Energy Dome ha puesto en marcha una instalación de prueba para almacenar energía en gas comprimido, pero los desafíos de ingeniería podrían ser más complicados de abordar
En un intento de encontrar una mejor manera de almacenar energía para la red eléctrica, una start-up italiana recurre a una fuente sorprendente: el CO2. La empresa, Energy Dome, ha construido una instalación de prueba para usar el gas de efecto invernadero en el almacenamiento de energía.
El uso de energía renovable ha ido creciendo en todo el mundo, pero fuentes como la eólica y la solar no están disponibles de forma constante, hecho que genera la necesidad de soluciones de almacenamiento. Actualmente, la mayor parte del almacenamiento de energía a gran escala utiliza baterías de iones de litio, que son caras, o energía hidroeléctrica de bombeo, que solo está disponible en ciertas ubicaciones. Los sistemas de almacenamiento de energía económicos que se pueden implementar en cualquier lugar podrían ofrecer un nuevo potencial para la energía renovable.
Energy Dome cree que el CO2 podría tener un papel importante en eso. La empresa asegura que su planta de demostración, donde ha diseñado y comenzado las pruebas, pronto podrá almacenar energía de manera segura y económica utilizando CO2 procedente de proveedores comerciales.
La compresión de gases para almacenar energía no es nada nuevo. Algunas instalaciones en todo el mundo llevan bombeando aire a enormes cavernas subterráneas bajo presión durante décadas. Después, lo usan para generar electricidad en una central de energía de gas natural. Pero Energy Dome recurrió al uso del CO2 debido a su física.
El CO2, cuando se comprime a presiones suficientemente altas, se convierte en líquido, algo que no ocurre con el aire a menos que se enfríe a temperaturas muy bajas. El CO2 líquido puede caber en depósitos de acero más pequeños cerca de donde se genera y utiliza la energía renovable.
En los diseños de Energy Dome, una membrana flexible contiene CO2 en una enorme cámara de cúpula a baja presión. Cuando existe exceso de electricidad disponible, el gas pasa por un compresor para alcanzar alta presión. Este proceso también genera calor, que se almacena de la misma manera.
Más tarde, cuando se necesita energía, el calor almacenado se usa para calentar el CO2, que se descomprime y hace girar una turbina, generando electricidad.
Claudio Spadacini, CEO de Energy Dome, afirma que sus primeras plantas a gran escala deberían costar poco menos de 200 dólares (189,9 euros) por kilovatio-hora (kWh). En comparación, un sistema de almacenamiento de energía de iones de litio de los que se usan en la actualidad, cuesta 300 dólares (284,8 euros) por kWh. Spadacini resalta que los costes se podrían reducir aún más, hasta llegar en torno a los 100 dólares (94,9 euros) por kWh, si la empresa logra escalar hasta contar con dos docenas de instalaciones grandes.
El concepto de almacenamiento de CO2 comprimido es "realmente prometedor", opina Edward Barbour, investigador de sistemas de energía de la Universidad de Loughborough en Reino Unido. Sin embargo, considera que la empresa tendrá algunos importantes desafíos de ingeniería. Retos como mantener los intercambiadores de calor en funcionamiento durante varias décadas de vida útil de la planta.
La instalación de demostración donde Energy Dome ha empezado recientemente las pruebas, tiene una capacidad de 4 megavatios-hora, energía suficiente para un hogar estadounidense promedio durante aproximadamente cuatro meses y medio. Spadacini señala que después de probar el funcionamiento de la instalación de demostración, Energy Dome pasará rápidamente a trabajar en plantas a escala comercial de 200 MWh, con el objetivo de comenzar la construcción el próximo año en Italia.
Los desafíos de ingeniería "no son insuperables, pero tampoco insignificantes", según Barbour. Eso significa que los plazos que Spadacini ha mencionado para escalar podrían no ser factibles, advierte: "Creo que hay cosas que quedan por resolver que podrían llevar un poco más de tiempo".