Una membrana de cerámica podría desatar el potencial de los catalizadores conversores del metano y servir para usar gas natural que en la actualidad se desperdicia.
Unas membranas cerámicas de alto rendimiento de la empresa de I+D Ceramatec podrían llevar a una forma más barata de convertir en gas natural en benceno, un líquido que se puede usar para fabricar una amplia gama de productos químicos y servir como componente de la gasolina.
Si el método funciona, abriría nuevos e importantes mercados para el gas natural. También podría servir para reducir la práctica de quemar directamente el gas natural, que desperdicia unos 140.000 millones de metros cúbicos de gas cada año en todo el mundo, lo que equivale aproximadamente al 20 por ciento de la demanda anual en Estados Unidos. Los pozos de petróleo en zonas remotas suelen recurrir a la quema del gas natural porque transportarlo al mercado resulta demasiado caro. La tecnología podría funcionar de forma eficiente a escala relativamente pequeña y se podría desplegar en los pozos para producir líquidos que son más baratos de transportar que el gas.
La tecnología existente en la actualidad para convertir el gas en líquido implica la construcción de enormes plantas que pueden costar de 1.500 a 2.000 millones de dólares (unos 1.125 a 1.500 millones de euros) (ver "Conversión del gas en combustible"). En este tipo de plantas hay que instalar caros equipamientos que se usan para producir oxígeno puro, que reacciona con el metano, el componente principal del gas natural.
La membrana de Ceramatec podría permitir el proceso alternativo que estudia Enrique Iglesia, profesor de ingeniería química en la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) El método de Iglesia implica calentar el metano a unos 800 º centígrados en presencia de catalizadores para crear hidrocarburos líquidos. Su proceso no usa oxígeno y también podría ser mucho más selectivo, produciendo una mayor cantidad del producto deseado, lo que mejoraría aún más la economía del proceso.
Iglesia ya ha desarrollado catalizadores para convertir el metano en hidrocarburos líquidos sin oxígeno, pero estos procesos no son prácticos porque las reacciones químicas involucradas producen hidrógeno, que se acumula en el reactor e inhibe las reacciones químicas. Iglesia intentó evacuar el hidrógeno mediante membranas que lo conducían fuera del reactor mientras que el metano permanecía dentro, pero no eran capaces de evacuar el hidrógeno a la velocidad suficiente.
El trabajo actual, una colaboración con Ceramatec, está respaldado por una subvención de 1,3 millones de dólares (unos 975.000 euros) de la Agencia Estadounidense para Proyectos Avanzados de Energía (ARPA-E en sus siglas en inglés). En un taller de ARPA-E hace poco más de un año, miembros del equipo de investigación de Iglesia se reunieron con representantes de Ceramatec, que habían desarrollado una membrana cerámica que permitía al hidrógeno fluir a una velocidad mucho mayor que otras membranas. Esa reunión formó la base del proyecto actual, que emparejará catalizadores basados en zeolita de Berkeley con membranas de Ceramatec.
La tecnología se encuentra entre varias de las financiadas por ARPA-E dirigidas a capitalizar las abundantes reservas de gas natural de Estados Unidos. En noviembre, ARPA-E anunció financiación para el Instituto Tecnológico del Gas, que está desarrollando un proceso que convierte el metano en metanol. También ha proporcionado financiación a Pratt & Whitney para desarrollar un método que use gas natural para producir gasolina de bajo coste que será competitiva siempre que los precios del petróleo estén por encima de los 50 dólares el barril.