, el enfoque alternativo de emplear electricidad para descomponer el agua en hidrógeno también es ineficiente. Por la parte del consumidor, la abrumadora escasez de infraestructuras de repostaje ha resultado decisiva.
Pero el combustible en sí tiene una característica increíblemente atractiva: a diferencia de un coche eléctrico, un vehículo de celda de combustible puede repostarse y volver a ponerse en marcha en cuestión de minutos. Eso resulta especialmente interesante para usos industriales y militares.
Como señala Defense News, el Ejército de Estados Unidos está interesado en los vehículos eléctricos por su sigilo: un convoy de todoterrenos eléctricos apenas hace ruido frente a sus homólogos de gasolina. Pero en la mayoría de zonas de conflicto es poco probable que haya estaciones de carga. El Chevrolet Colorado ZH2 de General Motors (en la imagen) ofrece una solución en potencia, ya que tiene autonomía para recorrer unos 640 kilómetros, y su depósito puede rellenarse rápidamente en cuanto está de vuelta en la base, en lugar de depender de una fuente eléctrica. Además, dispone de hardware que para convertir cualquier combustible tradicional en hidrógeno si es necesario.
Y parece que por la cabeza de Amazon está pasando algo similar. La semana pasada el minorista anunció que firmará un acuerdo con la empresa de celdas de combustible de hidrógeno Plug Power. Planea adquirir el 23% de la compañía para emplear su hardware para alimentar los montacargas en algunos de sus almacenes. Las celdas de combustible serán integradas en los montacargas alimentados por batería que normalmente permanecen inactivos mientras se recargan. Al emplear hidrógeno, Amazon podrá seguir utilizando aparatos silenciosos que no emiten gases perjudiciales en interiores, y sólo tendrá que echar combustible para seguir trabajando sin interrupciones.
Ambas aplicaciones están muy limitadas, pero demuestran que la industria todavía tiene un hueco para la pila de hidrógeno, aunque esta no esté en la carretera.
(Para saber más: Defense News, Reuters, Las engañosas campañas publicitarias de los coches de hidrógeno, La fotosíntesis artificial vive una guerra entre la ciencia básica y la aplicada)