Biotecnología
Las células madre y la edición genética intentan no hacer ruido para no despertar a Trump
Los científicos especializados en proyectos biológicos controvertidos temen que sus investigaciones se vean obstaculizadas si el presidente empieza a prestarles atención. Desde que llegó a la presidencia, Trump no ha manifestado su opinión sobre las fronteras de la biología
Los biólogos que investigan con las últimas tecnologías más controvertidas en EE. UU. están asustados. ¿Qué pasaría si sus trabajos llegaran a oídos del presidente Donald Trump? (no son los únicos, el experto en geoingeniería David Keith afirmó recientemente que lo peor que le podría pasar a su campo de investigación es que el presidente crea que es una solución mágica contra el cambio climático). Desde que llegó a la Casa Blanca, el mandatario no ha hecho ningún comentario público sobre las investigaciones relacionadas con las células madre, los embriones humanos ni la edición genética. Pero los investigadores viven con el temor de que aparezca un tuit incendiario o un anuncio repentino de políticas que pongan límites a sus investigaciones.
Su preocupación se debe al acelerón que estas tecnologías han tenido en los últimos meses y que coinciden con la llegada de Trump a la presidencia. Justo este año, investigadores estadounidenses han demostrado un útero artificial funcional, han logrado corregir un defecto genético en embriones humanos con CRISPR y han avanzado en la fabricación de embriones sintéticos y en un procedimiento de fertilización in vitro que utiliza el ADN de tres padres biológicos.
Durante una reunión que incluyó 130 expertos en fertilidad de 30 países celebrada en octubre en Nueva York (EEUU), el investigador de células madre de la Universidad de Pittsburgh (EEUU) Gerald Schatten advirtió: "El señor Trump no nos ha prestado atención. Y no nos conviene que lo haga".
A los investigadores les preocupa que cualquiera de los nuevos avances pueda provocar medidas de la administración Trump que limiten las investigaciones, como ya pasó cuando el presidente George W. Bush impuso restricciones a la financiación de investigaciones con células madre en 2001.
"Hay un precedente", señala la directora de investigación del Centro para la Ciencia y la Democracia de la Unión de Científicos Preocupados, un grupo de defensa de la ciencia sin ánimo de lucro, Gretchen Goldman. La responsable advierte: "Muchos de nuestros compañeros son conscientes de que su trabajo es muy controvertido a nivel político".
El peor escenario
Lo que más preocupa a los biólogos es que nadie sabe cuál es la opinión de Trump sobre las fronteras de la biología. De los más de 30.000 tuits que el presidente ha publicado hasta el momento, ninguno menciona el ADN, las células madre ni la edición genética, según el Archivo de Tuits de Trump. Mientras tanto, el Congreso de Estados Unidos no ha celebrado ninguna audiencia sobre dichas tecnologías desde junio de 2015.
"Aunque el presidente Trump no parece tener ninguna opinión firme sobre [estos temas], está claro que ha creado un gabinete de individuos que pueden estar menos entusiasmados con las posibilidades de tales investigaciones", dice el director de políticas tecnológicas del Centro Niskanen, un think tank liberal con sede en Washington, DC (EEUU).
Por eso, muchos científicos se están poniendo en lo peor. A Jennifer Doudna, una de las inventoras de CRISPR, le preocupa que los rápidos avances en la tecnología de edición genética puedan resultar contraproducentes si llaman la atención de los políticos de la manera equivocada. Durante una reunión de periodistas científicos en San Francisco (EEUU) el mes pasado, la investigadora afirmó: "En el corto plazo, el peor escenario [que imagino] es que alguien, en alguna parte, haga algo con CRISPR que resulte peligroso, o que al menos sea percibido como peligroso o irresponsable, que provoque a una gran reacción pública. Digamos que mañana se anunciara un bebé CRISPR. ¿Cómo sería recibido bajo el clima actual de Estados Unidos? Esto me preocupa... podría hacer que mucha gente llame a sus representantes gubernamentales y digan: '¿Qué es esto de CRISPR? Tienen que echarle el freno'".
Anticiencia
Tras diez meses en el cargo, el presidente Trump aún no ha nombrado un asesor científico. Ningún presidente moderno había tardado tanto en hacerlo, según señala The Washington Post.
Ante la ausencia de asesoramiento experto, la administración de Trump tenido compartamientos que muchos consideran anticientíficos, incluido el nombramiento de Scott Pruitt, que duda del efecto humano sobre el cambio climático, como el director de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. El propio Trump ha tuiteado que el calentamiento global es "un engaño". Y hace poco, la administración estadounidense ha tomado medidas para definir a los embriones como seres humanos con derechos legales, algo que podría limitar las investigaciones de infertilidad, de abortos espontáneos y de cómo se desarrollan las enfermedades hereditarias en un embrión humano.
Esta medida fue incluida en un borrador de plan estratégico que publicó el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU en octubre. Una frase que decía que la agencia sirve a los "estadounidenses en todas las etapas de la vida" fue modificada para que dijera: "estadounidenses en cada etapa de la vida, comenzando desde la concepción". Y cuando los republicanos del Congreso dieron a conocer un proyecto de ley de 429 páginas el pasado 2 de noviembre, este estipulaba que los padres podrían crear una cuenta de ahorros para los estudios superiores para un "niño in utero", y que por ello recibirían ventajas fiscales.
La congresista demócrata Diana DeGette calificó la medida de "intento de colar por la puerta de atrás la condición de persona desde el momento de la concepción".
Posponer el debate
De momento, los biólogos han estado bastante protegidos de las atenciones de Trump. A pesar de que al principio el presidente pidió recortes en el presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH, por sus siglas en inglés) de más de 6.000 millones de euros, la medida no obtuvo ningún respaldo político. El presidente también mantuvo en su puesto a Francis Collins, un hábil administrador nombrado jefe de los NIH por el antiguo presidente Barack Obama y uno de los pocos remanentes que ha navegado el cambio de administración.
Aun así, algunos biólogos se preguntan si deberían posponer indefinidamente algunos debates públicos importantes sobre determinadas tecnologías controvertidas, dado el riesgo de que Trump pueda intervenir.
Uno de esos debates se refiere a la "regla de 14 días", una directriz que rige la investigación de embriones. Esta regla empírica establece que los científicos no deberían cultivar embriones humanos en el laboratorio durante más de dos semanas. En Estados Unidos, es una regla autoimpuesta que los científicos respetan, pero en otros países es legalmente vinculante. Sin embargo, dados los recientes avances en la edición de embriones y el cultivo de estructuras parecidas a órganos en el laboratorio, algunos científicos creen que es hora de aflojar la regla y permitir que las investigaciones vayan más allá.
Durante una reunión celebrada el mes pasado en las Academias Nacionales de Ciencias en Washington DC, un panel de expertos no se puso de acuerdo con respecto a si el cuerpo asesor debería abordar el tema llevando a cabo un estudio y haciendo recomendaciones. La profesora de derecho y bioética de la Universidad de Wisconsin en Madison (EEUU), Alta Charo, dijo que el debate abierto sobre la regla podría "provocar una atención no deseada" por parte de la administración Trump y los legisladores estatales. La experta afirmó: "Mi principal preocupación es que este debate y cualquier otra acción en esta área vaya a desencadenar legislaciones estatales", les explicó a los miembros de Estados Unidos.
Por su parte, el copresidente del Comité de Tecnología, Política y Leyes de las Academias Nacionales David Baltimore, un biólogo de renombre mundial del Instituto de Tecnología de California (EEUU), afirmó creer que tal estudio debería avanzar, independientemente de la atmósfera política. Baltimore afirmó: "No debemos temer llevar a cabo el estudio".
El antiguo director del programa de ética médica de la Universidad de California en San Francisco (EEUU) Bernard Lo reconoció que la regla de los 14 días debería actualizarse, pero coincidió en que existen "menos oportunidades de [encontrar] un terreno común bajo el clima político actual". El experto concluyó: "Vivimos en una era de internet de opiniones instantáneas".