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La planta de etanol de Lincolnway Energy opera en Nevada, Iowa (EE. UU.)

Cambio Climático

Así comienza la era de la captura y almacenamiento de carbono

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La última medida económica aprobada por EE. UU. podría aliviar la brecha financiera para modernizar las plantas de energía, especialmente en el sector industrial. Así se podrán reducir las emisiones de dióxido de carbono y su efecto en el cambio climático 

  • por James Temple | traducido por Mariana Díaz
  • 29 Marzo, 2018

Comienza la era de la captura de carbono. El proyecto de ley sobre el gasto público que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó a principios de febrero para el país dio el pistoletazo de salida para capturar y almacenar las emisiones de carbono a la atmósfera.

Los investigadores de energía que han hecho números al respecto han concluido que, en muchos proyectos, ese aumento en el crédito fiscal podría por fin inclinar la balanza por una tecnología que, durante mucho tiempo, resultó ser demasiado costosa.

Esta provisión no compensará por completo el alto coste de la modernización de las plantas de energía, aunque ciertamente reducirá el precio. Pero sí que podría significar una diferencia inmediata en la reducción de emisiones provenientes de una fuente que, de otra manera, sería muy difícil de abordar: el sector industrial, que produce una porción muy significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos.

"Creo que veremos docenas de proyectos [de captura de carbono] en los próximos años que de otro modo no podrían suceder", dice el miembro de la Iniciativa por Energías Futuras Julio Friedmann, que fue el principal asistente del secretario adjunto de la Oficina de Energía Fósil del Departamento de Energía de Estados Unidos.

La mayoría de los investigadores de energía piensan que la captura y el almacenamiento de carbono tendrán que ser una parte importante de cualquier plan realista para abordar los crecientes peligros del cambio climático. Varios estudios han descubierto que, sin esta tecnología, es poco probable que el mundo pueda evitar que las temperaturas suban más de 2 °C (ver Una planta de gas natural sin residuos podría revolucionar el sector energético).

El crédito se aplicará igualmente a las tecnologías de depuración, que capturan dióxido de carbono de las plantas de energía y de fábricas, y a las nuevas empresas que trabajan para extraer el gas de efecto invernadero directamente del cielo, como Carbon Engineering y Climeworks (ver Canadá empieza a capturar carbono del aire para crear combustible neutro).

El dióxido de carbono capturado puede almacenarse bajo formaciones geológicas o inyectarse en zonas de perforación para extraer los últimos restos de petróleo. Los investigadores y las nuevas empresas también están explorando formas de utilizarlo para producir combustibles alternativos, materiales de construcción y otros productos. Es probable que este nuevo crédito fiscal estimule una inversión significativa en estas tecnologías emergentes, apunta Friedmann.

La medida fue apoyada por una improbable coalición entre los que rechazan el cambio climático y los que luchan para frenarlo; especialmente los senadores John Barrasso, republicano de Wyoming, y Sheldon Whitehouse, demócrata de Rhode Island. Contaron con el apoyo de sindicatos, grupos ambientalistas y compañías de carbón.

Los aspectos básicos de la medida son los siguientes: proporciona un crédito fiscal de 50 dólares (unos 40 euros) por cada tonelada métrica de dióxido de carbono enterrado bajo tierra y de 35 dólares (cerca de 28 euros) por cada tonelada que se utilice de otras formas diferentes. Las empresas tendrán seis años para empezar proyectos y 12 desde el momento en que comiencen las operaciones para reclamar los créditos.

Una versión anterior del crédito fiscal se situaba en 20 dólares (unos 16 euros) y 10 dólares (8 euros aproximadamente), respectivamente, y fue limitada a 75 millones de toneladas; estas cifras no proporcionaron suficiente certeza a largo plazo para estimular suficientes proyectos.

El coste estimado de la captura de carbono es de aproximadamente 60 dólares (cerca de 48 euros) por tonelada métrica para las plantas de carbón y de alrededor de 70 dólares (unos 56 euros) para las plantas de gas natural, según un informe de 2015 de la Oficina de Energía Fósil. Otros 11 dólares (alrededor de 8 euros) son para transportar y almacenar el dióxido de carbono. Por lo tanto, el crédito fiscal todavía no puede, en sí mismo, compensar los costes actuales del sector eléctrico.

Sin embargo, sí podría suponer una diferencia financiera para algunas plantas si recurren a otras fuentes de subsidio, en particular cuando el precio de la captura de carbono caiga en los próximos años, según indica el director asociado del Centro para la Eliminación de Carbono, Matt Lucas, una organización sin ánimo de lucro en Oakland, California (EE. UU.).

Además, el nuevo crédito fiscal ya debería ser suficiente para compensar el coste de los sistemas de captura de carbono en las instalaciones que producen etanol, fertilizantes, óxido de etileno y otros combustibles procesados. Esos costes van desde 9 a 30 dólares (de unos 7 a 24 euros) por tonelada, según un informe anterior de la Oficina de Energía Fósil. En estos casos, la captura de carbono no es tan costosa porque los procesos dan como resultado concentraciones del gas más altas. (Los costes de captura de carbono para el cemento y el acero, dos de los mayores emisores industriales, están aún más cerca de los 100 dólares (alrededor de 80 euros) por tonelada).  

Hacer que la captura de carbono sea asequible para el sector industrial es fundamental, ya que existen pocas formas baratas de limpiar muchas de estas empresas. Esto se debe en gran parte a que el gas es un subproducto de la propia producción. También contribuye en gran medida a las emisiones totales de gases de efecto invernadero: la producción de etanol por sí sola representa el 2 % del dióxido de carbono en EE. UU., mientras que la producción de fertilizantes abarca el 1 %.

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