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Cambio Climático

Los retos que presenta la gran red inteligente

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La regulación, privacidad y los problemas de seguridad, además de otras preocupaciones, podrían retrasar su desarrollo.

  • por Kevin Bullis | traducido por Francisco Reyes
  • 17 Julio, 2009

El uso de una red eléctrica más inteligente podría cambiar de forma fundamental el modo en que la gente administra y paga el uso de electricidad. En teoría, esta tecnología podría ayudar a reducir la demanda, ahorra dinero, y mejorar la fiabilidad y eficiencia. Sin embargo, no será fácil implementar los cambios necesarios para la mejora de la red, según opinan un grupo de expertos en el simposio sobre la red eléctrica GE Global Research, que se celebra esta semana en Niskayuna, Nueva York. Se espera que haya oposición por parte de los reguladores y los usuarios, alegando la complejidad del sistema propuesto, así como una serie de preocupaciones relacionadas con la privacidad y la seguridad.

La red eléctrica inteligente incorporará una nueva tecnología de trabajo en red, incluyendo sensores y controles que hagan posible el seguimiento del uso eléctrico en tiempo real y que se puedan hacer cambios que reduzcan el malgasto de energía. Es más, los operadores de la red deberían tener la capacidad de detectar problemas de forma instantánea que pudieran ocasionar cortes en cadena, como los que dejaron sin electricidad al noreste de Estados Unidos en 2003. Además, esta tecnología debería permitir a las compañías eléctricas que incorporasen más fuentes de electricidad renovables e intermitentes, como por ejemplo las turbinas eólicas, y al mismo tiempo mantener la estabilidad de la red y la distribución eléctrica en todo momento.

Para los consumidores, la red inteligente supondría una serie de cambios radicales en la forma en que pagan la electricidad. En vez de una tarifa plana, podrían pagar mucho más durante los momentos de alta demanda, con lo que se les animaría a reducir su consumo durante esos periodos. Compañías como GE están desarrollando refrigeradores, secadoras y otro tipo de electrodomésticos capaces de responder automáticamente a las señales que les llegan desde las compañías eléctricas, apagándose o reduciendo el consumo energético para evitar que los consumidores paguen electricidad a los precios más altos. Estas estrategias podrían ayudar a que las compañías eléctricas no tuviesen que construir nuevas líneas de transmisión y generadores para alcanzar los puntos de demanda más altos—unos ahorros que podrían ser importantes a medida que las regulaciones propuestas sobre emisiones de dióxido de carbono les obligasen a utilizar fuentes eléctricas más caras.

No obstante, los cambios necesarios podrían resultar difíciles de asumir para los consumidores, afirma Garry Brown, presidente de la Comisión de Servicio Público del Estado de Nueva York, un órgano dedicado a la regulación de las compañías eléctricas. Los clientes industriales y comerciales de electricidad ya poseen tarifas eléctricas variables en función del momento del día, aunque “poseen la capacidad, experiencia y medios necesarios para saber cómo aprovecharse de ello,” afirma Bronwn. “Tienen a directivos que se dedican completamente a ello.” Los consumidores normales no parten con esa ventaja. En vez de ellos, en los años 90 la legislación del estado de Nueva York bloqueó una iniciativa de precios variables obligatorios debido a la preocupación por aquellos consumidores que no pudiesen evitar los precios más altos, como por ejemplo las personas que se ven obligadas a utilizar equipos médicos eléctricos constantemente. Tenemos que ir “despacio y con mucha cautela,” antes de instaurar este tipo de tecnología, señala Brown.

La actualización de la red también puede que se encuentre con cierta resistencia por parte de los reguladores, puesto que algunas de sus ventajas son difíciles de cuantificar. Los reguladores son responsables de asegurarse de que las compañías eléctricas tomen decisiones acertadas que contengan los precios de la electricidad. Sin embargo, las mejoras en la eficiencia y la fiabilidad no se pueden cuantificar fácilmente, señala Bryan Olnick, director senior de Florida Power and Light, una de las mayores compañías eléctricas en ese estado. Afirma que los reguladores tienen que empezar a considerar los beneficios sociales a largo plazo además de los costes de la electricidad. Finalmente, los reguladores tendrán que ver pruebas de que estos sistemas son capaces de ofrecer las ventajas que prometen, razón por la cual en la actualidad existen proyectos piloto de redes inteligentes en lugares como Boulder, Colorado; Maui; así como en Miami.

Más allá del reto que supone medir los resultados, la red inteligente genera una serie de cuestiones relativas a la seguridad nacional, afirma Bob Gilligan, vicepresidente de transmisión y distribución de GE. “Nos llegan muchas preocupaciones relacionadas con el ciberterrorismo y los ataques a nuestra infraestructura energética,” señala. “Al tiempo que aumentamos la tecnología de la red, proporcionando más conexiones a la infraestructura energética, también aumenta la preocupación por cómo proteger dicha infraestructura.”

Gilligan añade quela tecnología también trae consigo una grave preocupación por la privacidad. “El problema principal es que los usuarios no quieren verse inundados con llamadas de telemarketing asociadas con sus comportamientos de utilización de electricidad,” afirma. “También les preocupa el hecho de estar supervisados minuto a minuto.”

La cantidad masiva de datos generados por la tecnología de la red inteligente podría, por sí misma, acabar siendo un problema. Hoy día, una compañía de suministro eléctrico con cinco millones de contadores tiene alrededor de 30.000 dispositivos para hacer un seguimiento de la red. A medida que se desarrollase la red inteligente, ese número podría aumentar en mil veces más, y cada dispositivo comunicaría una cantidad de información mil veces mayor que la que contienen los dispositivos actuales, señala Erik Udstuen, director general de GE Fanuc Intelligent Platforms. Aunque sería complicado procesar tantos datos, también se podrían crear oportunidades para emprendedores que desarrollasen nuevas aplicaciones de seguimiento, especialmente si se crean estándares abiertos.

Los consumidores no tienen por qué preocuparse aún; podría pasar una década antes de que se implanten los precios variables. Mientras tanto, la red se puede mejorar de forma que no afecte a los consumidores directamente, como por ejemplo reduciendo la cantidad de energía malgastada en transportar la electricidad desde los generadores hasta los consumidores: se pierde de un 7 a un 10 por ciento, y esta cifra puede aumentar hasta un 20 ó 30 por ciento durante los momentos de mayor demanda. Mientras tanto, el desarrollo de los pequeños contadores y electrodomésticos capaces de funcionar con precios variables costará billones de dólares y podría pasar una década antes de que se extienda su utilización.

No obstante, finalmente la red inteligente podría hacer que el suministro de energía fuera más eficiente y fiable, y podría ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la promoción de las tecnologías renovables y la reducción del consumo general de energía. “A largo plazo,” afirma James Gallagher, vicepresidente senior de New York City Development Corp, “hará que las tarifas bajen.”

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