Los episodios extremos de temperatura quitarán la vida a 73 personas más por cada 100.000 habitantes hasta 2100, bajo el escenario de emisiones más pesimista, según un nuevo estudio. La cifra supone el mismo número de fallecimientos que los que provocarán todas las enfermedades infecciosas juntas
Este año, las abrasadoras olas de calor están batiendo récords de temperatura en todo el mundo, desde Irak hasta el suroeste de Estados Unidos. Y la situación solo irá a peor a medida que el cambio climático se vaya acelerando.
Para finales de este siglo, los episodios de calor extremo podrían provocar tantas muertes como las de todas las enfermedades infecciosas juntas, incluido el VIH, la malaria y la fiebre amarilla, según un nuevo estudio.
Los hallazgos: Las olas de calor quitarán la vida a 73 personas más por cada 100.000 habitantes hasta 2100, en un escenario en el que los países siguen bombeando la atmósfera con altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, según una investigación del grupo de economistas e investigadores ambientales de varias universidades de Estados Unidos, denominado Laboratorio del Impacto Climático.
En algunas de las partes más calurosas y pobres del mundo, como Bangladesh, Pakistán y Sudán, la tasa de mortalidad podría alcanzar o superar las 200 muertes por 100.000 habitantes.
Pero... Un gran número de expertos en medioambiente argumentan que, aunque se use con frecuencia, un escenario con niveles de contaminación tan altos resulta demasiado pesimista dado el aplanamiento de las emisiones globales. En un escenario más optimista en el que la contaminación por gases de efecto invernadero alcanza su punto máximo alrededor de 2040 y comienza a bajar a partir de entonces, las muertes adicionales disminuirían a 11 por 100.000 personas. En función de la población en ese momento, eso podría ser alrededor de un millón de fallecimientos.
Adaptaciones: la proyección de 73 muertes tiene en cuenta las inversiones en transición energética y medioambiental que los países ricos probablemente llevarán a cabo con el aire acondicionado y los centros de enfriamiento urbano, por ejemplo, según los patrones históricos. Si un país puede permitírselo, las adaptaciones valen la pena, ya que reducen la tasa de mortalidad en un 29 % y rebajan el impacto al PIB interno. Pero muchos países pobres y cálidos, que ya sufrirán desproporcionadamente por las olas de calor cada vez más severas, no podrán permitirse ese lujo.
Métodos: Los investigadores sacaron sus conclusiones analizando los vínculos históricos entre los registros de temperatura y los datos de mortalidad en docenas de países y calculando las futuras muertes mediante las proyecciones climáticas regionales.