ARPA-E apoya tecnologías energéticas de alto riesgo, y alta rentabilidad. Esto es lo que Evelyn Wang, su nueva directora, cree que está por venir
El Gobierno de Estados Unidos ha participado en la creación de algunos de los inventos más emblemáticos del siglo XX, desde los ordenadores personales hasta el GPS moderno. Ahora, está haciendo lo mismo con la energía.
La agencia responsable de estos avances fue la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA, o Defense Advanced Research Projects Agency en inglés). Fundada en el año 1958 como parte del Departamento de Defensa, DARPA financió la investigación y dirigió las tecnologías relacionadas con la defensa desde la idea hasta la ejecución. Así se ha convertido en un modelo mundial para los gobiernos que quieren apoyar la investigación avanzada.
Inspirándose en el modelo de DARPA, ARPA-E se creó en el año 2007 como parte del Departamento de Energía para impulsar innovaciones similares en el campo de la energía. Desde entonces, ARPA-E ha concedido más de 3.000 millones de dólares (unos 2.840 millones de euros) a más de 1.400 proyectos de investigación energética avanzada y ha contribuido a lanzar al mercado tecnologías innovadoras. Jennifer Granholm, secretaria de Energía de EE UU, la ha llamado la "fábrica moonshot" (algo así como fábrica de lo inimaginable).
En enero de 2023, Evelyn Wang dejó su puesto de directora del Departamento de Ingeniería Mecánica del MIT y tomó posesión de ARPA-E como su nueva directora. Nos hemos sentado a hablar con Wang de lo que está por venir en el campo de la tecnología energética, los retos que nos esperan y cómo medir el progreso de la investigación en sus primeras fases. He aquí algunos extractos de nuestra conversación, editados para mayor claridad y extensión.
¿Cuál cree que es el papel actual de ARPA-E en el avance de la tecnología energética y cómo se relaciona con el Departamento de Energía en general?
Las tecnologías energéticas a veces tardan una década, más o menos, en desplegarse de forma significativa e impactante. Creo que muchos de los trabajos en los que suele centrarse el resto del Departamento de Energía tienen una hoja de ruta, y se enfocan en los beneficios a corto plazo.
Nos dedicamos a las tecnologías energéticas de alto riesgo y alta rentabilidad, potencialmente transformadoras. Creo que abarcamos un espacio bastante amplio, desde los aspectos fundamentales hasta la realización práctica de un prototipo que pueda comercializarse en el futuro.
Considero que hay aspectos complementarios, pero, a menudo, diferimos por estar trabajando en estas innovaciones tecnológicas arriesgadas y largoplacistas. Ahí es donde ARPA-E es una fuerza enorme, ya que tomamos cosas que no sabemos si van a funcionar o no, pero que tienen el potencial de transformar el panorama energético. Y es algo que otras agencias no hacen.
¿En qué ámbitos podría innovarse en el campo de la energía?
A corto plazo, trabajamos mucho en cómo mejorar los materiales semiconductores, por ejemplo, para crear una red más capaz. Queremos pensar en cómo soterrar nuestra red, ya que el soterramiento de los cables es importante en muchos de nuestros esfuerzos recientes.
El océano es un ámbito que hemos empezado a explorar y es un espacio sin explotar, en términos de apoyo financiero dentro del DOE (Department of Energy, por sus siglas en inglés). Hemos reflexionado mucho sobre las técnicas marinas de eliminación de dióxido de carbono, la validación y la detección son fundamentales para saber cuánto CO2 capturamos en el océano. En este momento, hay otras oportunidades en términos de minerales críticos, y cómo podríamos aprovechar estos minerales críticos del océano.
¿Cómo sabe si la agencia está teniendo éxito, cuando se trata de jugadas tecnológicas a largo plazo?
Nos fijamos en indicadores de impacto. Por ejemplo, en las cifras de propiedad intelectual. También observamos el número de start-ups que se crean y en cuántas OPI (oferta pública inicial o initial public offer, IPO, por sus siglas en inglés), fusiones y adquisiciones se producen.
Sin embargo, más allá de estas cifras, el mejor indicador es el éxito de algunas empresas que hemos financiado. Un ejemplo muy convincente son las tecnologías de detección de gas metano. Por lo general, en la industria del petróleo y el gas, era necesario que una persona fuera con una tecnología de detección para encontrar manualmente fugas [de metano] en las tuberías.
Una empresa llamada Bridger ha utilizado una tecnología que se basa en lidar (Light Detection and Range, por sus siglas en inglés, un método remoto de detección que examina la superficie terrestre). Pueden utilizarlo con un avión no tripulado y volar a través de tuberías, ya que tienen la sensibilidad para identificar exactamente dónde están las fugas.
Cuando pusimos en marcha este programa, el sector del petróleo y el gas ni siquiera sabía si sería posible, aunque podría ahorrarles mucho dinero. Y que Bridger disponga de esta tecnología supone una gran oportunidad de transformación para el sector del petróleo y el gas.
Ahora, esta empresa está obteniendo beneficios. Ese es el primer indicador de éxito, pero la historia y el viaje también son muy valiosos: el hecho de que la industria ni siquiera supiera que podía tener una tecnología así y ahora estemos en un punto donde es rentable, porque hay una gran necesidad en la industria.
¿Cómo será el futuro de la innovación energética?
Ahora es un momento crítico para la energía, para nuestra seguridad energética y el clima. Cuando pensamos en lo que tiene que ocurrir de aquí al año 2050 para cumplir nuestros objetivos de emisiones, es el momento más crítico.
Las tecnologías energéticas y, en especial, estas innovaciones transformadoras llevan tiempo. Pero en realidad, cuando pensamos en ello, no tenemos mucho tiempo y necesitamos acelerar el progreso. Como somos una fábrica de ideas, una fábrica de sueños ambiciosos, debemos pensar con más audacia, y hacerlo con más ambición, acelerando las escalas de tiempo donde podemos tener un impacto.
Sólo somos una parte de todo el ecosistema energético, y necesitamos que todo el mundo se comprometa con estos problemas. Necesitamos a personas innovadoras, pero también a los inversores, los académicos, los laboratorios gubernamentales, necesitamos avanzar todos juntos para ayudar a salvar el mundo. Es casi un llamamiento para que nos pongamos todos manos a la obra, porque nuestro futuro depende de ello.