El aparato de General Electric emplea dióxido de carbono supercrítico para hacerla funcionar. La compañía está convencida de que resultará más económica que las baterías de almacenaje en red
GE Global Research está probando una turbina del tamaño de un escritorio que podría alimentar un pequeño pueblo entero de hasta 10.000 viviendas. La unidad es alimentada con "dióxido de carbono supercrítico". Este término se refiere a la alta presión y temperatura de 700 °C a las que se encuentra el gas para mantenerse en un estado a caballo entre el líquido y el gas. Al pasar esta versión de dióxido de carbono por la turbina, se enfría y después se represuriza para volver a atravesarla otra vez.
El tamaño compacto y la capacidad de la turbina de encenderse y apagarse rápidamente la hacen adecuada para el almacenaje energético a escala de red. Tiene aproximadamente la décima parte del tamaño de una turbina de vapor de una producción comparable, pero puede ser hasta un 50% más eficiente a la hora de convertir el calor en electricidad. Los sistemas de vapor habituales se encuentran en un rango de eficiencia que ronda el 45%. La nueva turbina logra esta impresionante mejora gracias a sus mejores propiedades conductoras y la reducida necesidad de compresión del dióxido de carbono supercrítico frente al vapor. El prototipo de General Electric es de 10 megavatios, pero la empresa espera escalarlo hasta alcanzar los 33 megavatios.
Foto: Doug Hofer, el ingeniero de General Electric que lidera el proyecto, luce un modelo de la turbina. Crédito: General Electric Global Research.
Además de ser más eficiente, la tecnología podría resultar más ágil. En un escenario de almacenaje a escala de red, el calor procedente de la energía solar, nuclear o de combustión podría primero almacenarse en forma de sales fundidas, y el calor después se podría emplear para alimentar el proceso.
Mientras que tal reserva de calor también podría ser utilizada para hervir agua y alimentar una turbina de vapor, un sistema de este tipo puede necesitar hasta 30 minutos para ponerse en marcha. En contraste, la turbina tarda uno o dos minutos. Esta capacidad la hace idónea para la generación de energía a demanda durante los picos máximos de uso.
El sistema de General Electric también puede resultar mejor que los grandes conjuntos de baterías. Añadir más horas de operación sólo significa disponer de una reserva más grande o caliente de sales fundidas, en lugar de añadir conjuntos adicionales de baterías gigantes. "La clave se reducirá a la economía", afirma el ingeniero de General Electric responsable del proyecto, Doug Hofer. Aunque queda trabajo por delante, afirma: "En este punto creemos que nuestra historia económica es favorable en comparación con las baterías".