A pesar de que el activismo climático es cada vez mayor y de las advertencias de los científicos, mucha gente aún no está a pagar para luchar contra el cambio climático, y las medidas anunciadas por políticos y empresas en la Cumbre del Clima de Nueva York se han quedado muy cortas
El pasado viernes, más de un millón de estudiantes, trabajadores y otras personas salieron a las calles de las principales ciudades de todo el mundo en lo que probablemente fue la mayor protesta hasta la fecha para exigir medidas para detener el cambio climático.
El inicio de la protesta, denominada Huelga Climática Global (o Global Climate Strike), se celebró con motivo de la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (ONU) que se está celebrando esta semana en Nueva York (EE.UU.). La manifestación ha sido la última señal, y también la más fuerte, de que el activismo climático se está convirtiendo en un poderoso movimiento global.
"Parece que las protestas sobre el cambio climático han llegado a un punto de inflexión. El avance de las políticas sobre el cambio climático depende de los políticos, y los políticos dependen de los votos. Había muchos posibles votantes en las calles", afirma el director del Centro de Ingeniería y Resiliencia para la Adaptación al Cambio Climático en la Universidad de Carnegie Mellon (EE. UU.), Costa Samaras.
La verdadera cuestión es si hay suficiente presión y suficientes votos, no solo para provocar un debate abierto de los políticos progresistas, sino para aprobar normas y acuerdos rigurosos frente a la intensa polarización gubernamental.
Las exigencias expresadas en las protestas, organizadas por jóvenes preocupados por los cambios a los que tendrán que enfrentarse, incluyen: el cese inmediato del uso de combustibles fósiles, la rápida transición hacia fuentes de energía 100 % renovables y "la equidad, las indemnizaciones y la justicia climática".
Algunos políticos ya han tomado nota de los crecientes llamamientos mundiales a la acción. De hecho, cualquier candidato demócrata que aspire a presentarse a las próximas elecciones presidenciales de EE. UU. deberá contar con un plan climático amplio y multimillonario.
Pero, ¿de verdad ha cambiado tanto la opinión de la gente sobre el cambio climático? Los sondeos demuestran una situación ambivalente.
La alarma crece, pero la polarización persiste
Los estadounidenses están cada vez más preocupados por el cambio climático, según una serie de encuestas nacionales realizadas por la Universidad de Yale y la Universidad George Mason (EE. UU.). El porcentaje de ciudadanos "alarmados" o "preocupados" aumentó 17 puntos entre 2013 y 2018, lo que representa casi el 60 % de los encuestados. Por su parte, la proporción de "contrarios", "dudosos" o "desinteresados" ha bajado del 32 % al 23 % durante el mismo período. Otro 17 % se posiciona en el medio, o "cauteloso".
La gente se está muriendo, ecosistemas enteros se están derrumbando. Estamos viendo el comienzo de una extinción masiva y ustedes solo hablan de dinero y de cuentos de hadas sobre el crecimiento económico infinito. ¿Cómo se atreven?
La activista ambiental sueca de 16 años Greta Thunberg.
A nivel mundial, la preocupación es mayor que en EE. UU. Así lo afirma una encuesta del Centro de Investigación Pew publicada a principios de este año. En un sondeo de opinión en 26 países, una media del 68 % de los encuestados considera que el cambio climático global es una amenaza importante, un 20 % lo ve como una amenaza menor y solo un 9 % no cree que se trate de una amenaza. En 13 de esos países, la mayoría de los participantes mencionó el calentamiento global como la "principal amenaza" para su país, por delante del Estado Islámico, los ciberataques, el programa nuclear de Corea del Norte y el estado de la economía mundial.
Pero entre los partidos políticos, las opiniones permanecen profundamente polarizadas, particularmente en Estados Unidos. Desde marzo de 2016 hasta abril de 2019, el porcentaje de los demócratas que creía que el calentamiento global debería ser una prioridad "muy alta" para aumentó del 39 % al 48 %, según las encuestas de Yale y George Mason. Pero para los republicanos, esa cifra bajó del 6 % en marzo de 2016 y al 5% en abril de 2019.
Las encuestas sugieren que la polarización se está reduciendo un poco, particularmente entre los conservadores más jóvenes. "Los republicanos milénicos suelen estar más de acuerdo con que el calentamiento global es real, que está provocado por el hombre y que la mayoría de los científicos coinciden en que está sucediendo", según los investigadores de Yale.
La gente lo apoya pero no lo quiere pagar
Una reciente encuesta realizada por The Washington Post y la Fundación de la Familia Kaiser revela que casi el 80 % de los estadounidenses cree que el cambio climático es una "crisis" o un "gran problema". Pero eso no significa que estén dispuestos a poner dinero de sus bolsillos para solucionarlo. Solo el 47 % de los estadounidenses se mostraron dispuestos a pagar un impuesto mensual de 1,8 euros en sus facturas de electricidad para combatir el problema, mientras que el 71 % se opuso a un impuesto nueve euros. (Sin embargo, una gran mayoría estaba a favor de aumentar los impuestos a las empresas ricas y contaminantes de carbono, el 68 % y el 60 %, respectivamente).
Mientras tanto, el presidente francés, Emmanuel Macron, retiró una propuesta de impuesto a la gasolina tras las enormes protestas del movimiento de los "chalecos amarillos". E incluso los ciudadanos de Paradise (EE. UU.), una ciudad que estuvo a punto de desaparecer el incendio Camp Fire en noviembre pasado, han rechazado normas más estrictas contra los incendios dado que podrían aumentar los costes de reconstrucción, o socavar el encanto de la ciudad al eliminar tantos árboles (ver La ciudad arrasada por el fuego que sigue retando al cambio climático).
'¿Cómo se atreven?'
Hay diferentes maneras de distribuir los costes y las responsabilidades para abordar el cambio climático. Aunque es difícil hacerlo sin exigir algunos sacrificios económicos de los ciudadanos. Pero para los jóvenes activistas que impulsan las protestas climáticas, no se trata de un problema económico, técnico o político. Es una cuestión de seguridad, supervivencia y de hacer lo correcto para el futuro.
"La gente está sufriendo, se está muriendo, ecosistemas enteros están colapsando", resaltó la activista ambiental sueca de 16 años Greta Thunberg mientras se dirigía a los líderes mundiales en la Cumbre del clima este lunes. Esta joven fue quien inició el movimiento de huelga climática escolar con una única protesta hace un año. En su discurso añadió: "Estamos viendo el comienzo de una extinción masiva y ustedes solo hablan de dinero y de cuentos de hadas sobre el crecimiento económico infinito. ¿Cómo se atreven?"
(El mismo lunes, Thunberg se unió a más de una docena de jóvenes para presentar una demanda para acusar a Argentina, Brasil, Francia, Alemania y Turquía de violar los derechos del niño protegidos por la convención de la ONU de 1989).
A medida que las generaciones más jóvenes alcanzan la edad de votar, las encuestas podrían cambiar radicalmente. Pero entonces podría ser demasiado tarde para abordar un problema que es efectivamente irreversible. Sea cual sea el nivel de calentamiento que alcancemos cuando reduzcamos las emisiones a cero (si es que algún día lo conseguimos), será el que nos atrapará durante cientos de años.
Y aunque las protestas están generando esperanzas para un cambio popular, las Naciones Unidas publicaron un contundente informe el pasado domingo en el que subrayan las amenazas que ya están sobre nosotros, y los cambios radicales necesarios para evitar que se intensifiquen.
Entre los hallazgos destacan los siguientes: los impactos climáticos están "ocurriendo de forma más intensa y antes" de lo que se predijo hace una década. Los años 2015-2019 están cerca de convertirse en el lustro más cálido jamás registrado. El aumento del nivel del mar se está acelerando. Limitar el calentamiento a 2 ˚C (que ya es más de lo que la mayoría de científicos considera seguro), ahora requerirá que los países tripliquen los recortes de emisiones que prometieron el Acuerdo sobre el Clima de París (Francia) en 2015.
En la cumbre de esta semana, se esperaba que gobiernos y empresas anunciaran qué medidas pensaban tomar para aumentar su lucha para reducir sus emisiones, con el objetivo general de acercarnos a las cero emisiones a mediados de siglo. Pero al final del lunes, ya estaba claro que "la mayoría de las principales economías se han quedado lamentablemente cortas", afirmó en un comunicado el director ejecutivo de World Resources International, Andrew Steer, y añadió: "Su falta de ambición contrasta fuertemente con la creciente demanda de acción en todo el mundo".
La profesora asistente de ciencias políticas de la Universidad de Californiaen Santa Bárbara (EE. UU.) Leah Stokes sostiene que la cruzada climática global solo acaba de empezar. Pero los movimientos sociales son fuerzas poderosas que han logrado avances reales en el pasado, incluidos los de los derechos civiles y los del sufragio universal.
En su opinión, harán falta más ciclos electorales para lograr cambios importantes. Las cosas solo podrían ir más rápido si la emoción de las protestas se acumula detrás de los candidatos políticos y sus políticas. Aunque en este momento resulta difícil imaginar un gran progreso, "el cambio es posible, puede ocurrir y debemos estar abiertos a esa posibilidad", concluye Stokes.