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Tecnología y Sociedad

La Cuarta Revolución Industrial sí está ayudando a los más desfavorecidos

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Las revoluciones anteriores tendían a beneficiar solo a las capas más altas de la sociedad, pero las entregas de vacunas por drones y los sistemas médicos digitalizados están mejorando la vida muchos

  • por Seth Berkley | traducido por Teresa Woods
  • 12 Mayo, 2016

Históricamente, las revoluciones industriales nunca han favorecido a los más pobres. A pesar de los beneficios que puede ofrecer la tecnología, el impacto inmediato sobre los miembros de la sociedad peor remunerados a menudo ha sido negativo. Si no provocaba despidos, entonces normalmente la tecnología amenazaba mediante entornos laborales peligrosos o la exposición continuada a elementos nocivos. Incluso hoy existen pruebas de que las economías impulsadas por la tecnología están favoreciendo únicamente a un reducido grupo de individuos, exacerbando así la desigualdad.

Foto: Los drones entregarán vacunas a zonas remotas de Ruanda desde la capital del país. Crédito: Zipline International.

Pero ahora, con lo que el Foro Económico Mundial ha denominado la Cuarta Revolución Industrial, estamos observando el desarrollo de una historia distinta. Donde el vapor antes nos llevó a la mecanización, la electricidad a la producción masiva y la TI a la automatización, esta cuarta revolución está fusionando tecnologías para lograr algo nuevo. No sólo están viendo los más desfavorecidos del planeta cómo sus vidas mejoran radicalmente con estos avances, sino en algunos casos realmente son los primeros en beneficiarse.

Esto marca un importante y potencialmente profundo cambio global. A veces puede llevar décadas que la gente del último peldaño de la escala económica pueda permitirse el acceso a nuevas tecnologías, aunque a menudo serían los más beneficiados. Pero la revolución en curso actual tiene el potencial para dar paso a enormes mejoras de la calidad de vida con países de ingresos bajos como primeros adoptantes. Eso significa que puede ayudar a cerrar la brecha de salud mundial entre los ricos y los pobres.

Consideremos el ejemplo de los drones civiles. A pesar del mucho bombo generado acerca de aplicaciones efectistas como las pizzas entregadas por dron, el verdadero potencial radica en el transporte de suministros médicos. Varias empresas como Matternet se dedican a esto en Estados Unidos, pero han sido frenadas por las regulaciones, porque hasta el mes pasado era ilegal operar un dron comercial sin la aprobación explícita de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos. Sin embargo, en Ruanda el Gobierno está adoptanto esta tecnología.

Esta semana, mientras se celebraba una reunión del Foro Económico Mundial en la capital de Ruanda, Kigali, el Gobierno ruandés anunció un nuevo servicio nacional de entregas por dron. En colaboración con la empresa estadounidense de drones Zipline International y financiado en parte por UPS y mi propia organización, Gavi, este servicio empleará drones para entregar suministros médicos de emergencia de horario de entrega crítica, como sangre y vacunas para la rabia, desde la capital hasta las zonas más remotas de Ruanda. Es una solución elegante para algunos de los formidable e imprevisibles retos de llegar hasta unas comunidades aisladas con necesidades imprevisibles.

La tecnología también ha jugado un papel en ayudar a localizar a algunas de las personas más aisladas del mundo. Mientras que los usuarios móviles de Nueva York (EEUU) ahora pueden emplear sistemas de información geográfica de satélite (SIG) para encontrar el Starbucks más próximo, en África y Asia la misma tecnología ha jugado un papel vital en los esfuerzos por erradicar la polio. Una de las razones por las que algunos niños carecen de acceso a las vacunas es que literalmente viven fuera del mapa. Si vamos a erradicar la polio, resulta crítico que hasta el último niño que viva en una zona endémica reciba la vacuna. Antaño, aviones sobrevolaban tales regiones para ayudar a identificar nuevas comunidades. Esto resultaba caro, ineficiente y proponeso al error. En su lugar, la Fundación de Bill y Melinda Gates y la Organización Mundial de la Salud se apoyaron en los SIG para identificar asentamientos en zonas de alto riesgo y planificar campañas de vacunación. Ha tenido un impacto enorme.

Durante la epidemia del ébola, una puntera tecnología de secuenciación genética también se ha empleado para ayudar a identificar y rastrear mutaciones del virus en tiempo real. El dispositivo MinION de Oxford Nanopore de tamaño bolsillo fue utilizado sobre el terreno en Guinea para secuenciar el virus en 24 horas. En el futuro, tales tecnologías podrían ser empleadas para ayudar a rastrear y entender la propagación de futuras epidemias en los rincones más pobres del mundo.

Pero con diferencia, la tecnología que tiene las mayores probabilidades de resultar transformdora a largo plazo es el teléfono móvil. El crecimiento de esta tecnología en la África subsahariana ha sido espectacular. En 2007, había más subscripciones móviles que gente con acceso a sistemas de saneamiento. Hoy, hay más de 850 millones de subsciptores por todo el continente, llevando la penetración hasta aproximadamente el 74%. Las tecnologías basadas en móviles ya están ayudando a crear historiales médicos digitales, rastrear los niveles de los suministros médicos, mejorar las cadenas de suministro y mapear las zonas ya vacunadas. Sin embargo, puesto que cuatro de cada cinco personas en África aún carecen de acceso a internet, existe el potencial de hacer mucho, mucho más.

Hasta la fecha, la tecnología no ha ayudado al niño de cada cinco que aún no recibe un programa completo de incluso las vacunas más básicas, ni a los 1,5 millones de niños que mueren cada año de enfermedades que se podrían haber evitado con vacunas, aproximadamente un niño cada 10 segundos. Creemos que la Cuarta Revolución Industrial puede ayudarnos a cambiar eso y superar algunos de los retos que nos impiden llegar hasta el último niño, esté en una remota zona rural o un urbano barrio bajo.

Seth Berkley es el CEO de Gavi, una organización internacional dedicada a aumentar el acceso a vacunas, y anteriormente trabajó para el Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y la Fundación Rockefeller. También fue el fundador, presidente y CEO de la Iniciativa Internacional para Vacunas contra el SIDA.

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