Para lograr este objetivo un nuevo informe de la Agencia Internacional de la Energía predice reducciones en el consumo de energía inalcanzables con la tecnología actual
Desde la firma del acuerdo alcanzado en la pasada Cumbre del Clima de París (Francia) en diciembre, ¿se ha llevado a cabo algún progreso para reducir las emisiones globales?
Empecemos con las buenas noticias. Las emisiones en China, el emisor más grande del mundo de dióxido de carbono, se redujeron en un 3% en 2015, según las estadísticas gubernamentales preliminares. Este descenso se debe en gran parte a la ralentización de su economía y un descenso dramático de la quema de carbón. Las emisiones estadounidenses de dióxido de carbono procedentes del consumo energético (que representan más del 90% de las emisiones globales del país) también se redujeron en casi un 3% entre 2014 y 2015, según la Administración de Información Energética de Estados Unidos. Y a nivel mundial las emisiones de dióxido de carbono en 2015 cayeron por un 0,6%, según un estudio publicado en Nature Climate Change. Es la primera vez que las emisiones se han reducido durante un período de crecimiento económico.
Ahora las malas noticias: aún nos queda mucho camino por recorrer para evitar un calentamiento global catastrófico.
Foto: Las emisiones de gases de efecto invernadero se han ralentizado, por ahora, pero la proyección para limitar el cambio climático sigue siendo incierta. Crédito: Ed Jones (Getty Images).
Un informe publicado esta semana por la Agencia Internacional de la Energía (EIA, por sus siglas en inglés) que se centra en el consumo energético urbano contiene algunas proyecciones alentadoras, pero un examen más profundo revela que son ingenuamente optimistas.
La EIA predice que la demanda energética global aumentará entre ahora y 2050. Pero con decisivas medidas gubernamentales, ese aumento podría limitarse lo suficiente para ralentizar el calentamiento global a 2 °C o menos. Las ciudades representan alrededor del 65% de la demanda energética global y el 70% de las emisiones globales de dióxido de carbono relacionadas con la energía. Por eso, limitar el consumo energético y las emisiones en zonas metropolitanas será crítico para lograr los objetivos del acuerdo de París. Limitar el aumento del uso energético urbano al 20% (en comparación con el aumento del 70% si permitimos que se perpetúen las tendencias actuales) sería un factor enormemente importante para mantenernos por debajo del umbral de los 2 °C, según las conclusiones del informe.
Y las emisiones globales de dióxido de carbono podrían reducirse a la mitad para 2050 frente a los niveles de 2013, cuyo 75% fue responsabilidad de las fuentes urbanas.
Lograr estos objetivos costaría alrededor de 15,4 billones de dólares (unos 13,8 billones de euros) entre 2016 y 2050. Podría parecer mucho dinero, pero representa menos del 2% del PIB mundial acumulado durante el mismo período.
Son objetivos ambiciosos, incluso para el director ejecutivo de la EIA, Fatih Birol, quien reconoce que podrían resultar imposibles de alcanzar.
Foto: El director de la EIA, Fatih Birol, se siente "esperanzado, pero no totalmente confiado". Crédito: Agencia Internacional de la Energía.
Birol explia: "Creemos que nos estamos quedado seriamente rezagados en el desarrollo de tecnologías clave. En ausencia de un fuerte impulso gubernamental, esas tecnologías nunca serán desplegadas, y las posibilidades de lograr ese objetivo de dos grados serían muy escasas".
Para asegurarse, el acuerdo de París representa la declaración más contundente hasta la fecha de las intenciones gubernamentales de reducir el uso energético y limitar las emisiones de carbono. Pero como señala la EIA, esos objetivos requerirían "cambios masivos en el sistema energético" y las políticas nacionales necesarias para realizar esos cambios aún no se divisan en el horizonte.
Por ejemplo, la demanda energética de edificios y sistemas de transporte en ciudades se reduciría, en el escenario de la EIA, un 60%. Esta reducción requeriría una enorme disminución a nivel mundial del uso energético de los edificios y de vehículos privados. Sólo en China, se espera que el número de coches, camiones y autobuses aumente desde los 100 millones de hoy hasta casi 600 millones para 2050, según un estudio de Argonne National Laboratory. Este aumento acabaría con las reducciones proyectadas por la EIA por sí solo.
En general, se espera que las poblaciones urbanas experimenten una explosión de crecimiento durante las décadas venideras, para llegar a representar casi tres cuartas partes de la población mundial para mediados de siglo. La mayor parte de ese crecimiento se producirá en el mundo en vías de desarrollo (para 2025, 21 de las 27 megaciudades del mundo, con poblaciones que superan los 10 millones de habitantes, se encontrarán en países en desarrollo). Y los estudios han demostrado que los residentes urbanos en el mundo en vías de desarrollo tienden a consumir más energía que sus paisanos rurales, no menos.
Los objetivos detallados por la EIA no son inalcanzables. Pero necesitarán "medidas urgentes por parte de los gobiernos nacionales y las autoridades locales para que podamos emplear tecnologías de energías limpias mucho más rápido de lo que hemos logrado durante los últimos años", explica Birol, y concluye:"Me siento esperanzado, pero no totalmente confiado".