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Justin Sullivan | Getty Images

Cambio Climático

Cuatro lecciones contra incendios de una ciudad arrasada por el fuego

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La ciudad de Paradise acabó reducida a escombros y de sus 85 habitantes fallecieron a manos del Camp Fire el año pasado. Ahora, los expertos plantean nuevas políticas que podrían evitar tragedias similares en zonas con alto riesgo de ser devoradas por las llamas

  • por James Temple | traducido por Ana Milutinovic
  • 03 Octubre, 2019

En noviembre del año pasado, las llamas arrasaron por primera vez la localidad de Paradise en California (EE.UU.). El ya conocido como incendio Camp Fire casi destruyó por completo la ciudad y acabó con la vida de al menos 85 personas. Una semana después de que se iniciara, miles de bomberos todavía luchaban para contener el que ha convertido en el fuego más letal y destructivo de la historia del estado.

El incendio tuvo lugar en un período de dos años dominado por fuegos extremadamente devastadores. Las décadas de desarrollo rozando los límites de la vida silvestre, las anticuadas prácticas de gestión forestal y las condiciones climáticas cambiantes  (incluyendo las altas temperaturas veraniegas, la baja humedad y los vientos fuertes) han convertido vastas áreas de California en polvorines que arden con rapidez y fuerza. Y lo peor es que no existe una estrategia única o sencilla para evitar que se repita una tragedia similar. Pero una serie de cambios podrían disminuir el riesgo.

Uso del suelo y zonificación

Todas las ciudades, promotores y residentes deben reconsiderar la construcción o expansión de las comunidades en zonas peligrosas, como los bordes de los bosques de California y en tierras de arbustos que arden fácilmente. Y los pueblos necesitan normas de construcción más adecuadas para los riesgos de incendio.

La investigadora de la Institución Hoover Institution Alice Hill, quien dirigió las medidas de recuperación del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. bajo el presidente Barack Obama, señala: "Estamos construyendo en el terreno de contacto urbano-forestal a un ritmo sin precedentes. Y aún no tenemos normas de edificación que nos protejan adecuadamente contra los tipos de incendios que estamos viendo".

Los techos y las terrazas de madera tan populares entre los hogares situados en los entornos de los bosques son como leña, alerta el investigador de la Estación de Investigación del Suroeste del Servicio Forestal de EE. UU. Malcolm North. Solo se necesita una estructura altamente inflamable para generar las brasas y el calor necesario para derribar un barrio entero de casas.

Para disminuir el riesgo, los gobiernos podrían obligar a construir con materiales resistentes al fuego, como piedra, ladrillo y cemento; evitar el desarrollo o una mayor expansión en estas áreas; oponerse a la reconstrucción en lugares quemados repetidamente; obligar a los residentes a mantener los árboles y otra vegetación en su propiedad; y asegúrese de que haya vías de evacuación adecuadas, y puntos desde los que se pueden combatir los incendios en caso de rápida propagación.

Algunos informes señalan que varias compañías de seguros ya están cancelando pólizas o elevando las tasas para propiedades ubicadas en zonas de alto riesgo de incendio en California. Esto hará que cada vez resulte más costoso o insostenible construir o poseer una casa en estos lugares.

Gestión forestal

La creciente gravedad de los incendios en las profundidades de los bosques es un problema totalmente diferente que requiere una respuesta completamente diferente. La histórica política estadounidense ha consistido en limitarse a apagar los incendios y gestionar mínimamente las tierras forestales. Eso ha dado lugar a una peligrosa acumulación de combustible, allanando el terreno para que los incendios se extiendan y sean más difíciles de combatir.

Este enfoque ha empezado a cambiar lentamente. Las autoridades han empezado a eliminar algunos árboles y arbustos y a realizar quemas controladas. Esta práctica resulta controvertida y plantean problemas de responsabilidad. Pero la sociedad, los políticos y las agencias deben acostumbrarse a ellos, porque funcionan. North señala: "La única manera de alcanzar el ritmo y la escala necesarios para reducir el riesgo de incendio es aumentando la zona de fuegos controlados y la gestión de los incendios forestales". 

Prevenir mejor que apagar

Los humanos son responsables de alrededor del 90 % de los incendios forestales. Las causas suelen ser la quema de escombros, y las hogueras y colillas mal apagadas, según el Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. Pero después de medio siglo de advertencias, está claro no son suficientes.

Pero si hay un aspecto en el que las políticas de prevención podrían tener mayor efecto este es el de los incendios provocados por los servicios públicos, opina el director del programa de Política Energética y Climática del Instituto para el Medio Ambiente de Stanford Woods (EE. UU.), Michael Wara. Aunque las líneas de transmisión caídas y los transformadores sobrecargados solo son responsables de una pequeña minoría de los incendios, algunos de ellos han sido de los más destructivos. De hecho, PG&E, la empresa de servicios públicos más grande de California, informó a los supervisores de que una línea de transmisión eléctrica tenía un problema cerca de donde comenzó el incendio Camp Fire.

Los servicios como PG&E pueden fortalecer los sistemas de transmisión al recortar la vegetación de manera más activa, supervisarlos con mayor frecuencia, instalar equipos más duraderos y mejorar los sistemas de "detección y control de líneas eléctricas rotas". Pero varios factores limitan la efectividad final de estas medidas, como el simple hecho de que muchos árboles que podrían derribar las líneas se encuentran fuera de sus competencias.

Dados los grandes peligros y las crecientes responsabilidades de estos acontecimientos, las empresas de servicios públicos están cerrando cada vez más las líneas en áreas con alto riesgo de incendios forestales, reduciendo el flujo de electricidad que llega a ciudades enteras cuando los vientos azotan las comunidades cercanas a los bosques densos y secos.

Por supuesto, los miles de residentes y negocios afectados rechazan la medida cuando se pone en práctica, lo que provoca que los servicios públicos se muestren reacios a emplearla. Wara sostiene: "La mejor manera de mantener seguras a las personas es quitar la electricidad de las líneas, tener un instantáneo interruptor de apagón. Pero para hacerlo, necesitamos mitigar los impactos".

Según él, eso requerirá invertir en una generación de energía más distribuida y en el almacenamiento en comunidades que enfrentan mayores riesgos de incendios forestales. Este enfoque añadiría energías renovables y baterías de respaldo para dar servicio a hospitales, escuelas, negocios e incluso hogares ante estos cortes temporales. Por supuesto, la instalación de tales sistemas tendría un alto coste inicial, que probablemente acabaría repercutiendo en los bolsillos de los ciudadanos. 

Tecnologías de alerta

Muchas de las muertes del incendio de Camp Fire ocurrieron cuando los residentes huían de sus hogares, en algunos casos, mientras estaban atrapados en sus vehículos en las carreteras atascadas. Hill destaca que existen varias tecnologías que podrían proporcionar detecciones y advertencias aún más tempranas. Entre estas tecnologías destacan los sensores en remoto, los sistemas de notificación de emergencia basados ​​en teléfonos móviles y las herramientas de inteligencia artificial y satelitales que podrían detectar o predecir los incendios. Otros dispositivos como los drones pueden ayudar a combatir las llamas al señalar los puntos calientes, ver a través del humo y apagar los suministros.

Pero North subraya que la mayor parte del trabajo debe realizarse con antelación, evitando la acumulación de combustibles y previniendo la ignición en primer lugar. Cuando un incendio ha empezado, la tecnología solo puede ofrecer una pequeña ayuda.

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