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Cambio Climático

Un economista del MIT pide más capitalismo para combatir el cambio climático

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En su último libro, Andrew McAfee afirma que los países ricos han aprendido a seguir creciendo en economía y población sin aumentar su impacto sobre el planeta y cree que los países en vías de desarrollo deberían seguir que ejemplo. Las críticas de otros expertos no han tardado en hacerse oír

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 28 Junio, 2019

Crédito: andrewmcafee.org

Los países de Occidente se están esforzando por reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, su consumo energético, su polución y su demanda de recursos. Y todo esto en un contexto en el que sus economías y poblaciones no paran de crecer.

Este "desajuste" entre el crecimiento y la degradación ambiental también está apareciendo en algunos países en desarrollo. Así lo afirma el científico del MIT (EE. UU.) Andrew McAfee en su nuevo libro (que seguramente generará mucha polémica). El científico asegura que este fenómeno representa un punto de inflexión crítico en la historia económica. Y para él, se trata de algo esencial si aspiramos mantener una población global en crecimiento sin diezmar el planeta.

Pero, en su opinión, para acelerar la transición ecológica a nivel mundial no hace falta reducir el sistema capitalista sino estimularlo. McAfee, quien codirige la Iniciativa sobre Economía Digital del MIT, explicó su postura durante la reciente conferencia Breakthrough Dialogue 2019, organizada en EE. UU. por el Instituto Breakthrough. Su libro, Más de menos (More from Less), se publicará en octubre.

En un momento en el que en un momento gran parte del mundo sigue llenando los océanos de plástico, cuestionando los objetivos de los acuerdos climáticos de París (Francia) y acelerando la extinción a un número cada vez mayor de animales, la postura de McAfee parece contradictoria. Por eso, subraya que no sugiere que las cosas vayan bien, dado que el cambio climático, la contaminación, la pobreza y la desnutrición son enormes desafíos que requieren una acción urgente. En lugar de eso, opina que el desajuste actual es una prueba de que tenemos herramientas para abordar este tipo de problemas.

En el libro, del cual MIT Technology Review obtuvo un borrador inicial, explica que hay cuatro fuerzas principales que permiten esta desvinculación en economías maduras. Bajo el nombre de "los cuatro jinetes del optimista", para McAfee, estas cuatro fuerzas son las siguientes:

  • La productividad impulsada por el capitalismo

  • El progreso tecnológico que nos ha permitido "desmaterializar" nuestro consumo (por ejemplo, mediante la recopilación de atlas, brújulas, calculadoras, grabadoras, cámaras, equipos de música y otros dispositivos en uno solo que cabe en nuestro bolsillo)

  • Conciencia pública sobre la crisis climática

  • Las respuestas regulatorias de los gobiernos para limitar el cambio climático

Según McAfee, para poder abordar el cambio climático y prevenir otras catástrofes ambientales al tiempo mantenemos los estándares de vida moderna para miles de millones de personas, lo único que necesitamos es aún más de cada uno de estos jinetes, funcionando de forma conjunta.

En la conferencia, McAfee presentó una serie de gráficos que mostraban que el PIB de EE. UU. sigue aumentando, aunque su uso de metales, piedra, cemento, arena, madera y papel ha disminuido en los últimos años. El científico afirmó: "Nos estancamos y comenzamos a disminuir nuestro consumo de estos bloques de construcción de la economía". En otra gráfica, el autor mostró que el uso de fertilizantes, tierras de cultivo y agua en Estados Unidos también está disminuyendo mientras que la producción no deja de aumentar.

El libro añade que, entre los más de 70 minerales, metales y otros recursos controlados durante mucho tiempo por el Servicio Geológico de Estados Unidos, el consumo no ha disminuido en solo seis de ellos. El uso de acero, aluminio y cobre se ha reducido alrededor del 15 %, 32 % y 40 %, respectivamente, desde los niveles máximos.

Pero otros ponentes presentes en la conferencia cuestionaron algunas de las conclusiones de McAfee. La directora ejecutiva del Programa Global de Tierras, Ariane de Bremond, destacó que en una economía global estrechamente vinculada puede ser muy difícil determinar si el uso de los recursos está realmente disminuyendo. Por ejemplo, señaló que, si bien la expansión de las tierras agrícolas mundiales se está desacelerando, la superficie en general sigue aumentando. "¿Esto representa una desvinculación real o la demanda simplemente se está desplazando a otras partes del mundo?", preguntó la experta.

De manera similar, el subdirector del Centro de Resiliencia de Estocolmo (Suecia), Víctor Galaz, dijo que de nada servirá frenar nuestra carrera hacia los puntos críticos de inflexión ambiental, si al final terminamos cruzándolos. Señaló que las capas de hielo de Groenlandia se están derritiendo, los eventos de decoloración han devastado los arrecifes de coral y la deforestación del Amazonas continúa. "A los sistemas con límites no les importan las tendencias; sino los impactos añadidos", sentenció.

Pero hay más razones de peso para ser cautelosos a la hora de sacar conclusiones demasiado firmes o amplias. McAfee incluso explicó algunas de ellas. Por un lado, algunas de las tendencias en declive en el uso de recursos podrían no ser más que un efecto secundario de la última crisis económica. Gran parte del progreso de Estados Unidos a la hora de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero se debe al cambio de carbón a gas natural más limpio. Pero este compuesto también va asociado a una gran cantidad de dióxido de carbono y presenta su propio conjunto de desafíos ambientales. Cualquier pequeño beneficio que se esté consiguiendo en algunos países podría ser compensado de sobra por el creciente apetito de las economías emergentes.

Pero McAfee defiende firmemente que algunas suposiciones sobre los costes inevitables del crecimiento son simplistas y a menudo erróneas. El progreso tecnológico y el crecimiento económico seguramente han causado costes ambientales y sociales muy reales. Pero también han brindado indiscutibles y enormes ventajas en la salud, riqueza y la calidad de vida.

Y aunque pueda chocar con algunas de nuestras creencias profundamente arraigadas, está claro que la tecnología puede, y quizás debería, desempeñar un papel importante para solucionar algunos de los problemas que crea.

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