Ralph J. Cicerone, presidente de la National Academy of Sciences, habla acerca de los desafíos de la investigación sobre el cambio climático.
Ralph J. Cicerone, uno de los expertos en cambio climático más destacados del país y químico atmosférico, ha aportado mucho en cuanto a cómo comprender la desaparición de la capa de ozono y sobre el comportamiento de los gases de efecto invernadero. Actualmente es el presidente de la National Academy of Sciences, y está planificando llevar acabo un estudio de un año, a pedido del Congreso en 2008, para aconsejar a los legisladores de la nación sobre los cambios climáticos. El estudio ofrecerá lineamientos acerca de cómo recortar las emisiones de gases de efecto invernadero, cuáles de los cambios climáticos son inevitables, y qué tipo de investigación futura se requiere para comprender estos cambios de manera más clara. Cicerone habló con David Talbot, el corresponsal principal de Technology Review.
Technology Review: ¿Qué investigación se necesita para comprender el cambio climático?
Ralph Cicerone: Una de las cosas en las cuales invertiría, es en un sistema de observación del clima. Hoy en día tenemos un procedimiento poco organizado de observación del clima y de los cambios climáticos – un legado histórico de métodos de baja tecnología de medición de temperatura y precipitaciones. No hemos siquiera formulado una estrategia para crear un sistema de observación del clima a largo plazo que nos muestre lo que está sucediendo para saber qué medidas tomar con anticipación.
TR: ¿En qué áreas faltaría investigar, por ejemplo?
RC: Si piensas en una de las cosas sobre las que menos se conoce en cuanto a cambio climático, la velocidad de pérdida de hielo y el incremento del nivel del mar, tenemos que saber más acerca de las temperaturas del agua de los mares, no solamente de la superficie, sino también de las grandes profundidades. Que yo sepa, nadie está buscando los datos en los lugares correctos. No creo que esta información pueda obtenerse con sensores remotos, se necesitan sistemas de boyas y procedimientos oceanográficos de mayor envergadura. Esto podría llevar mucho dinero, pero sin estos datos, vamos a tener grandes deficiencias en nuestro accionar.
TR: Es claro que existe una brecha muy grande entre las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por los seres humanos y la habilidad del planeta para absorberlos.
RC: Las emisiones dentro de la atmósfera provenientes de los combustibles fósiles, en términos de carbono, es de ocho mil millones de toneladas por año, y la capacidad de captación neta de toda la tierra es de alrededor de tres mil millones de toneladas por año. Al mismo tiempo la biosfera esta perdiendo entre 1,5 y 2 mil millones de toneladas de carón por año, básicamente gracias a la deforestación. Así que el desbalance anual es de seis o siete mil millones de toneladas.
TR: Dada la escala e intensidad de las emisiones del carbón, ¿no está claro que necesitamos frenar la quema de carbón mientras no podamos retener el CO2?
RC: Es fácil decirlo pero muy difícil hacerlo. Hay muchas cosas que se pueden hacer respecto a la eficiencia de una planta de carbón. Hoy en día, la eficiencia promedio de las plantas varía de un 35 a un 40 por ciento. Simplemente una cogeneración puede aprovechar el 60% de la totalidad de la energía. El cambio climático debe ser la razón definitoria a tener en cuenta al tomar decisiones, cosa que no ha sido hasta ahora.
TR: Pero, ¿y si tuviéramos en cuenta al clima?
RC: Lo que sabemos es que tenemos que recortar las emisiones del carbón. No podría afirmar que debemos frenar todas las plantas de carbón porque no sé cómo ya que dependemos mucho de ellas. Pero sí estoy dispuesto a afirmar que a partir de todo lo que sabemos ahora, estas emisiones van a tener que ser recortadas y de forma drástica.
TR: ¿Es factible la retención de carbono a gran escala?
RC: No creo que se haya demostrado que sea factible aún. Todavía falta responder unas cuantas preguntas importantes, algunos de ellas son geológicas, algunas de ellas químicas. Por el lado químico, la pregunta es si el CO2 tiene que ser capturado como gas o si puede ser procesado in situ para formar un bloque sólido. Existen nuevas e interesantes ideas acerca de cómo atrapar el CO2 utilizando procesos químicos minerales para lograr solidificarlo, en vez de simplemente capturar el gas; y también podría haber una mezcla de enfoques. Desde la perspectiva geológica, la seguridad de almacenamiento a largo plazo y la eficacia que conlleva todavía necesitan ser demostrados en cantidades colosales como las que existen en la realidad.
TR: ¿Cuál es la mejor estrategia para transformar la infraestructura de energía en una sin combustibles fósiles?
RC: La eficiencia energética es lo más prometedor en este momento, pero no nos llevará al punto que necesitamos llegar. La siguiente perspectiva grande sería al menos tratar de cambiar nuestra metodología de transporte, cambiando los motores a combustión interna basados en hidrocarburos líquidos por vehículos impulsados por electricidad. Si eso se puede lograr, se abre la posibilidad de utilizar fuentes renovables y nucleares para producir electricidad. Pero como funciona todo ahora, no podemos cambiar el petróleo por electricidad, ya que aunque tuviéramos abundante electricidad producida por el viento o el sol, no podríamos utilizarla en nuestro parque automotor. La agenda de investigación estaría ocupada en la producción efectiva de electricidad renovable, en su adecuado almacenamiento, lo cual sigue siendo el gran problema, y luego la distribución. Es aquí donde entra la red de energía eléctrica, para transportar electricidad a través de distancias más extensas sin tener pérdidas importantes, extendiendo su capacidad cuantitativa y diseminación geográfica. Esto permitiría alcanzar el objetivo estratégico de utilizar la electricidad para el transporte, como también para reemplazar la electricidad producida por carbón.
TR: ¿Y a más largo plazo?
RC: Para reemplazar completamente los combustibles fósiles, si ese es el objetivo a largo plazo, hay que traer tecnologías más sofisticadas, como ser nuevos materiales para las fotovoltáicas que produzcan de tres a diez veces más energía que las que tenemos ahora. La separación electrolítica de agua para fabricar hidrógeno, por ejemplo – las demostraciones hechas por Daniel Nocera en MIT y sus colegas de Caltech son al menos una demostración factible a escala de laboratorio – podría abrir un camino que interesante: hidrógeno combustible.
TR: ¿Serán los nuevos tipos de energía nuclear una respuesta acertada dentro de dos décadas?
RC: Sí, como también será la electrólisis de agua, que la mayoría de las personas jamás hubiera pensado que era a lo que queríamos llegar. Pero si funciona, entonces la pregunta es, ¿podemos hacer que el hidrógeno sea un medio de almacenamiento a elegir?
TR: La I+D en tecnología nuclear pende de un hilo, ¿verdad?
RC: Es verdad.
TR: Y eso debe cambiar, ¿no?
RC: Creo que sí. No hemos hecho mucho de lo que yo llamaría "investigación a nivel universitaria" sobre este campo. Estados Unidos ha invertido en grandes programas de fisión y fusión. Si quieres involucrarte en ese trabajo, tienes que ser parte de uno de esos equipos que ahora son esencialmente internacionales. Existen personas allí afuera con ideas de procesos alternativos que producen electricidad a partir de procesos nucleares, con objetivos de fusión diferentes, con diferentes mezclas de deuterio y helio y litio y boro, aunque muchas ideas no han llegado muy lejos.
TR: ¿Necesitamos que se ponga más empeño en la investigación sobre geo-ingeniería a nivel internacional para limitar el calentamiento global bloqueando luz solar, por ejemplo?
RC: Creo que necesitamos la investigación. Trato de no confundir la investigación con un juego que compromete el sistema en el mundo real. La intervención real para tratar de lograr una solución a gran escala debería tener algunas limitaciones. Hay un montón de condiciones necesarias en las que ni siquiera hemos pensado seriamente todavía. El problema también es que no se está fomentando la investigación, y creo que eso debería cambiar.
TR: ¿Por qué?
RC: Bueno, porque así conoceremos mejor el sistema. Por ejemplo, la idea de fertilizar el océano con hierro [para absorber el dióxido de carbono] surgió en 1990-91. Eso ayudó en muchas investigaciones científicas. Aunque actualmente se piense que esa fertilización sirvió de poco, lo que hemos aprendido acerca de los océanos ha sido extremadamente valioso. Y creo que mucha de la investigación de geo-ingeniería probablemente lleve a que digamos, “Sabes, esto no ha funcionado, pero hemos aprendido un montón de todas formas.”
TR: Entonces, vale la pena seguir con esto no por su valor en si, sino ¿por sus beneficios colaterales?
RC: Bueno, es demasiado pronto para saberlo. Estaría muy sorprendido si la investigación de geo-ingeniería nos lleva a una solución concreta; muy, muy sorprendido.