La demanda aumentará un 1 % a nivel global este año, una tendencia que agrava aún más la emergencia climática y mantiene el sufrimiento animal. Aunque las alternativas vegetales y de laboratorio pueden contribuir, el impacto de la ganadería debe abordarse con todas las herramientas disponibles
Bill Gates acaparó titulares a principios de este año cuando opinó que "todos los países ricos deberían pasar a la carne 100 % sintética" en su entrevista con MIT Technology Review sobre su nuevo libro, Cómo evitar un desastre climático. Aunque reconoció la dificultad política de decir a la gente que no debería comer más carne roja, Gates aseguró que veía un potencial real en las alternativas a base de plantas de empresas como Beyond Meat e Impossible Foods.
Pero, se espera que en 2021 el mundo consuma aún más carne que nunca. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) proyecta que el consumo mundial de carne crecerá más del 1 % este año. El incremento más rápido se producirá en los países de ingresos bajos y mediaos, donde la renta está subiendo de forma sostenida.
Gráfico: muestra el aumento del consumo de carne en miles de millones de kilos para el vacuno (azul), el cerdo (naranja), las aves (gris) y el cordero (amarillo).
Esto generará más emisiones de gases de efecto invernadero; se espera que las emisiones globales de producción de alimentos aumenten un 60 % hasta 2050, en gran parte debido al aumento de la producción ganadera.
No obstante, es poco probable que el intento de cambiar el gusto por la carne revierta esta tendencia. Después de varias décadas de campañas de salud pública en EE. UU., el consumo de carne de ternera per cápita ha disminuido sustancialmente, pero sigue siendo más alto que en casi cualquier otro país.
En cambio, los responsables políticos y los grupos ambientales deberían apoyar los esfuerzos para desarrollar fuentes alternativas de proteínas y métodos de producción ganadera de bajo impacto. La innovación en ambas áreas nos dará la mejor oportunidad de reducir rápidamente el impacto ambiental de la ganadería y, al mismo tiempo, permitir que todas las personas coman lo que quieran.
Sustituir la carne solo puede influir hasta cierto punto
Gates tiene razón en que las carnes alternativas pueden aliviar algunos de los problemas de la cría de ganado. La huella de carbono de las carnes de origen vegetal es menor que la de la carne de ternera y cerdo y comparable a la de pollo y otras aves. La huella de carbono de la carne cultivada con células (también conocida como carne artificial, creada en laboratorio o basada en células) aún no se sabe, pero las primeras evidencias sugieren que esta fuente de alimento será menos intensiva en carbono que la carne de res y podría ser comparable a la de pollo si se produce con energía limpia.
No debemos depositar nuestras esperanzas en el sueño de que miles de millones de personas renuncien de golpe a la carne.
Pero hay más beneficios. Las carnes alternativas, en general, reducen el uso de la tierra y la deforestación, protegen la biodiversidad, contaminan menos el agua y el aire, mitigan los riesgos de resistencia a antibióticos y de pandemias zoonóticas, rebajan las cargas de salud pública asociadas con el consumo de carne roja y disminuyen las preocupaciones sobre el bienestar de los animales.
Sin embargo, las carnes alternativas como Beyond Sausage e Impossible Burger solo pueden reducir moderadamente la producción ganadera. Simplemente no hay sustitutos a base de plantas o células que tengan el mismo sabor, apariencia y sensación que todas las piezas de carne, como las chuletas de cerdo y el solomillo, que representan un gran porcentaje del consumo de carne. EE. UU., por ejemplo, estos cortes suponen aproximadamente el 40 % del consumo de carne de res y la mayor parte de carne de cerdo que come la gente.
Las inversiones del sector público y privado en las carnes alternativas podrían estimular el desarrollo de sustitutos de esas piezas de carne. Países como Canadá, Singapur e Israel ya han destinado fondos gubernamentales a dicha investigación. Aunque las proteínas alternativas son todavía bastante nuevas, su éxito inicial sugiere que podrían tener un impacto positivo a largo plazo, especialmente a medida que los avances tecnológicos reducen los precios y mejoran la calidad.
Ganado respetuoso con el medio ambiente
No obstante, invertir en carnes alternativas solo es una parte de la solución. Descubrir cómo criar ganado sin generar tantas emisiones es otra pieza fundamental de este rompecabezas.
Se calcula que las carnes alternativas, las leches de origen vegetal y otras proteínas alternativas acapararán menos del 25 % del mercado mundial de proteínas para 2035. Incluso en los escenarios más optimistas, la creciente demanda mundial de la carne y de otras formas de proteínas significa que la producción ganadera probablemente se mantendrá cercana a los niveles actuales. E incluso si disminuye, los métodos de menor impacto ayudarían a reducir la contaminación y mejorar la salud humana.
Varias empresas ya están trabajando en algunas prometedoras formas para que los productores de carne reduzcan las emisiones, como la compañía suiza Mootral que desarrolla aditivos alimentarios a partir de distintas fuentes que van desde limoncillo hasta algas rojas, y que pueden provocar que las vacas eructen menos metano (un potente gas de efecto invernadero), mientras que otras empresas como Burger King han anunciado su apoyo a tales métodos.
Algunos críticos acusan a las empresas que lo defienden de "lavado verde o greenwashing". Argumentan, y con razón, que el hecho de dar al ganado diferentes alimentos o asegurarse de que sea "alimentado con hierba" no puede reducir a cero las emisiones; de hecho, las vacas alimentadas con pasto se suelen asociar con emisiones más altas que las alimentadas con grano. Y estas opciones claramente no pueden resolver otros problemas, como la deforestación o el sufrimiento animal.
Sin embargo, estos esfuerzos también son necesarios para descarbonizar la ganadería rápidamente. Los aditivos alimentarios como los productos de Mootral o las algas rojas podrían reducir inmediatamente las emisiones de metano del ganado, al igual que incorporar más grasas y proteínas en su alimentación. E intensificar la producción de ganado, por ejemplo, con alimentos a base de cultivos y aumentando la productividad de los pastos es una de nuestras mayores oportunidades para reducir el uso de la tierra agrícola mundial y las emisiones.
Mejorar la alimentación del ganado, intensificar la producción ganadera y explorar otras formas de reducir los impactos climáticos del ganado requerirán inversiones gubernamentales para tener éxito. Muchas de estas opciones hoy en día siguen teniendo unos costes prohibitivos, o los ganadores no las investigan o comprenden bien. En algunos países como EE. UU., las fuentes gubernamentales financian la mayor parte de la investigación ganadera. Las agencias que administran esos fondos ya tienen un papel clave en ayudar a los agricultores a criar ganado de forma más saludable y productiva. También deberían ser responsables de financiar la investigación sobre la cría de ganado con bajo contenido de metano.
La inversión federal en avances relacionados con las prácticas de mitigación del cambio climático, como la mejora de los aditivos alimentarios, complementaría los cambios en la demanda más allá de la carne convencional. Como primer paso, aumentar la financiación general para los programas de investigación, diversificación y educación del Departamento de Agricultura de EE. UU. ofrecería más fondos para estos esfuerzos en la oferta sin recortar los fondos de investigación para otras prioridades ganaderas.
La Administración de Joe Biden, aunque apenas se ha pronunciado sobre la reducción de las emisiones del ganado, se ha comprometido a aumentar la financiación de I+D agrícola en 647 millones de dólares (536 millones de euros), el mayor incremento anual en al menos 30 años. Esta inversión debe ir acompañada de fondos para los programas que incentiven a los agricultores a adoptar las tecnologías ganaderas respetuosas con el medio ambiente, ya sea ampliando el Programa de Incentivos a la Calidad Ambiental o creando el banco de carbono propuesto por el Secretario de Agricultura de Estados Unidos, Tom Vilsack.
Hacer más con menos
Conducir menos, tomar menos aviones, comer menos carne: los ambientalistas llevan mucho tiempo proponiendo cambios de conducta para abordar los desafíos actuales. Aunque muchos de estos cambios serían muy bienvenidos, suelen ser fantasías ecológicas que ignoran las tendencias globales que en gran parte están fuera de nuestro control.
Comer menos carne, especialmente de ternera y cordero, es seguramente un cambio que muchas personas pueden hacer para reducir su huella de carbono. Pero no debemos depositar nuestras esperanzas en el sueño de que miles de millones de personas renuncien de golpe a la carne. En lugar de eso, deberíamos utilizar todas las herramientas a nuestra disposición. Eso significa apoyar los cambios en la alimentación, las proteínas alternativas, el ganado de bajo impacto y otros enfoques para reducir las contrapartidas de la producción de carne y tener opciones más sostenibles sobre qué comer.