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DANIEL STOLLE

Cambio Climático

Dentro del club que marca la agenda climática a las empresas

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La iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia ha sido elogiada por impulsar a las empresas a tomar medidas contra el cambio climático. ¿Pueden los objetivos voluntarios sobre las emisiones llevar al mundo a donde necesita estar?

  • por Ian Morse | traducido por
  • 26 Mayo, 2023

Mientras miles de empresas anuncian a bombo y platillo sus planes para reducir la contaminación por CO2, una mesa redonda de consultores en sostenibilidad se ha erigido como árbitro de la acción climática para las empresas.

La iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi, por sus siglas en inglés) ayuda a las empresas a elaborar un calendario de actuación para reducir su huella climática mediante una combinación de reducción de la contaminación por gases de efecto invernadero, y la eliminación del CO2 de la atmósfera.

A cambio de una cuota, este equipo compuesto por varias docenas de analistas y expertos técnicos trabajará con las empresas para fijar y dar a conocer los objetivos para reducir su cuota de emisiones. Estos son lo suficientemente profundos y rápidos como para ajustarse a los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento global a menos de 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales. SBTi afirma que los objetivos que establece pretenden transmitir que la empresa ha puesto en marcha un calendario creíble para reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernaderos, alineándose con "la ciencia climática más reciente".

Tras años de trabajo en sostenibilidad a pequeña escala, SBTi está creciendo rápidamente. Ya ha dado su visto bueno a los calendarios de reducción de emisiones de más de 2.600 empresas, entre ellas Nestlé, PepsiCo y Apple. Además, SBTi está trabajando en el desarrollo de objetivos climáticos con más de 2.300 empresas, y espera ayudar a establecerlos en unas 10.000 compañías para 2025.

Los gobiernos también están tomando nota de su labor. El pasado noviembre, la Casa Blanca propuso un conjunto de normas que obligarían a los grandes contratistas federales a establecer planes de reducción de emisiones aprobados por el SBTi. 

El grupo ha recibido elogios por algunas de sus políticas más estrictas, y por implicar al sector privado en un debate constructivo sobre las emisiones climáticas.

Sin embargo, su creciente influencia también ha atraído el escrutinio y ha suscitado dudas sobre su desmesurado papel. El hecho de que una única organización fije las normas para muchas de las grandes empresas del mundo hace que sea esencial que esos objetivos climáticos sean dignos de confianza. Ahora, varios investigadores se preguntan si las directrices corporativas del SBTi son suficientemente agresivas, equitativas y claras.

Los críticos afirman que el SBTi da a las empresas demasiada libertad a la hora de fijar sus objetivos. Ya que les permite recurrir a ciertas herramientas dudosas para hacer frente a las emisiones, e impone a las startups de países emergentes las mismas normas que a los grandes contaminadores históricos.

Según varios estudios, los métodos del grupo pueden exagerar los avances de las empresas en materia climática. Bill Baue, uno de los primeros asesores técnicos de la organización, ahora es uno de sus críticos acérrimos y afirma que han mostrado un "patrón persistente de desprecio temerario por la verdad y la transparencia" en sus respuestas a estas críticas.

Según algunos expertos, el peligro más generalizado es que el público está recibiendo un enfoque de segunda sobre la acción climática. Pues las empresas adoptan medidas electivas, mientras que los gobiernos fracasan al aprobar normas estrictas sobre emisiones.

"Los optimistas aseguran: 'Tenemos que utilizar todas las herramientas de las que dispongamos, incluida esta iniciativa voluntaria'", afirma Jessica Green, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto (Canadá). que estudia cómo se regula el sector privado. "No está mal, pero las empresas se están dando palmaditas en la espalda por una acción climática que no es suficientemente creíble para afrontar esta crisis".

Alberto Carrillo Pineda, director técnico del SBTi, defiende las prácticas de la organización, señalando que las empresas con las que trabaja han reducido las emisiones antes de lo exigido. Además, subraya que SBTi está trabajando para resolver las preocupaciones.

"Hasta que empezamos a hacerlo, nadie había hecho lo que estamos haciendo ", asegura Carrillo. "Una vez que empezamos, comienzas a aprender cada vez más. Es un campo en evolución".

Establecimiento de normas

En virtud del histórico Acuerdo de París sobre el clima, alcanzado en 2015, la mayoría de los países del mundo se comprometieron a mantener el calentamiento global "muy por debajo" de los 2 °C, y a esforzarse por limitarlo a 1,5 °C. Sin embargo, no establecieron el camino para lograrlo, ni quién lo allanaría.

Ese mismo año, profesionales de la sostenibilidad de World Resources Institute, World Wildlife Fund, Carbon Disclosure Project (ahora denominado CDP) y del Pacto Mundial de las Naciones Unidas crearon el SBTi. Este consorcio ideó varias formas de distribuir la responsabilidad de las empresas en la reducción de las emisiones y el cumplimiento de los objetivos de temperatura, en función del sector, el tamaño de la empresa y otros factores.

Otras organizaciones también ofrecen acreditaciones de sostenibilidad similares, pero el SBTi destaca como ventanilla única para traducir la ciencia climática en objetivos para las empresas. Además, la afiliación a la ONU y la reputación medioambiental de los grupos fundadores del SBTi han contribuido a que sea la opción más popular entre las empresas que buscan establecer planes de emisiones percibidos como científicamente sólidos.

"Todo lo que se toca en la gobernanza del sector privado vuelve a la pregunta de '¿Qué va a hacer el SBTi?", afirma Danny Cullenward, experto en el mercado del carbono e investigador del Instituto de Derecho y Política de Eliminación del Carbono de la American University (AU, por sus siglas en inglés).

Los observadores han alabado muchas de las normas de la organización y, en particular, su negativa a utilizar compensaciones de carbono para cumplir los objetivos. Las compensaciones permiten a las empresas pagar a otros para que reduzcan sus emisiones o eliminen CO2de la atmósfera mediante la plantación de árboles, la reforestación o proyectos similares; para luego descontar los beneficios climáticos de sus propias emisiones. No obstante, numerosos estudios e investigaciones han descubierto que esos programas suelen inflar los avances reales en materia climática.

Otros atribuyen al SBTi el mérito de haber convencido a una parte cada vez mayor del sector privado para que adopte medidas significativas y hacer frente a las emisiones. Según el grupo, las empresas que han aprobado sus objetivos suelen reducir sus emisiones directas un 12% al año, muy por delante de lo que exige la organización. Según los observadores, fijar objetivos también ha tenido un efecto más amplio en el sector, ya que ha contribuido a elevar el nivel de exigencia de otras empresas y grupos de estandarización empresarial.

Escogiendo caminos

El punto de partida del planteamiento de SBTi es lo que se conoce como "presupuesto de carbono" mundial. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU determinó que, colectivamente, los países solo pueden permitirse emitir otras 500.000 millones de toneladas métricas de CO2 durante las próximas tres décadas, y seguir teniendo una probabilidad del 50% de mantener el calentamiento en 1,5 °C.

El SBTi asigna cuotas de ese presupuesto de carbono a sectores y empresas, que tienen varias opciones para fijar sus objetivos. Dos tercios de las empresas han optado por el método más sencillo: comprometerse a reducir las emisiones anuales hasta 2030. Para estar en consonancia con los objetivos en torno al 1,5 °C, el SBTi exige a las empresas que planifiquen la reducción de emisiones al menos en un 4,2% al año en toda su cadena de suministro. Algunas empresas, como Tyson Foods, Cargill y McDonald's, optaron por un objetivo de 2 °C, aunque recientemente el SBTi ha dejado de aprobar planes para este objetivo más laxo.

En su mayoría, el sector privado no está obligado legalmente a reducir sus emisiones. No obstante, las empresas se enfrentan a una presión cada vez mayor por parte de inversores, clientes, activistas y responsables políticos para demostrar que se toman en serio el problema de las emisiones y que abordan los riesgos crecientes del propio cambio climático. Las empresas que obtengan la aprobación del SBTi podrán afirmar en sus consejos de administración, en el marketing [CCB1] [AP2] de sus productos y en sus comunicaciones con los inversores que están haciendo ambas cosas.

El SBTi ha desarrollado un proceso para medir las emisiones de referencia de una empresa, y se basa en el trabajo del Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG Protocol, por sus siglas en inglés). Esta es una asociación similar entre ONGs y el sector privado, que establece normas para informar sobre las emisiones para luego aprobar el calendario de una empresa con el objetivo de reducirlas. El SBTi subraya que no evalúa ni aprueba las estrategias concretas que utilizan las empresas para alcanzar el objetivo. Sin embargo, sí ejerce cierto control sobre la elección de las herramientas, como prohibir el uso de compensaciones.

Las empresas también pueden optar por seguir una vía sectorial concreta, que suele ser más atractiva para industrias como la aviación, el cemento y el aluminio, que son especialmente difíciles de limpiar con las tecnologías actuales. En ese caso, el SBTi asigna cuotas del presupuesto de carbono a los sectores, y a las empresas que los componen, basándose en la bibliografía científica, los datos de mercado y las orientaciones de los expertos del sector.

Por ejemplo, la industria marítima tiene un presupuesto total de entre 12.000 y 16.000 millones de toneladas de CO2 para emitir hasta 2050. El SBTi da a este sector más tiempo para descarbonizarse que a otras industrias porque se prevé que los métodos para reducir las emisiones del transporte marítimo, incluido el cambio a combustibles de bajas emisiones como el amoníaco y el hidrógeno, tardarán un tiempo en ampliarse.

El SBTi también ha desarrollado objetivos de cero emisiones netas a largo plazo, con la misión de que en 2050 las empresas emitan solo la cantidad de gases de efecto invernadero que puedan eliminar de la atmósfera de manera fiable y duradera. Así han aprobado objetivos de este tipo para unas 200 empresas, entre ellas Colgate Palmolive, Etsy y H&M.

En 2022, el SBTi aprobó los objetivos fijados por más de 1.000 empresas. Ahora, aquellas que se inscriban tendrán que esperar hasta seis meses. Steve Suppan, analista político del Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP, por sus siglas en inglés), afirma que el reducido tamaño de su equipo de validación, que pasó de 11 a 15 personas en el último año, es "el mayor reto al que se enfrenta el SBTi".

El grupo exige a las empresas que revisen sus objetivos al menos cada cinco años, y colaboren con la organización para recalcularlos cuando se produzcan cambios importantes que afecten a los objetivos. SBTi también se está preparando para implantar formas de supervisar y verificar si los progresos de las empresas van por buen camino.

 

Una delgada línea

El proceso de asignar un presupuesto limitado de carbono a empresas, sectores y regiones individuales depende de supuestos sobre cómo será la economía del futuro, y cómo asignar equitativamente la responsabilidad de la acción climática.

"Ahí es donde estas métricas e indicadores se alejan de la ciencia y nos llevan al terreno de los valores, la ética y la moral", afirma Mark McElroy, director del Centro de Organizaciones Sostenibles (CSO, por sus siglas en inglés), y miembro del grupo original de asesoramiento técnico del SBTi.

Algunos críticos, por ejemplo, sostienen que los métodos del SBTi no tienen en cuenta la responsabilidad histórica del calentamiento actual, ni los obstáculos que pueden encontrar los países emergentes para reducir sus emisiones. La preocupación es que las empresas arraigadas en regiones ricas, que llevan décadas contaminando el clima, reciban el mismo trato que las startups de países emergentes con recursos limitados para modificar sus prácticas empresariales.

Por ello, los científicos han afirmado que los métodos del SBTi no respaldan un principio de la ONU, establecido en 1992, según el cual los países más ricos deben asumir una mayor parte de la responsabilidad a la hora de mitigar el cambio climático.

McElroy desarrolló uno de los pocos métodos para fijar objetivos de emisiones en el sector privado que también puede incorporar esas consideraciones de equidad global. Además, reevalúa los objetivos cada año, obligando a las empresas a hacer más para mantenerse dentro de los presupuestos de emisiones acumuladas de su sector.

Anders Bjørn, becario postdoctoral de la Universidad Técnica de Dinamarca, descubrió en un estudio de 2021 que los métodos del SBTi para fijar objetivos pueden conceder a las empresas demasiada holgura al permitir que las emisiones totales del sector superen lo aceptable según el objetivo de 1,5 °C de temperatura. Cuando comprobó la precisión de una serie de enfoques de este tipo, descubrió que el método de McElroy (que SBTi no utiliza) es el que mejor mantiene a las empresas alineadas con esos objetivos.

La investigación de Bjørn también ha puesto de manifiesto otra preocupación entre los científicos. Las empresas de SBTi pueden exagerar sus avances al basarse en créditos de energías renovables, que han suscitado preocupaciones similares a las que rodean a las compensaciones de carbono. Esta herramienta permite a las empresas contabilizar los pagos a proyectos energéticos con bajas emisiones de carbono como reducciones de sus propias emisiones. Sin embargo, las energías renovables como la eólica y la solar son cada vez más baratas y se benefician de incentivos gubernamentales. Por lo que cada vez es más difícil justificar que el crédito es necesario para su desarrollo.

"SBTi camina por una línea muy fina y llena de matices", afirma Cullenward. "En aplicaciones específicas, el concepto de compensación está muy presente".

Una investigación reciente del NewClimate Institute y Carbon Market Watch también ha destacado el hecho de que el SBTi permite a determinados sectores utilizar proyectos similares a las compensaciones, siempre que estén dentro de sus propias operaciones o cadenas de suministro, una práctica que denominan insetting. En una investigación anterior, estas dos organizaciones también descubrieron que las empresas se aprovechaban de una política del SBTi que permite a las empresas seleccionar como punto de partida los años que hayan tenido emisiones especialmente elevadas, lo que facilita la consecución de reducciones anuales posteriores.

Además, el SBTi ha suscitado otra preocupación por posibles conflictos de intereses, sobre todo, por ganar dinero de las empresas que evalúa. Ya que cobra a las empresas por sus servicios, con precios que oscilan entre los 1.000 dólares y 14.500 dólares (entre 930 euros y 13.500 euros), dependiendo del tamaño de la empresa y la complejidad de sus objetivos climáticos. En 2021, también recaudó 36 millones de dólares (unos 33 millones de euros) del Fondo Bezos para la Tierra, la Fundación Laudes y la Fundación IKEA. Es más, IKEA ya ha recibido la aprobación para sus objetivos a corto plazo.

Otro motivo de inquietud es la eliminación del CO2. Según los planes de emisiones "cero netas" de SBTi, las empresas pueden contrarrestar hasta un 10% de sus emisiones con la "eliminación permanente" de CO2 de la atmósfera. Con estos esfuerzos, se espera haber anulado entre 20.000 y 40.000 millones de toneladas de emisiones en 2050.

Sin embargo, SBTi no ha aclarado cómo se llevará a cabo esta eliminación de carbono. No todas las técnicas para eliminar el carbono de la atmósfera pueden hacerlo de forma permanente, y ninguna de las opciones fiables y a largo plazo es barata o está ampliamente disponible. Ante esta preocupación, un grupo de investigadores y empresas ha pedido al SBTi que defina "permanente" como algo que dura, al menos, mil años y que anime a las empresas a invertir en el desarrollo de estas tecnologías.

El proceso de SBTi también deja otras dos lagunas evidentes. Para limitar el calentamiento a 1,5 °C, todas las empresas del mundo deberán reducir sus emisiones a niveles anuales similares. Pero, hasta ahora, las empresas con objetivos aprobados y comprometidas a desarrollarlos solo suman 3.000 millones de toneladas de CO2 (u otros gases de efecto invernadero con efectos equivalentes de calentamiento). Mientras tanto, el mundo produce unos 41.000 millones de toneladas al año solo por utilizar energía. Cabe destacar que, en la actualidad, el grupo tampoco aprueba objetivos para las empresas del sector de los combustibles fósiles, fuente de la inmensa mayoría de las emisiones de origen humano. Incluso si se reducen sustancialmente las emisiones de otros sectores, no se podrá hacer mucho para mitigar el cambio climático si no se introducen cambios radicales en la forma de operar de las empresas de petróleo y gas.

Afrontar los desafíos

En respuesta a varias críticas, SBTi afirma estar ajustando la forma en que estructura la organización. Ha contratado a un director de Cumplimiento para gestionar las quejas, y ha formado un consejo técnico para revisar y aprobar decisiones más técnicas.

No obstante, ha defendido sus métodos para fijar objetivos, asegurando que otros enfoques, incluido el de McElroy, se basan en medidas económicas volátiles. También añade que su planteamiento debe juzgarse en función de muchas medidas diferentes, y que debe equilibrar una ciencia rigurosa con una aplicación "viable". En la misma línea, afirma que las empresas deberían poder elegir el año para establecer las emisiones de referencia, ya que cambian sus estructuras a menudo y los principios de contabilidad de las emisiones mejoran continuamente.

En un comunicado, el grupo señaló que está trabajando para incorporar datos regionales que garanticen que los objetivos son más ambiciosos y globales, otro tema que estudiará el consejo técnico.

El SBTi también está trabajando con el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero para impulsar la transparencia y evaluar si debe actualizar las políticas relativas al uso de créditos de energías renovables. "No es un reto exclusivo del SBTi, pero se ha comprometido a abordarlo", añade el comunicado.

El grupo discrepa de que alguna de las prácticas que permite equivalga a una forma de compensación. Afirma que es necesario seguir trabajando para comprender los beneficios climáticos de la inserción, y que evaluará estos proyectos caso por caso.

En cuanto a la preocupación por los conflictos de intereses, SBTi sostiene que sus honorarios solo sirven para garantizar que la organización pueda hacer frente a la demanda de sus servicios. La mayor parte de la financiación procede de fundaciones benéficas. "No tenemos ningún interés comercial", explica Pineda. "Con las entidades que evaluamos, tenemos una gobernanza independiente".

También subraya que los métodos para succionar carbono de la atmósfera representan una pequeña parte de los planes aprobados por SBTi. El mundo "no puede confiar en la adopción a gran escala" de la eliminación del carbono. "Tenemos que confiar en una rápida descarbonización".

Por último, este año el SBTi tiene previsto dar a conocer detalles sobre cómo piensa controlar si las empresas van por buen camino para cumplir sus objetivos, y qué hará en caso contrario.

Proporcionar una cobertura

Para 2025, el SBTi espera aprobar objetivos para empresas por un valor total de 20 billones de dólares (unos 18.000 millones de euros), y responsables de 5.000 millones de toneladas de emisiones anuales. No obstante, esto solo representaría una pequeña parte de la contaminación climática mundial. Y algunos temen que, en lugar de reforzarse, las normas del grupo se desvíen a partir de este punto, a medida que más grandes empresas se unan al redil y presionen contra las normas más estrictas.

Doreen Stabinsky, catedrática de Política Medioambiental Global en el College of the Atlantic (EE UU), teme que "para intentar agradar sector empresarial", el SBTi relaje sus requisitos con el tiempo. En octubre, la catedrática y otros científicos dijeron a la organización que, sin acceso público a los datos sobre emisiones que maneja el SBTi, sus objetivos climáticos son "inescrutables". Stabinsky y Bjørn forman parte del recién creado consejo técnico del SBTi.

Otros sostienen que hay un problema más fundamental aún, que no puede abordarse mediante actualizaciones técnicas. Es posible que las normas voluntarias sean incapaces de obligar a las empresas con ánimo de lucro a emprender las rápidas transformaciones sistémicas que exigen los objetivos de temperatura de la ONU y la realidad climática.

Además, los objetivos aprobados formalmente por el grupo podrían tener el efecto perverso de proporcionar cobertura climática a las empresas, permitiéndoles dar largas a la hora de realizar los cambios necesarios, o incluso presionar en contra de normas más estrictas.

El SBTi reconoce la importancia de la acción gubernamental y considera que la regulación es vital para animar a los "adoptantes más lentos" de medidas climáticas. Sin embargo, varias empresas con objetivos aprobados por el SBTi se han opuesto públicamente a las normas propuestas por la Comisión del Mercado de Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de EE UU para exigirles que publiquen sus planes de emisiones y revelen su exposición a riesgos sobre el clima, como inundaciones e incendios.

Tyson afirmó que la divulgación de información sobre el clima podría "enfriar la innovación y perjudicar a la competencia", y Walmart pidió a la Comisión que eliminara los requisitos de divulgación de información financiera relacionada con el clima. Además, ejecutivos de Apple y PepsiCo son miembros de la Business Roundtable, que ha presionado a la Comisión para que reduzca la obligación de informar sobre los riesgos climáticos en las cadenas de suministro, según un análisis de The Guardian.

Para Green, el SBTi actúa más como un club que como un regulador, pues está más interesado en que la gente se afilie que en cambiar su comportamiento. Y recuerda que no es la única opción, ni siquiera la mejor, para impulsar la acción por el clima. Esla única disponible ahora, mientras los países no aprueben y apliquen normas estrictas sobre emisiones, a pesar de los peligros crecientes del cambio climático.

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