El residuo contaminante de las centrales térmicas podría ser reconvertido en una nueva fuente de energía
Producir dióxido de carbono mediante la quema de hidrocarburos es fácil. Un par de nuevos catalizadores creados recientemente por investigadores de la Universidad de Illinois (EEUU) podrían servir para invertir el proceso de froma mucho más práctica que hasta ahora, lo que transformaría el CO2 en agua y combustible.
Para conseguir esta reacción suelen hacer falta cantidades importantes de energía, así que sólo resulta económica en algunos casos aislados (ver "Un volcán permite la creación rentable de combustible a partir de CO2"). Pero si el proceso se pudiera hacer a escala comercial, se podrían fabricar combustibles líquidos basados en los gases de combustión de las centrales térmicas que usan combustibles fósiles.
El nuevo trabajo, que se describe esta semana en la revista Nature Communications, mejora un par de catalizadores descubiertos el año pasado que transforman el dióxido de carbono en monóxido de carbono más eficientemente. Después, el monóxido se puede convertir en gasolina y otros productos. Sin embargo, esos catalizadores producen el monóxido de carbono muy lentamente y uno de ellos está compuesto por plata, así que es caro. Pero los investigadores de Illinois han demostrado que se puede sustituir la plata por fibras de carbono relativamente baratas y mantener aproximadamente la misma eficiencia. Además, la técnica produce monóxido de carbono unas 10 veces más rápido.
Según el profesor de ingeniería mecánica de la Universidad de Illinois Amin Salehi-Khojin, el trabajo aún está en sus primeras fases. Salehi-Khojin explica que habrá que producir cantidades mayores de los catalizadores y encontrar una forma de incorporarlos en una membrana que sirva para mantenerlos estables durante largos periodos de tiempo, un trabajo de desarrollo para el que harán falta socios industriales.
Salehi-Khojin considera que los catalizadores se podrían incorporar a una "hoja vegetal artificial". Ahora mismo, si el proceso funcionara con luz solar, harían falta al menos dos equipos: un panel solar para generar electricidad y después un reactor para formar el monóxido de carbono. Un sistema, inspirado en una hoja, absorbería la energía del sol y la usaría para producir las reacciones químicas directamente, en vez de producir primero electricidad (ver "Una 'hoja artificial' más verde" y "Una iniciativa de fotosíntesis artificial echa raíces"). Este método haría que el proceso fuera más barato.