La Agencia Estadounidense de Proyectos de Investigación Avanzados en Energía se maneja entre el riesgo y el éxito para asegurar la continuidad de su financiación
La Agencia Estadounidense de Proyectos de Investigación Avanzados en Energía (ARPA-E por sus siglas en inglés), que empezó esta semana su quinta cumbre anual en Washington D.C., tiene el objetivo de poner en marcha tecnologías capaces de transformar la industria energética, sustituyendo los combustibles fósiles y reduciendo la dependencia en fuentes de energía extranjeras y que aún estén en sus primeras fases de desarrollo. Pero, cinco años después de su creación, ¿está cumpliendo con sus objetivos? (ver "Lo que la ARPA-E no puede hacer").
Algunos expertos afirman que la presión política está dificultando que la agencia pueda apoyar las tecnologías arriesgadas que se creó para financiar. ARPA-E ha tenido el apoyo de ambos partidos, pero siempre le ha costado conseguir financiación. El año pasado el congreso votó por darle a la agencia apenas el 20% de lo que había pedido en su presupuesto. Al final ARPA-E recibió mucho más que eso: el acta de gasto público general aprobada este año reservaba 275 millones de dólares para la agencia (unos 200 millones de euros), el 75% del presupuesto solicitado.
Parte del reto de la agencia es que siente presión por ambos lados. Por una parte necesita presentar resultados para justificar financiación futura. Eso la ha llevado a financiar algunos proyectos que tienen una probabilidad mayor de dar resultados y a "asumir menos riesgos de los que deberían", según el director del Laboratorio en Leyes y Legislación Internacional de la Universidad de California en San Diego (EEUU), David Victor. Pero ir a lo seguro también puede suscitar las críticas del Congreso. La principal queja en una vista de 2012 sobre ARPA-E es que estaba financiando algunos proyectos que podían financiar empresas y no el Gobierno.
Es un difícil equilibrio. "Si todo funcionase a la primera, no estaría arriesgando lo suficiente", afirma la directora en funciones de ARPA-E, Cheryl Martin. Pero, como le dice a los congresistas, "si nunca saliese adelante nada, deberían dejar de financiarnos".
Martin sostiene que para sobrevivir es necesario que algunos de los proyectos de la agencia tengan resultados inesperadamente rápidos, dando resultados tangibles. Por ejemplo, uno de los proyectos estrella de la tecnología que se presentará en la cumbre este año es un Toyota al que se le ha instalado un nuevo tipo de cargador de batería inventado por investigadores de la Universidad de Arkansas (EEUU) y de Toyota gracias a una beca de 4 millones de dólares de ARPA-E (unos 2,9 millones de euros). El cargador es mucho más pequeño que los cargadores convencionales y además podría cargar las baterías más rápido. También destaca proyectos que, aunque aún están muy lejos de llegar al mercado, han progresado lo suficiente como para que otros hayan decidido invertir en ellos.
Mientras, para seguir encontrando áreas en las que no invierte nadie, la agencia ha tenido éxito con los talleres que reúnen a personas de distintos campos de investigación para crear nuevas áreas de investigación. Un ejemplo reciente es reunir a investigadores que trabajan en dos tipos muy distinto de energía solar, una que usa espejos para concentrar la luz solar y generar vapor, y otro que usa fotovoltaica. Encontrar formas de combinar ambos tipos podría dar lugar a paneles solares tanto baratos como capaces de producir energía incluso cuando no hace sol, resolviendo así los dos mayores retos de la energía solar.
Y los programas recientes de ARPA-E parecen estar asumiendo mayores riesgos que algunos de los que se anunciaron hace apenas unos años. Uno está financiando un proyecto que hará que las baterías sean componentes estructurales de los coches eléctricos (ver "La batería del coche eléctrico podría ser parte de su carrocería").
Aunque en la cumbre se presentarán algunos éxitos a corto plazo, como la modificación del Toyota, no faltarán los proyectos a largo plazo que reflejan la ambición de ARPA-E de transformar realmente la tecnología energética.