El proyecto Kemper está soportando sobrecostes de miles de millones de euros, y no muestra señales de poder generar energía sin emitir dióxido de carbono, como ya pasó con otras iniciativas
La planta energética Kemper, el proyecto insignia de la administración Obama para reducir las emisiones de carbono con tecnologías de "carbón limpio", se encuentra en serios apuros. El proyecto estuvo originalmente presupestado en unos 2.180 millones de euros, pero el coste final supera los 6.000 millones de euros. Y existen pocas señales de que el espinoso problema de capturar y almacenar dióxido de carbono mientras se generan beneficios se haya resuelto.
Una detallada investigación realizada por el New York Times publicada el pasado lunes revela bastantes indicios de despilfarro de fondos, encubrimientos y confusión en el proyecto Kemper. A no ser que cambie la situación rápida y drásticamente, la situación de Kemper amenaza la confianza en la suposición del Gobierno de Estados Unidos de que el carbón limpio puede resultar rentable.
Por desgracia, Kemper es sólo la última señal de que el carbón limpio, tras décadas de investigaciones y miles de millones de euros en desarrollo, representa un oxímoron, al menos en cualquier sentido económicamente realista. Desde la malavenida planta FutureGen, que zozobró antes de ser decomisionada bajo la administración del entonces presidente estadounidense George W. Bush, hasta el proyecto Boundary Dam de Canadá y la bancarrota del gigante del carbón Peabody Energy, que apostó fuerte por la idea de la energía libre de carbono, las historias de éxito han sido escasas y muy espaciadas.
En cambio cada vez hay más pruebas que indican que no importa cuánto dinero se invierta en este problema, la quema de carbón y la extracción del dióxido de carbono resultante siguen siendo demasiado caras para que las energéticas consideren implementarlas a escala. A no ser que esas empresas sean, como señala el artículo del New York Times, respaldadas por influyentes políticos estatales y estén dispuestas a subir los precios de la electricidad local para pagar una tecnología que no se encuentra ni remotamente cerca de llevarnos a un futuro libre de carbono, y tal vez nunca llegue a serlo.
(Para saber más: New York Times, El sueño del 'carbón limpio' se sigue alejando con la quiebra de Peabody Energy, China sigue inmersa en su propia crisis del carbón)