El galardón reconoce el nivel de detalle obtenido por simulaciones de combustión.
Este año, el Premio Nobel de Química ha recaído en tres investigadores que han desarrollado un potente modelo computacional empleado, entre otras cosas, para generar modelos de combustión.
Los modelos computacionales se han vuelto esenciales para mejorar la eficiencia y las emidiones de los motores de combustión interna, las turbinas de gas, y otro tipo de equipos que también dependen de la combustión. Dichos modelos, por ejemplo, permiten a los investigadores hacer sutiles cambios en la forma de los pistones para asegurar que el fuel y el aire se mezclan de forma correcta y arden de forma efectiva y al nivel adecuado. También sirven para entender cómo es posible mejorar la eficiencia de los motores que utilizan más de un tipo de fuel.
Los premiados han sido Marin Karplus, de la Universidad de Estrasburgo (Francia) y la Universidad de Harvard; Michel Levitt, de la Universidad de Stanford; y Arieh Warshel, de la Universidad de California del Sur (todas ellas en EEUU).