El conflicto amenaza con subir aún más los precios de la energía, lo que obliga a los países a lidiar con su profunda dependencia de los combustibles rusos
La decisión del presidente ruso, Vladimir Putin, de enviar tropas a Ucrania sobresaltó a los mercados energéticos, debido a los temores de que la escalada del conflicto y las sanciones resultantes puedan interrumpir el suministro mundial de combustibles fósiles.
Rusia es uno de los mayores productores de petróleo, gas natural y carbón del mundo, por lo que cualquier acción que reduzca las exportaciones podría tener un efecto dominó global, elevando los precios y ralentizando el crecimiento económico. Europa Occidental es especialmente vulnerable porque depende en gran medida de los combustibles fósiles de Rusia, a pesar de los firmes empeños en los últimos años para pasar a las fuentes de energía más limpias.
Según el informe del año pasado de la Comisión Europea, el petróleo, el gas natural, el carbón y otros combustibles fósiles representaron más del 70 % del consumo total de energía en la Unión Europea. Rusia suministró más del 41 % del gas natural, casi el 27 % del petróleo crudo y los líquidos separados del gas natural y alrededor del 47 % del carbón.
Incluso Alemania, la mayor economía de Europa, donde se ha invertido bastante en las fuentes de energía renovables, sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, en concreto para la calefacción y el transporte. Las fuentes de combustibles no fósiles satisfacen solo el 16 % y el 7,5 % de esas necesidades, respectivamente.
En respuesta a las acciones de Putin, el canciller alemán Olaf Scholz anunció los planes para detener el desarrollo del gasoducto Nord Stream 2, diseñado para transportar gas natural entre Rusia y la parte norte de Alemania.
Además, la Unión Europea y Estados Unidos han impuesto una variedad de sanciones que incluían estrictas restricciones a algunas instituciones financieras estatales y élites rusas. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se comprometió a tomar medidas más severas contra Rusia "si continúa con su agresión". También hizo hincapié en que su administración estaba ya tomando medidas para garantizar que el conflicto no aumentara los precios de energía para los usuarios estadounidenses.
"Estamos realizando un plan en coordinación con los principales consumidores y productores de petróleo hacia una inversión colectiva para asegurar la estabilidad y el suministro global de energía", afirmó Biden en la Casa Blanca el pasado martes, según CNN. "Esto amortiguará los precios de la gasolina. Quiero limitar el sufrimiento del pueblo estadounidense en las gasolineras", añadió.
Hay algunos escenarios que podrían provocar la subida de precios. Las sanciones internacionales podrían incrementar directa o indirectamente los costes de producción o de distribución de los combustibles fósiles. El conflicto en sí podría afectar el funcionamiento de los gasoductos a través de Ucrania. Rusia podría decidir reducir la velocidad o incluso detener los suministros con fines estratégicos.
Mientras las naciones europeas podrían aprovechar otras fuentes de petróleo y carbón, los restringidos suministros globales y los sistemas de tuberías existentes limitan severamente las alternativas para el gas natural. De acuerdo con un análisis reciente del grupo de expertos en economía Bruegel, un corte total del gas natural ruso en Europa occidental requeriría múltiples y frenéticos esfuerzos para mantener los hogares calientes y las industrias en marcha, especialmente si éste fuera prolongado. Estos esfuerzos podrían incluir reducir la demanda de energía, aumentar la producción nacional, aprovechar las reservas de emergencia, intentar encontrar proveedores alternativos, retrasar el cierre de las instalaciones de energía nuclear y, quizás, volver a poner en funcionamiento algunas plantas de carbón ya en desuso.
Pero la profunda interdependencia entre Rusia y Europa occidental haría que el peor de los casos sea "muy improbable", asegura el director ejecutivo de la consultora IHS Markit, Laurent Ruseckas, que analiza los mercados de gas en Europa y Asia.
Rusia perdería una fuente crítica de ingresos y claramente provocaría a Europa occidental en su contra, lo que obligaría a los países a tomar medidas extremas para eliminar su dependencia de esas importaciones de gas natural de una vez por todas. También, algunos analistas creen que eso podría atraer a más países al conflicto y provocar sanciones aún más costosas.
Por su parte, Putin afirmó que Rusia no interrumpiría el flujo de gas natural a los mercados internacionales.
No obstante, la situación pone de relieve la vulnerabilidad de Europa, particularmente después de varios meses con los precios de la energía por encima ya de lo normal. Esos aumentos se han producido por una combinación de factores, que incluyen el resurgimiento de la economía mundial a medida que se levantaban las restricciones por la pandemia, el invierno europeo 2020-2021 especialmente frío que agotó las reservas de gas natural, la decisión inoportuna de Alemania de cerrar muchas de sus centrales nucleares, el creciente uso de gas natural licuado en China y una menor importación de gas natural desde Rusia. Algunos vieron en el suministro ya reducido de esa nación un esfuerzo estratégico para subir los precios y obligar a la aprobación del gasoducto Nord Stream 2 a través de Alemania.
Algunos expertos temen que los acontecimientos en Ucrania y los posibles problemas de seguridad energética resultantes distraigan a los líderes europeos del cumplimiento de los objetivos climáticos para mediados de siglo. Sin duda, algunos políticos y miembros de la sociedad argumentarán que las políticas climáticas y el cambio a las fuentes de energía renovables son los culpables del precario suministro de energía de Europa. Señalarán expresamente la generación de energía eólica inusualmente baja en Reino Unido en los últimos meses, debido a los vientos débiles en la región.
Pero el experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales Nikos Tsafos cuestiona estos puntos de vista y argumenta que cualquier subida adicional de los precios solo llevaría a la Unión Europea a "doblar la apuesta" en la transición energética. La UE ya ha adoptado algunas de las políticas climáticas más ambiciosas del mundo, estableciendo objetivos a corto plazo para cambiar hacia prácticas industriales y de generación de energía libres de carbono. Lo fundamental es que muchas de estas medidas también brindan un amortiguador contra las limitaciones en el suministro internacional de los combustibles fósiles.
Aun así, cualquier alejamiento del gas natural será probablemente escalonado, opina la profesora del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia (EE. UU.) Anne-Sophie Corbeau. Algunos países de Europa del Este todavía planean pasar del carbón al gas natural, lo que impulsará una mayor demanda. Además, este combustible tiene un papel crucial en el equilibrio de suministros de energía en la red eléctrica, especialmente cuando se reduce la generación solar y eólica.
Varias naciones están explorando alternativas que incluyen la producción del llamado gas natural renovable, generado a partir de material orgánico doméstico como estiércol de ganado y residuos de alimentos. Un número creciente de empresas europeas también está construyendo fábricas que producen formas más limpias de hidrógeno, que además se pueden utilizar como una manera de almacenar la energía y como materia prima en algunos procesos industriales.
Pero pasará mucho tiempo antes de que cualquiera de estas opciones alcance una escala significativa.
"Está claro que no tenemos ninguna solución fácil para acabar con el uso del gas ruso", concluye Corbeau.