Para Daniel Oliver, inversor 'startups' del sector salud, el ecosistema español de emprendimiento en ciencia empieza a tomar fuerza. En este episodio del pódcast 'Constante Futuro' dedicado al 'deep tech', reflexiona sobre las tendencias del sector que abordarán la genómica, la biología sintética o la computación cuántica. También pronostica que la medicina preventiva y la personalizada experimentarán un auge debido al envejecimiento de la población
Contenido elaborado con el apoyo de MAPFRE
Las tecnologías de última generación como el big data o la inteligencia artificial aplicadas a la medicina tienen el potencial de revolucionar cómo cuidamos nuestra salud. Prueba de ello es el crecimiento exponencial de las empresas dedicadas a la innovación deep tech en el ámbito sanitario: solo en 2021, las start-ups de medicina digital recibieron casi 31.000 millones de dólares en capital riesgo (unos 30.100 millones de euros) a nivel mundial, un 68% más que el año anterior.
En este panorama de efervescencia, los fondos de inversión dan un impulso clave al ecosistema. Lo sabe bien Daniel Oliver, director de Capital Cell, plataforma de financiación participativa especializada en biomedicina, y socio de Nara Capital, una nueva firma de inversión enfocada en biotecnología y tecnología médica que está preparando el lanzamiento de un fondo. De su mano, y tras conocer el testimonio de la emprendedora Esther Rodríguez Villegas, trazamos el pasado y el futuro del emprendimiento en tecnología profunda sanitaria en el pódcast Constante Futuro, realizado por MIT Technology Review en español en colaboración con MAPFRE. Puedes escuchar su entrevista a partir del minuto 23.
La siguiente entrevista ha sido editada por su longitud y para su claridad.
En tu opinión, ¿qué pueden aportar los inversores profesionales a una start-up, más allá de la financiación, y qué queréis aportar vosotros con Nara Capital?
Un fondo de inversión, a diferencia de un banco, siempre va a ser alguien que tiene o muchos contactos o conocimientos muy especializados en áreas muy concretas que quiere aportar a las empresas. La misión de un fondo de inversión es ganar dinero, pero a través de una actividad con un cierto impacto. En nuestro caso, queremos ver cómo evolucionan las empresas que tienen tecnologías disruptivas en salud, que pueden cambiar la manera en que vamos al médico, curamos a los enfermos o prevenimos las enfermedades.
Nuestra misión es identificar tecnologías y equipos que puedan hacer eso y apoyarles en todo lo que podamos. Con dinero, claro, los recursos financieros son la bisagra del resto; pero también podemos ayudarles estratégicamente. Hemos visto las trayectorias de muchas empresas y sabemos cómo hay que planificar las diferentes rondas de inversión, la contratación de personal, el crecimiento... Somos particularmente buenos en temas de desarrollo clínico, y podemos ayudar mucho en la planificación de un proceso esencial en estas tecnologías: conseguir demostrar con datos que efectivamente es capaz de mejorar la vida de los pacientes, simplificar un proceso y ahorrar dinero.
"Queremos ver cómo evolucionan las empresas con tecnologías disruptivas que pueden cambiar cómo vamos al médico o prevenimos las enfermedades"
Por el momento, Nara Capital ha realizado inversiones en tres proyectos. ¿Qué perfiles de empresas buscáis y qué oportunidades de mercado consideráis más interesantes?
Nos queremos fijar sobre todo en empresas que estén llevando a cabo proyectos que estén adelantados a lo que hay en el mercado al menos por un par de pasos. Queremos invertir en biotecnología, pero en la siguiente generación de biotecnología: terapia génica, biología sintética, inmunoterapias, etc. También empieza a haber fármacos digitales: la FDA [Administración de Alimentos y Medicamentos, la agencia gubernamental de EE. UU. responsable de la regulación de dispositivos y otros productos médicos] ha empezado a aprobar no hace demasiado los primeros digital therapeutics [terapias digitales].
Muchas de las start-ups que forman parte de vuestra plataforma, de Capital Cell, son spin-offs de universidades. Por tu experiencia, ¿a qué retos se enfrentan a la hora de aterrizar en el mercado?
¡A unos pocos! Son un tipo de empresa particular, una cohorte bastante exquisita con la que empezar a trabajar. Lo que sueles encontrarte, hablando de la parte negativa, es falta de experiencia empresarial, sobre todo si están en la fase de salir de los centros de investigación. España probablemente necesita mejorar bastante todavía en transferencia tecnológica, en creación de equipos y de spin-offs.
"España probablemente necesita mejorar bastante todavía en transferencia tecnológica, en creación de equipos y de spin-offs"
Fundaste Capital Cell en 2015 porque detectaste el potencial de las start-ups biomédicas en España. ¿Cómo has vivido la evolución del ecosistema de innovación en salud en España, especialmente en el ámbito deep tech y cómo calificarías su estado actual?
Hay una gran diferencia entre las start-ups en la alta tecnología sanitaria en 2020 respecto a 2010. España es un país que destaca muchísimo en ciencia: era el 11º productor mundial de artículos científicos en publicaciones de primera línea, y destacan algunos hotspots como Cataluña, que sería el tercer productor de ciencia biomédica per cápita del mundo. Somos uno de los puntales mundiales en ciencia, y espero que lo sigamos siendo durante un tiempo, a pesar de una cosa muy preocupante: la inversión pública en I+D lleva unos años en caída libre.
Tenemos un montón de muy buena ciencia. En los últimos años se ha ido complementando con las dos cosas que le faltaban: la capacidad emprendedora y el dinero. Ya hay bastantes fondos especializados en biomedicina y empieza a haber fondos enfocados al deep tech de manera más amplia. La cantidad de capital riesgo disponible para biotech se ha multiplicado en los últimos 5 años.
A nivel emprendedor, el emprendimiento es un ecosistema: una vez se crea una primera empresa, es como un ciclo de polinización. En esa empresa hay unas cinco o seis personas, que tienen éxito o fracasan, pero en todo caso acumulan experiencia. Si todo va bien, se van y fundan otras cinco o seis empresas, o entran como consejeros, o se dedican a la inversión... La rueda del talento y el emprendimiento en alta tecnología en España está empezando a pillar velocidad.
"En los últimos años la ciencia española se ha ido complementando con las dos cosas que le faltaban: la capacidad emprendedora y el dinero"
Como experto, ¿qué tendencias tecnológicas o innovaciones consideras que marcarán el sector salud en los próximos años y qué grandes desafíos se abordarán?
Pasan por dos categorías: las que vendrán de avances tecnológicos y las que vendrán de necesidades socioeconómicas. En el segundo caso, están claras: estamos llegando a un punto de saturación del sistema sanitario. Tenemos una población envejecida y dificultades para mantenerlo a nivel económico. De ahí vendrán tendencias como el crecimiento de la medicina personalizada y preventiva; dicho de otra manera: a medida que el sistema tenga que encargarse de mucha más gente que convive más años con enfermedades crónicas, se va a generar la necesidad de evitar que los problemas aparezcan y así no tener que sostener tratamiento durante 30 o 40 años.
Esto pasará por un foco mucho mayor en el diagnóstico muy temprano, de ahí proyectos que estamos viendo para detectar tumores 10 o 12 años antes de que ocurran, detectar predisposiciones genéticas a diabetes, enfermedades respiratorias... Todas las tecnologías que sean capaces de evitar que una enfermedad aparezca son una tendencia a futuro.
"Todas las tecnologías que sean capaces de evitar que una enfermedad aparezca son una tendencia a futuro"
También están las tendencias derivadas del hecho de que están apareciendo tecnologías francamente sorprendentes como la computación cuántica, que entre otras cosas puede ayudar a diseñar fármacos por ordenador de manera mucho más eficiente. También llevará a un nuevo nivel una tendencia ya clarísima, el uso de la inteligencia artificial, sobre todo aplicada a la imagen médica.
A nivel biológico, hay un montón de aplicaciones que se derivan de la genómica. El hecho de que ahora seamos capaces de secuenciar la totalidad el genoma de cualquiera persona también es una de las grandes transformaciones de la medicina. Hay una tendencia que a mí me fascina particularmente, que es la biología sintética, es decir, fabricar cosas vivas o modificarlas. Tiene grandes implicaciones éticas, pero también un montón de oportunidades, no solo en medicina: el diseño de organismos capaces de absorber petróleo para mareas negras, de bacterias más eficaces a la hora de reforestar... Aunque probablemente estamos a 10 o 20 años de poder hacer cualquier cosa con seres vivos.