El mundo cerró 2018 con menos capacidad instalada que en los años previos, según un nuevo informe de la AIE. Aunque las causas no están claras, varios expertos apuntan a la finalización de muchos subsidios públicos como uno de los principales motores de esta reducción
Nadie duda de que si el mundo quiere tener alguna esperanza de combatir el cambio climático, debe acelerar radicalmente su generación de energía limpia. No obstante, el año pasado, los países ni siquiera aumentaron su creación de plantas de energía renovable frente a 2017.
El pasado lunes, la Agencia Internacional de Energía (AIE) informó de que el mundo había añadido alrededor de 180 gigavatios de energía solar, eólica, hidroeléctrica, bioenergía y otros tipo de energía renovable. Esta cifra representa un estancamiento inesperado tras dos décadas de constantes aumentos. Y se sitúa muy por debajo de los 300 gigavatios que habría que añadir cada año entre 2018 y 2030 para alcanzar los objetivos del Acuerdo del Clima de París (Francia), según la AIE. Dicho objetivo aspira a mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2 ˚C sobre los niveles preindustriales con el ideal de que se limite a 1,5 ˚C.
Independientemente de cómo se mida, es una mala noticia. Pero es necesario analizar y tener en cuenta qué factores están provocando esta desaceleración.
El año pasado podría hacer resultado problemático debido a que los mercados perdieron varios subsidios públicos mientras intentaban encontrar capital privado para acelerar el desarrollo. Pero también podría ser que este sea el comienzo de un estancamiento a largo plazo en la implementación, explica el subdirector del laboratorio de ideas Breakthrough Institute, especializado en soluciones tecnológicas para los desafíos ambientales, Alex Trembath.
Para entender bien qué ha pasado hace falta más tiempo y quizás otras fuentes de datos. El análisis de Bloomberg NEF, que deja un margen para las nuevas plantas que aún no se han contabilizado, calcula el aumento de las instalaciones solares del año pasado fue del 10 %. Otros investigadores han detectado que, si se eliminaba la energía hidroeléctrica de los cálculos de la AIE, las cifras totales aumentaban un poco. Pero, en cualquier caso, los números no están aumentando tan rápido como deberían.
El informe de la AIE revela que la mayor caída se produjo en China, donde el año pasado las nuevas instalaciones disminuyeron de 82 gigavatios en 2017 a 77 gigavatios, principalmente debido a una disminución en las nuevas plantas solares. Esta disminución fue provocada por la decisión del país de revertir su agresivo programa de subsidios solares para controlar el aumento de los costes y enfrentar los crecientes desafíos relacionados con la integración de la participación de las energías renovables en su red.
La India, que en los últimos años ha sumado energía eólica y solar a un ritmo asombroso, también experimentó una pequeña disminución el año pasado, de 15 gigavatios a 14 gigavatios. Esa desaceleración estuvo impulsada por una combinación de nuevas tarifas de los paneles solares de China y Malasia, la caída del valor de la rupia y la lenta disminución de los costes de la energía solar, entre otros factores.
La Unión Europea también experimentó un ligero descenso, de 23 gigavatios a 22 gigavatios, probablemente impulsado, en parte, por la eliminación gradual de las tarifas de alimentación que garantizaban precios a largo plazo para los proyectos de energías renovables.
Mientras tanto, EE. UU. registró un aumento de un gigavatio. Sin embargo, en 2017 vivió una reducción desde los 24 gigavatios de 2016 a los 17 gigavatios, lo que representa una fuerte reversión general después de años de aumentos importantes.
Podría haber algunas razones importantes que estén impidiendo el crecimiento en Estados Unidos. Los servicios públicos de varios estados ya han cumplido con los mandatos de las normas sobre la cartera de proyectos de energía renovable, que requieren que una parte de la electricidad provenga de fuentes solares, eólicas, geotérmicas o similares. Luego está el problema básico de la demanda: muchos estados ya cuentan con una generación de electricidad relativamente barata, por lo que hay poca necesidad de construir instalaciones de energía renovable, aunque sean más limpias.
La cuestión que plantean los hallazgos de la AIE del pasado lunes es: ¿se acelerarán las energías renovables a las tasas necesarias para lograr los estrictos objetivos climáticos a medida que desaparezcan las diversas políticas de apoyo? La IEA destaca que los gobiernos deberán tomar medidas serias para volver a acelerar la instalación, incluida la implementación de "políticas inteligentes y decididas".
"El mundo no puede permitirse una 'pausa' en la expansión de las energías renovables, y los gobiernos deben actuar rápidamente para corregir esta situación y permitir un flujo más rápido de nuevos proyectos", resaltó el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, en un comunicado, en el que tildaba a los datos de 2018 de "profundamente preocupantes".
Mientras, otros temen que empiecen a aparecer otros desafíos sistémicos adicionales. Las regiones con una participación importante de fuentes renovables en su mix, como China, Alemania y California (EE.UU.), ya están experimentando niveles significativos de reducción, porque los operadores de la red incentivan o fuerzan a las granjas eólicas o solares a reducir la generación cuando saturan el mercado con su energía. La mayor parte de este exceso proveniente de fuentes variables que no se puede almacenar en la infraestructura de la red actual. Estas imposiciones podrían reducir los beneficios y deprimir los incentivos económicos para continuar construyendo nuevas plantas, particularmente a medida que la penetración de las energías renovables aumenta cada vez más.
Trembath concluye: "No sé qué parte de la desaceleración se puede atribuir a esas reversiones de subsidios. Pero lo más importante es que no está claro cómo podemos mantener el crecimiento que hemos visto en los últimos sin subvenciones".