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Cambio Climático

Un informe filtrado nos recuerda el fracaso de la tecnología

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Cinco años después del último informe del IPCC que alertaba sobre los peligros del cambio climático, estamos emitiendo más CO2 que nunca.

  • por Kevin Bullis | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 26 Agosto, 2013

El calentamiento global se ha vuelto a poner de actualidad tras la filtración la semana pasada del borrador de un informe largamente esperado elaborado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés). Aunque los detalles del informe pueden cambiar antes de que se presente la versión final el mes que viene, una cosa parece clara: el informe demostrará que las emisiones de gases de efecto invernadero no se han reducido, a pesar de los miles de millones invertidos en desarrollar y poner en marcha nuevas tecnologías energéticas como la eólica y la solar. De hecho, según la Administración de Información sobre Energía de Estados Unidos, las emisiones globales anuales de dióxido de carbono son mayores ahora de lo que eran cuando salió la versión anterior de este informe en 2007.

"Vamos rápidamente en la dirección contraria. Desde que salió el anterior informe, básicamente no hemos hecho nada por cambiar de rumbo", afirma David Victor, codirector del Laboratorio de Derecho y Regulación Internacionales de la Universidad de California en San Diego (EE.UU.)

El documento filtrado es la primera parte del 5º Informe de Evaluación del IPCC, elaborado por cientos de científicos de todo el mundo, basado en investigación acumulada sobre el cambio climático. Los informes del IPCC, que se emiten cada cinco o seis años, se suelen tomar como un resumen importante del conocimiento actual sobre el cambio climático. Y por lo que parece, la revisión del próximo mes viene cargada de malas noticias.

"La prueba de que los humanos están causando el calentamiento global ya era bastante evidente", afirma Ted Nordhaus, presidente del Instituto Breakthrough, con sede en Oakland (EE.UU.). "Lo que es mucho más importante es la demostración de que no tenemos ni idea de qué hacer al respecto". Sostiene que ya no es plausible "ni siquiera con una acción radical" que los niveles de CO2 se mantengan por debajo de las 450 partes por millón, un objetivo comúnmente aceptado para limitar los efectos perjudiciales del cambio climático.

Las concentraciones de dióxido de carbono llegaron hace poco a las 400 partes por millón, desde las 280 partes por millón que se contabilizaban antes de la revolución industrial. Mantener las concentraciones por debajo de las 450 partes implicará no solo reducir los niveles de emisión, sino prácticamente eliminarlos, y además hacerlo para mediados de siglo.

El informe del IPCC será un recordatorio más de lo poco que se ha hecho por abordar el problema. Las emisiones crecen aunque se instalen paneles solares y turbinas eólicas a buen ritmo y el gas natural, más limpio, sustituya parte del carbón que se usa para producir energía eléctrica en Estados Unidos. Y aumentan porque la cantidad de electricidad producida por carbón aumenta rápidamente en todo el mundo (ver "El uso mundial de carbono crece más rápido que las energías renovables"). Además, los avances en la producción de gas natural y petróleo de fuentes no convencionales están haciendo que estos combustibles fósiles resulten más accesibles.

"Habría que sustituir todo el sistema energético de todo el mundo por fuentes de energía de bajas emisiones", explica Joe Romm, investigador sénior en el Centro para el Progreso Americano. En términos de políticas gubernamentales que vayan en esa dirección, afirma "no estamos haciendo ni los mínimos". Según Romm, las leyes y subvenciones gubernamentales que animan a la adopción de las tecnologías existentes son fundamentales, y señala que gracias a la instalación de más paneles solares, los costes han bajado sustancialmente.

Nordhaus y otros destacan la necesidad de que la investigación y el desarrollo inventen tecnologías mucho mejores que las que tenemos ahora. Nordhaus también sostiene que los esfuerzos deberían centrarse en tecnologías que ya han reducido significativamente las emisiones de CO2 en el pasado, como la energía nuclear. La experiencia de Francia, que se pasó casi completamente a la energía nuclear en tres décadas, demuestra los resultados que se pueden obtener.

En la actualidad, Estados Unidos invierte 5.000 millones de dólares anuales (unos 3.750 millones de euros) en I+D en energía, incluyendo las demostraciones de nuevas tecnologías. Varios informes de académicos, grupos de la industria y organizaciones sin ánimo de lucro recomiendan aumentar esa cantidad hasta los 15.000 a 30.000 millones de dólares (unos 11.000 a 23.000 millones de euros). Victor afirma que "lo más importante" que se podría hacer es crear un impuesto a las emisiones de carbono que encareciera los combustibles fósiles.

Este retraso en la reducción de emisiones es importante porque el dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante muchísimo tiempo. "No puedes acabar con las emisiones y volver a la normalidad al cabo de unos pocos años", explica Kerry Emanuel, profesor de ciencia atmosférica en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.UU.). "Las decisiones que tomemos en la próxima década son decisiones que decidirán el destino del planeta durante miles de años".

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