Los organizadores afirman estar compensando las emisiones de CO2, pero algunos expertos señalan áreas que no se han tenido en cuenta
El comité organizador de las Olimpiadas de Sochi (Rusia) ha afirmado que las emisiones de dióxido de carbono asociadas con los juegos se han compensado reduciendo las emisiones en otros puntos, lo que los convierte en los primeros Juegos Olímpicos con una huella neutra de emisiones.
Pero hay expertos que sostienen que no se han contabilizado todas las emisiones y que el impacto neto de los juegos puede ser peor que el de ediciones anteriores. "Las Olimpiadas de Sochi no son, claramente, juegos con un saldo cero de emisiones", afirma el director de deportes verdes en el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, Allen Hershkowitz.
Las Olimpiadas de Sochi están emitiendo muchísimo dióxido de carbono. Según los cálculos oficiales simplemente celebrándolas se emiten directamente 360.000 toneladas de CO2. Los viajes de los espectadores y jueces añaden otras 160.000 toneladas. En conjunto, esa cifra supone el equivalente de suministrar electricidad de una central térmica de carbón (la fuente de energía que más CO2 produce) a unos dos millones de personas durante el tiempo que duran los juegos.
Estos cálculos tienen en cuenta el hecho de que el comité organizador ha hecho esfuerzos por reducir las emisiones al escoger tecnología eficiente para calentar e iluminar las sedes olímpicas. También ha instalado panales solares en algunos edificios para reducir las emisiones de las centrales eléctricas.
Los organizadores de Sochi se han asociado con Dow Chemical para encontrar formas de compensar las emisiones de dióxido de carbono y han recurrido a la consultora en sostenibilidad ERM para verificarlas. Dow afirma haber compensado la mayoría de las emisiones mediante la instalación de tecnologías eficientes en términos energéticos y mejorando las prácticas de producción en Rusia (Dow ha comprado créditos de carbono para el balance final). Trabajando con unos 50 contratistas, por ejemplo, Dow introdujo espuma aislante en unas 20.000 viviendas. También reformuló la espuma para soportar el frío extremo que se da en gran parte de Rusia y cambió la forma en que se fabrica en el país para usar gases de efecto invernadero menos potentes.
Sin embargo, los preparativos de Rusia para las Olimpiadas, que cuestan unos 51.000 millones de dólares (unos 37.000 millones de euros), han supuesto muchísima nueva construcción. Los cálculos de emisiones de CO2 de Sochi no incluyen las emisiones de las actividades constructoras, según la gestora de proyectos medioambientales para el Comité Organizador Sochi 2014, Irina Komissarova. Esta afirmación que contradice lo defendido por Dow en este vídeo.
Si se tienen en cuenta las emisiones asociadas con la rápida construcción de las sedes olímpicas, las residencias, y las nuevas carreteras y vías férreas, las Olimpiadas de Sochi podrían ser peores en términos de emisiones netas que juegos anteriores, afirma el presidente del Instituto Worldwatch, Robert Engelman.
Además de las emisiones directas de la fabricación de los materiales de construcción y el equipo de trabajo, la propia construcción puede producir emisiones indirectas. Cortar árboles y levantar terrenos puede liberar a la atmósfera dióxido de carbono almacenado. La construcción acelerada ha dañado 30 kilómetros cuadrados de bosque virgen en un parque nacional de la zona de Sochi, según la Fundación World Wildlife en Rusia. (Los legisladores rusos aprobaron una ley para permitir una tala de árboles poco comunes anteriormente protegidos para la construcción olímpica).
Hershkowitz, que ha supervisado programas de compensación de emisiones para eventos como los Oscar, afirma que simplemente por el tamaño de las Olimpiadas es imposible tenerlo todo en cuenta, por ejemplo la energía que se usa para cultivar la comida y producir los programas en papel. Para algunos materiales de construcción, como las tuberías de plástico, las emisiones totales de fabricarlas y desecharlas ni siquiera se conocen y harían falta años de estudio para determinarlo. "No hay forma de documentar todas las emisiones de carbono", afirma.
Aunque Engleman afirma que los juegos no son neutros en emisiones de carbono, alaba al comité organizador por promover tecnologías eficientes en términos energéticos que podrían tener un legado positivo más allá de los juegos.
El investigador en construcción del negocio de Energía y Cambio Climático de Dow, Michael Mazor, espera que las Olimpiadas hayan abierto un nuevo mercado para la tecnología de eficiencia energética que podría conducir a más reducciones de las emisiones en el futuro. "Las 20.000 viviendas que hemos adaptado no han hecho mella en el mercado", sostiene. "Esperamos hacer 2 millones o 20 millones".
Algunos defensores del medio ambiente en Rusia se muestran escépticos respecto a que la eficiencia energética despegue en el país. "El potencial de la eficiencia energética es inmenso", afirma el director de la unidad de energía de Greenpeace Russia, Alexander Tsygankov. "Pero no se han dado avances reales".