Un nuevo informe sugiere un error en las estimaciones de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un comité científico de la Unión Europea ha publicado un informe argumentando que las políticas de la UE a favor de los biocombustibles se basan en un "grave" error en el cálculo de las emisiones de efecto invernadero globales de gases asociados a combustibles. El resultado, afirma el comité, es una subestimación que podría tener "enormes" consecuencias relacionadas con el clima.
Según señala el comité, las políticas, que incluyen el sistema de comercio de emisiones y de energías renovables de la UE, no tienen debidamente en cuenta los efectos de los cambios de uso de la tierra. El comité concluye que, como consecuencia, los biocombustibles son a menudo considerados neutrales en cuanto al carbono, cuando en realidad podrían estar añadiendo carbono a la atmósfera.
Bajo las normativas actuales, si una fuente de energía se deriva de las plantas, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de su combustión se consideran iguales al carbono que las plantas tomaron de la atmósfera a medida que crecieron, y por lo tanto no cuentan. Un razonamiento similar ha llevado a muchos gobiernos de todo el mundo a considerar los biocombustibles como neutrales en cuanto al carbono, y a promover su producción y uso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En los últimos años, sin embargo, muchas personas dentro de la comunidad científica han disputado esta premisa, señalando que no tiene en cuenta los aumentos de las emisiones que resultan de los cambios del uso del suelo asociados con los cultivos para combustibles.
Algunas de las actuales políticas de la UE, en particular las destinadas a fomentar la producción y uso de biocombustibles para el transporte, intentan tener en cuenta los cambios de uso directos. No obstante, este cálculo "es muy incierto y termina haciéndose sobre la base de estimaciones muy amplias", afirma John DeCicco, profesor de la Universidad de Michigan (EE.UU.) dedicado al estudio del uso de energía y emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el transporte. Con demasiada frecuencia, las políticas asumen que solo con la siembra de cultivos de biocombustibles se incrementará la cantidad de carbono absorbida de la atmósfera.
Ninguna de las políticas de la UE toman en cuenta los efectos indirectos del uso de la tierra, que a menudo son complicados y difíciles de rastrear. Por ejemplo, consideremos un campo de trigo que se convierte en cultivo energético. A su vez, en otro lugar, podría crearse tierra de cultivo para reemplazar el trigo y satisfacer la demanda alimenticia -posiblemente a través de la tala de más bosques o pastizales.
En última instancia, las cuestiones sobre cómo afectan los biocombustibles al clima se reducen a si se produce un aumento neto de la biomasa, y por lo tanto de la absorción de carbono, afirma Timothy Searchinger, profesor de asuntos públicos internacionales en la Universidad de Princeton (EE.UU.), cuyo trabajo cita el comité de la UE en el nuevo informe. "Si queremos una excusa para ignorar el carbono emitido por los tubos de escape, hay que averiguar si ha sido compensado por otra cosa", indica Searchinger. "¿Qué ha ocurrido para reducir el carbono en el aire?"