Un análisis en profundidad de ambas criptomonedas revela que unas pocas empresas concentran buena parte de sus respectivas redes. Si una moneda digital permite que la riqueza y el poder se queden en manos de unos pocos, ¿dónde está lo revolucionario del asunto?
En el mundo de las criptomonedas, decir que algo está "centralizado" es casi un insulto. Así es desde que el creador de Bitcoin, Satoshi Nakamoto, demostrara que es posible crear sistema monetario que no necesita una autoridad central, como un gobierno, para funcionar. Esta potente idea se catalizó en una división entre las criptomonetas buenas, es decir, las descentralizadas; y las malas, que se refieren a cualquier cosa con un mínimo atisbo de "centralización" y que suponen una amenaza la visión utópica de las criptomonedas como herramienta para crear un nuevo orden financiero mundial.
¿Realmente las buenas son tan buenas y las malas son tan malas? El experto en criptomonedas de la Universidad de Cornell (EE. UU.) Emin Gün Sirer dice la cuestión no es tan sencilla, y que realmente nadie se ha dedicado a analizar en profundidad a lo realmente descentralizadas que están las criptomonedas buenas
"Todavía no tenemos ninguna métrica real", advierte Gün Sirer. Y eso es justo lo que su equipo intenta cambiar con unos resultados recientemente publicados de un estudio de dos años centrado en Bitcoin y Ethereum, las criptomonedas más populares del mundo.
Quizás el hallazgo más sorprendente es que el proceso de verificar transacciones y asegurar una cadena de bloques frente a ataques, llamado minería, en realidad no está tan descentralizado en ninguno de los sistemas. Bitcoin y Ethereum son sistemas abiertos de cadenas de bloques, lo que significa que, en principio, cualquier persona puede minarlos (ver ¿Qué es Bitcoin, y por qué es importante?). Pero se han creado algunas organizaciones dedicadas a concentrar recursos de minería. Los investigadores han descubierto que las cuatro principales operaciones de minería de Bitcoin tenían más del 53 % de la capacidad minera media del sistema, que se mide cada semana. Y la minería para Ethereum está aún más concentrada: tres mineros representaron el 61 % de la capacidad semanal media del sistema.
También encontraron que el 56 % de los "nodos" de Bitcoin, los ordenadores de todo el mundo que ejecutan su software (aunque no todos se dedican a la minería), están ubicados en centros de datos, frente al 28 % de Ethereum. Eso podría indicar que Bitcoin es más corporativo, apunta Gün Sirer. En general, el grupo concluye que ninguna red "ofrece propiedades estrictamente mejores que la otra".
Este tipo de datos pueden ayudar a aclarar algunos debates. Pero el debate general de lo que significa la "descentralización" es mucho más amplio y más complicado. En estos momentos existen cientos de criptomonedas, y muchas de ellas funcionan de forma diferente a Bitcoin y Ethereum. No todas ellos dependen de los mineros o incluso de una cadena de bloques, como la criptomoneda IOTA.
No existe una forma perfecta de medir la descentralización de una red de criptomonedas, que es un fenómeno social y técnico complicado. La forma en que se distribuyen las monedas en una red puede ser muy importante. En el caso de Ripple, una empresa de propiedad privada supervisa la distribución de monedas y posee más de la mitad del inventario disponible.
Los debates sobre la descentralización pueden parecer esotéricos, pero cualquier persona interesada en el futuro de las criptomonedas debería tratar de seguirlos. Parte de la visión que venden los principales promotores de la tecnología es que puede ayudar a resolver problemas de desigualdad financiera creados en parte por instituciones tradicionales y centralizadas. Si una moneda digital permite que la riqueza y el poder se concentren en manos de unos pocos, ¿dónde está lo revolucionario del asunto?