Se crean fotoreceptores a partir de células madre pluripotentes inducidas.
Piénsatelo dos veces antes de volver a sacudirte esas motas de caspa del hombro. Podrías estar deshaciéndote de células que quizá algún día ayuden a recuperar la visión en los humanos.
Thomas Reh y sus colegas de la Universidad de Washington, en Seattle, han generado unas células retinales sensibles a la luz, llamadas fotoreceptores, a partir de células adultas humanas de la piel. Después transplantaron las células a la retina de un ratón, mostrando que los fotoreceptores se integraban de forma normal en el tejido colindante. Esta hazaña tecnológica arroja esperanza dentro del desarrollo de tratamiento para enfermedades retinales, tales como la retinitis pigmentosa y la degeneración macular, que causan discapacidad visual o ceguera en millones de personas en los EE.UU.
Los investigadores utilizaron la tecnología celular de células madre pluripotentes (iPS), activando un puñado de genes en las células de la piel para invertirlas hasta un estado embrionario flexible. Después utilizaron unos métodos previamente desarrollados para diferenciar las células en fotoreceptores. Aunque el equipo de Reh han llevado a cabo experimentos similares con células madre embrionarias, las células iPS son una fuente preferible para las terapias de reemplazo celular puesto que pueden ser derivadas a partir del paciente. Las células de la piel son una fuente de células iguales al tejido del receptor, lo que evita los problemas asociados con el rechazo inmunológico de los transplantes de células madre.
Las células también proporcionan una nueva forma para estudiar las enfermedades de degeneración retinal e identificar dianas farmacológicas. La retinitis pigmentosa, por ejemplo, es una enfermedad heredada en la que los fotoreceptores comienzan a morir. Las células retinales derivadas de un paciente con la enfermedad albergan todas las mutaciones genéticas que contribuyen a la enfermedad del paciente, por lo que los científicos pueden intentar determinar los mecanismos moleculares que conducen hasta la muerte celular. Después pueden utilizar las células para analizar y encontrar moléculas que ralenticen o detengan el daño.
“No existen buenos medicamentos para detener la degeneración de los fotoreceptores,” afirmó Reh, neurobiólogo en la Universidad de Washington. “Una de las razones por las que no tenemos más moléculas que podamos poner a prueba es porque no tenemos buenos modelos animales para la mayoría de las enfermedades retinales humanas.”
Los científicos necesitarán superar algunos obstáculos de importancia antes de poder usar las células para las terapias de transplantes. Los defectos genéticos que conducen a la enfermedad tendrían que ser arreglados antes de implantar las células en el ojo. Además los investigadores necesitan averiguar cómo obtener grandes volúmenes de células para integrarlas de forma efectiva en la retina. En los experimentos actuales, publicados el mes pasado en la revista PLoS ONE, el número de células que echaron raíces en el ojo fue demasiado pequeño como para recuperar la sensibilidad visual. “Necesitamos que alrededor de 10.000 células se integren en la retina para restaurar las funciones,” señaló Reh.
Las investigaciones futuras tendrán que explorar cómo de bien los fotoreceptores transplantados se conectan con otros tipos de células en la retina y funcionan como un circuito integrado. “El trabajo que tenemos por delante sigue siendo enorme,” afirmó Robert Lanza, director científico de Advanced Cell Technology. “No obstante, este es un primer paso importantísimo.”