Si pudiera inventar, invertir o implementar algo con el mayor impacto para reducir los riesgos, ¿qué sería y por qué? Esa es la pregunta que hemos lanzado a personalidades como Bill Gates. Entre sus respuestas destacan la energía nuclear, las mejoras de almacenamiento y eficiencia y un impuesto al carbono
A pesar de varias décadas de advertencias y desastres cada vez más devastadores, nuestros avances para frenar el cambio climático han sido bastante escasos.
Las alternativas de energía limpia solo han asegurado una fracción del mercado actual y las energías renovables generan alrededor del 10 % de la electricidad mundial, mientras que los vehículos eléctricos representan aproximadamente el 3 % de las nuevas ventas de coches. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero han seguido subiendo año tras año, a excepción de la puntual recesión y la pandemia de coronavirus (COVID-19).
Dada nuestra falta de impulso, ¿cómo podríamos lograr un progreso más rápido y profundo? Para averiguarlo, hemos lanzado una única pregunta a 10 expertos de varias disciplinas, incluidos científicos del clima, economistas, físicos y expertos en políticas: "Si usted pudiera inventar, invertir o implementar algo que crea que haría lo máximo para reducir los riesgos del cambio climático, ¿qué sería y por qué?"
Nos han respondido lo siguiente.
Bill Gates, cofundador de Microsoft y presidente de Breakthrough Energy (EE. UU.)
Actualmente, estoy invirtiendo mucho en fisión nuclear. Nuestra empresa [TerraPower]... acaba de firmar un enorme contrato con el Gobierno de Estados Unidos para desarrollar ese reactor, al que llamamos Natrium.
Mucha gente pensaría en un milagro de almacenamiento y algunas personas se centrarían en el hidrógeno limpio y barato. Lo bueno del hidrógeno limpio y barato (olvídese de si alguna vez competirá con los coches de pasajeros; porque probablemente no lo haga), es que podría resolver muchos problemas.
Si se crea a través de electrolizadores que separan el agua, se requiere la electricidad más barata del mundo y también el coste de capital más barato del mundo.
Esto podría funcionar, deberíamos intentarlo, pero no podemos contar solo con esto. No se puede poner el foco en una sola cosa, porque podemos acabar en un callejón sin salida, al igual que es posible que no obtengamos la fusión o la fisión [de próxima generación] o ese milagro relacionado con el almacenamiento.
Sally Benson, directora del Proyecto de Energía y Clima Global (Global Climate & Energy Project) de Universidad de Stanford (EE. UU.)
Liderazgo sabio, inclusivo, valiente y decisivo.
Sabio, porque hay mucho en juego y resolver el problema del clima es muy complejo. Inclusivo, porque necesitamos trabajar todos juntos para resolver el problema climático. Valiente, porque se deben tomar muchas decisiones difíciles, y la mayoría de ellas seguramente no les gustarán a algunas personas. Decisivo, porque no podemos perder ni un solo momento.
Elizabeth Kolbert, redactora del 'New Yorker' y autora del libro 'Under a White Sky: The Nature of the Future' (EE. UU.)
Impondría un impuesto al carbono en toda la economía que aumentaría año tras año. Usaría parte de las ganancias para compensar el impacto regresivo del impuesto sobre las familias de bajos ingresos, y el resto lo invertiría en infraestructura con bajas emisiones de carbono.
Aunque no creo en depositar demasiada confianza en los modelos económicos, tengo que admitir que los economistas tienen razón al afirmar que esta sería la forma más eficiente de reducir las emisiones de carbono. Y simplemente no tenemos tiempo para la ineficiencia en estos momentos.
John Dabiri, profesor de aeronáutica e ingeniería mecánica, Instituto de Tecnología de California (EE. UU.)
Invertiría en algo muy innovador y en algo seguro.
Lo innovador sería la fusión nuclear modular que proporcionaría energía bajo demanda con combustible ilimitado, sin desperdicio de larga duración y con un riesgo limitado de proliferación de armas. Si se logra dejando una huella suficientemente pequeña, podría ser accesible para los países en desarrollo, donde la demanda de energía aumentará de manera más significativa.
Ninguna otra fuente de energía libre de carbono cumple todos estos requisitos.
Como algo seguro, aprovecharía nuestros inmensos y crecientes poderes computacionales para desarrollar un modelo terrestre de alta resolución capaz de predecir eventos climáticos extremos con semanas de anticipación. Algunos de los riesgos climáticos más graves (inundaciones e incendios, por ejemplo) son especialmente peligrosos porque son impredecibles. Si conseguimos ampliar la predicción del tiempo aún más, de semanas a meses de antelación, tal vez incluso las sequías estacionales podrían convertirse en solo una molestia en vez de una amenaza existencial.
Adam Marblestone, experto en innovación en Schmidt Futures (EE. UU.)
Afortunadamente, resulta que, si perforamos lo suficientemente profundo en una roca suficientemente caliente, en principio es posible acceder a energía geotérmica distribuible en casi cualquier lugar y de base limpia y segura. Una expansión a gran escala de la disponibilidad de la energía geotérmica llenaría ese vacío tan crucial producido por la intermitencia de las energías renovables, independientemente del despliegue gigantesco esperado de las tecnologías de almacenamiento y transmisión de próxima generación.
Aunque la energía geotérmica no debería sustituir las otras opciones a largo plazo para la electricidad gestionable de base – como los nuevos enfoques de fusión compacta mediante los superconductores de alta temperatura, o los reactores modulares pequeños de fisión– sí que tiene la ventaja de utilizar tecnología común basándose en las capacidades y cadenas de suministro existentes de petróleo y gas.
Rhiana Gunn-Wright, directora de política climática en Roosevelt Institute y una de las ideólogas del 'Green New Deal' (EE. UU.)
Seamos claros: la recesión causada por la COVID-19 y el cambio climático no se están produciendo de forma aislada. Nuestro Gobierno intenta reconstruir nuestra economía al mismo tiempo, y en los mismos lugares, mientras se producen incendios, inundaciones y las casas acaban destruidas. Subestimar la profundidad de esta recesión y la inminente amenaza del desastre climático sería un error costoso y, lamentablemente, un error que ya hemos cometido antes.
Por eso, si pudiera implementar algo para reducir los riesgos del cambio climático, me aseguraría de que las políticas de estímulo diseñadas para responder a la actual crisis económica también generen un crecimiento sostenible a largo plazo. Para que este tipo de políticas de estímulo ecológico se pongan en marcha rápidamente, podemos utilizar los programas existentes destinados a aliviar la pobreza energética y la infraestructura envejecida y proporcionar fondos de ayuda para fomentar una transición permanente a la economía baja en carbono.
También redirigiría los recursos hacia el rápido aumento de la producción de bienes y servicios clave y la transición de los trabajadores a diferentes sectores cruciales para la descarbonización.
Steven Chu, antiguo secretario de Energía de EE. UU. y profesor de física de la Universidad de Stanford (EE. UU.)
En la parte superior de mi lista estaría el almacenamiento de energía de larga duración y bajo coste.
La mayoría de los sistemas de baterías de iones de litio que se instalan en la actualidad se utilizan para mejorar la estabilidad del sistema de energía, almacenando unas horas de energía cada día durante los períodos de máxima generación de electricidad y liberándola durante los picos de demanda. Por ejemplo, el pico de la generación solar se produce a mediodía, pero la demanda máxima de electricidad tiene lugar por la tarde. Para que las fuentes renovables proporcionen el 80 % de la electricidad en la red, teniendo en cuenta las enormes caídas estacionales en la producción solar y eólica, se necesitan tecnologías capaces de almacenar hasta 100 horas de energía, según ha calculado un reciente estudio de Joule.
El almacenamiento también debe volverse mucho más económico. Con el tiempo, EE. UU. tendrá que construir suficiente almacenamiento de todo tipo para proporcionar 10.000 gigavatios de electricidad de respaldo, en comparación con los solo cerca de 25 gigavatios en la actualidad.
Ken Caldeira, asesor principal en ciencia climática en Gates Ventures y científico emérito del Carnegie Global Ecology (EE. UU.)
Si solo pudiera implementar una cosa para reducir los riesgos del cambio climático, sería una tarifa simple y no manipulable por extraer combustibles fósiles del suelo, que aumentaría en un porcentaje fijo cada año. Esto enviaría una señal clara a los mercados de que cualquier tecnología que emita dióxido de carbono mediante combustibles fósiles se volverá más cara con el tiempo que cualquier alternativa.
Resulta relativamente fácil medir con precisión el carbono eliminado y no se puede manipular tan fácilmente, a diferencia de los programas de compensación de carbono cada vez más populares en los que los contaminadores climáticos confían para equilibrar sus emisiones pagando por la plantación de árboles y otros esfuerzos similares.
Nadia S. Ouedraogo, responsable de Asuntos Económicos de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (Etiopía)
El Acuerdo de París (Francia) establece la necesidad de limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5 ˚C sobre niveles preindustriales. Las energías renovables por sí solas no lo conseguirán. Alrededor del 44 % de las reducciones de emisiones necesarias para alcanzar el [umbral] de París provendrán de la eficiencia energética, y otro 36 % del cambio a las energías renovables. Al implementar medidas de eficiencia energética y nada más, podríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 12 % hasta 2040. Unas políticas de eficiencia adecuadas podrían permitir al mundo lograr una parte significativa de las reducciones de emisiones necesarias para alcanzar los objetivos climáticos sin ninguna tecnología nueva.
Navroz Dubash, profesor del Centro de Investigación de Políticas (India)
Se habla mucho de que las promesas de los países no se suman a las reducciones de emisiones requeridas por la ciencia. Deberíamos hablar tanto o más sobre la falta de mecanismos de gobernanza capaces de traducir las visiones en políticas. Las instituciones nacionales son la pieza que falta en nuestra respuesta colectiva a la mitigación y adaptación climáticas. Son necesarias para diseñar una visión estratégica y establecer objetivos, coordinar la implementación en todos los sectores y mediar en la política. Pero los enfoques de gobernanza climática deben adaptarse al contexto nacional; cuando los países se adelantan a sus estrategias climáticas, las políticas, los objetivos o los sistemas resultantes pueden volverse inestables o inalcanzables.