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Kevin Frayer | Getty

Cambio Climático

El mayor mercado de derechos de emisiones arrancará con timidez

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El plan de China para lanzar un sistema de límite y comercio de derechos de emisión de carbono a nivel nacional es muy poco agresivo. Si fracasa, podría desincentivar a otros países para establecer sistemas similares. Muchas cosas dependen de este programa a nivel internacional

  • por James Temple | traducido por
  • 22 Junio, 2018

China, el país comunista más grande del mundo y el que más contamina, ha adoptado un enfoque de libre mercado para luchar contra sus emisiones de carbono. A finales del año pasado, el Gobierno chino anunció el tan esperado programa nacional de límites e intercambios de emisiones. Este plan a escala estatal surge después de que el país lleve años haciendo pruebas piloto a escala regional.

Los defensores de la energía limpia han celebrado la creación del que sería el mercado de carbono más grande del planeta, dado que su tamaño será casi el doble que el de la Unión Europea.

Pero las primeras señales indican que China está siendo extremadamente cautelosa por miedo a socavar su crecimiento económico. De hecho, es probable que las reducciones reales no empiecen a producirse hasta la próxima década.

El éxito o fracaso del programa será crucial, dado que el país emite más de un cuarto del dióxido de carbono a nivel mundial, y los niveles están aumentando a un ritmo más rápido que nunca, según un análisis reciente. Si China tarda mucho en hacer recortes drásticos, será casi imposible que el mundo cumpla sus objetivos climáticos (ver "Si queremos gestionar las emisiones, debemos almacenar carbono"). Además, su estrategia podría influir en la de otros países interesados en reducir la contaminación por carbono.

"Muchas cosas dependen de este programa a nivel internacional. Su fracaso podría impedir la adopción de programas de comercio de derechos de emisiones en muchas partes del mundo", escribió en un documento a comienzos de este año el economista de la Universidad de Stanford (EE. UU.) Lawrence Goulder.

Comienzo lento

Muchos economistas afirman que los programas de límite e intercambio son la forma más eficiente de que las naciones reduzcan las emisiones.

En este sistema, un gobierno regala o vende un número limitado de permisos para emitir gases de efecto invernadero. Las empresas que producen una cantidad inferior a la que tienen permitida, pueden vender sus excedentes, mientras que las que emiten por encima de su límite, pueden comprar derechos de emisión a las empresas a las que les sobran.

Básicamente, se trata de poner un precio a las emisiones de carbono, lo que crea incentivos financieros para que las empresas reduzcan su contaminación. Pero aunque suena muy bien, los programas de límite e intercambio de emisiones lanzados hasta la fecha, como el de California (EE. UU.) y Europa, han tenido resultados bastante modestos hasta la fecha.

"Si China fracasa, podría impedir la adopción de programas de comercio de derechos de emisiones en muchas partes del mundo".

Según el plan anunciado en diciembre, China pasará un año construyendo un sistema nacional de informes y otro realizando transacciones y análisis "simulados". Así que la implementación real no tendrá lugar hasta, como mínimo, 2020.

La gran sorpresa del comunicado del Gobierno ha sido la reducción de los sectores obligados a adherirse al programa. Al principio solo se aplicará el sector eléctrico y, "cuando las condiciones lo permitan", se expandirá a otras industrias como la petroquímica, la de materiales de construcción y la aviación, según una traducción del comunicado. Se rumorea que los sectores excluidos y la agencia que representa a las empresas estatales pusieron mucho empeño en salirse del lanzamiento inicial y que la reciente desaceleración económica de China reforzó su petición.

Sin duda, el sector eléctrico de China sigue siendo un mercado de carbono enorme, con tres gigatoneladas de dióxido de carbono anuales, lo que equivale al 8 % de las emisiones globales, según un "comentario" reciente en Nature Climate Change. Si el programa llegará a incorporar a las otras industrias planificadas, el mercado de derechos de emisiones sumaría hasta cinco gigatoneladas anuales. En comparación, el esquema comercial de la Unión Europea cubre 1,8 gigatoneladas cada año.

Ambición limitada

Casi todos los programas de comercio de derechos de emisiones propuestos hasta la fecha f han asignado los permisos mediante subastas y han establecido un límite absoluto para las emisiones totales.

La esperanza general es que China restrinja la cantidad de dióxido de carbono que genera una planta por unidad de electricidad producida, por ejemplo, por megavatio-hora. Y Se cree que los estándares exactos variarán en función de varios factores, como el tamaño de la planta y su fuente de combustible. En otras palabras, las compañías eléctricas podrían aumentar las emisiones totales a medida que haya nuevas plantas en funcionamiento, siempre y cuando se vuelvan más limpias en la media de sus categorías.

Este enfoque refleja el hecho de que, de momento, el objetivo del Gobierno es reducir la tasa de aumento en las emisiones en lugar de lograr reducciones absolutas, señala el consultor sénior de ICF Huw Slater, una firma de asesoría que ha trabajado con el Gobierno chino y las compañías eléctricas.

Su enfoque también permite el crecimiento económico y limita el coste financiero de una industria, como la eléctrica, que no puede derivar el aumento en los costes del carbono a los consumidores finales.

Pero aunque la estrategia impulsa a los operadores para que mejoren la eficiencia de sus plantas, también "debilita o elimina los incentivos (...) para pasar del carbón al gas o las energías renovables", según la investigación en Nature Climate Change.

Los autores afirman que para desempeñar un "papel importante" en la reducción de emisiones, China debería establecer un sistema basado en subastas, ampliar el programa a otros sectores y tomar otras medidas para garantizar que el precio del carbono sea lo suficientemente alto. Se espera que China sí adopte las subastas e imponga un límite informal de emisiones absolutas. Pero para que ese enfoque sea efectivo podrían ser necesarias algunas reformas de mercado más amplias.

También es probable que el Gobierno empiece a dejar de administrar los precios y los planes de generación y vire hacia un mercado de energía al contado. En este escenario, los precios  cambian casi en tiempo real a medida que los generadores y los operadores de la red llegan a acuerdos para satisfacer la demanda inmediata.

Pero podría hacer falta al menos una década para que tal liberalismo se arraigue ampliamente en el país, según el investigador de la Escuela Kennedy de Harvard (EE. UU.) Michael Davidson, que estudia los mercados eléctricos de China. El experto opina: "La condición fundamental para que el mercado de carbono funcione en electricidad, es un mercado al contado. Pero están tan lejos de él que no va a tener un gran impacto".

Mientras tanto, dados los problemas del pasado con la transparencia ambiental y la considerable influencia de algunas empresas estatales, China se enfrenta a múltiples y diversos desafíos para establecer un sistema que identifique y penalice a las empresas que excedan sus asignaciones.

Buenas expectativas

A pesar de estos obstáculos, para la mayoría de los observadores está claro que el presidente de China, Xi Jinping, se toma en serio la reducción de emisiones. Parece que su intención de las de convertirse en el país líder en cuestiones climáticas y energéticas, debido a las preocupaciones por la contaminación del aire, su producción de energía, la seguridad nacional y el desarrollo económico.

Puede que China esté procediendo con cautela al establecer el programa de comercio de derechos de emisión, pero el Gobierno podría acelerar rápidamente si los primeros resultados son prometedores, o, en caso contrario, cambiar de estrategia rápidamente.

Además, aunque los observadores externos han depositado mucha confianza en el programa, los líderes chinos solo lo ven como uno en un "montón de medidas políticas" para cumplir su compromiso del acuerdo de París de alcanzar las emisiones máximas para 2030, concluye el director de política climática y mercados de carbono en la consultora South Pole, Jeff Swartz.

De hecho, dado el agresivo lanzamiento de las energías renovables, las reducciones en el uso de carbón y otras medidas, China ya puede estar en camino de cumplir su parte del acuerdo.

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