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Allison Corona, de 25 años recibió hace un lustro una terapia génica que le devolvió parcialmente la vista. Crédito: Fundación Fighting Blindess

Biotecnología

La nueva era de la medicina avanza a pesar del desorbitado precio de las terapias génicas

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Un tratamiento médico pionero que corrige un gen mutado podría a punto de aprobarse en EEUU. Tras un pasado oscuro con voluntarios fallecidos o con efectos secundarios a causa de las terapias génicas, estos tratamientos están cada vez más cerca de revolucionar la salud (de quien pueda pagarlos)

  • por Emily Mullin | traducido por Maximiliano Corredor
  • 18 Octubre, 2017

Hasta hace cinco años, Allison Corona vivía a oscuras. Nacida con un trastorno ocular hereditario llamado amaurosis congénita de Leber (LCA, por sus siglas en inglés), apenas podía distinguir colores y sólo podía ver la silueta de las personas, pero nunca sus rasgos faciales o expresiones. Para ella era como vivir una vida a medias.

En 2012 se apuntó a un ensayo clínico y recibió una terapia génica experimental que cambió su vida. Ahora, con 25 años, dice que la mejora en su vista ha sido "drástica". Todo es más brillante. Puede ver texturas. Puede saber si su madre está feliz o triste con sólo mirarla a la cara.

La terapia génica que Corona recibió está cada vez más cerca de llegar a más pacientes. Un panel de 16 expertos independientes ha votado de forma unánime a favor de emitir una recomendación a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) que apruebe el tratamiento, llamado Luxturna y fabricado por Spark Therapeutics, que este año se ha situado en el puesto número 10 de nuestra lista de las 50 Empresas más Inteligentes.

Durante mucho tiempo se esperaba que Luxturna fuera la primera terapia génica que llegase al mercado estadounidense. Sin embargo, en agosto, un nuevo tratamiento que modifica genéticamente las propias células inmunitarias de un paciente para combatir el cáncer le arrebató el título, convirtiéndose en lo que la FDA calificó como la "primera terapia génica" del país. Antes de eso, Europa ya había aprobado dos terapias genéticas para enfermedades raras y hereditarias. Si Luxturna se aprueba, sería el primer tratamiento de EEUU destinado a corregir un rasgo genético heredado. La FDA debe decidir antes del 12 de enero.

Hasta la fecha la terapia ha mostrado resultados notables. Más de dos docenas de niños y adultos han mejorado su visión gracias a ella. Sin embargo, persisten los interrogantes sobre la duración de sus efectos y cuánto costará. Un documento de la FDA hecho público este mes señala que no hay datos disponibles a largo plazo. En cuanto al precio, un analista predice que costará unos 340.000 euros por cada ojo.

Durante décadas se ha imaginado que la terapia génica podría ser una forma de tratar, y potencialmente curar, enfermedades genéticas graves (ver 10 Tecnologías Emergentes 2017: Terapia génica 2.0). La idea tradicional de la terapia génica consiste en utilizar un virus modificado para introducir la copia correcta de un gen en un paciente portador de una versión defectuosa. Este enfoque pretende corregir la causa genética de la enfermedad en lugar de limitarse a paliar los síntomas, como hacen la mayoría de los medicamentos.

Katherine High, presidenta y directora científica de Spark Therapeutics, con sede en Filadelfia, y Jeff Marrazzo, CEO de la compañía.

Foto: La presidenta y directora científica de Spark Therapeutics, Katherine High, junto al CEO de la compañía, Jeff Marrazzo. Crédito: Spark Therapeutics.

El CEO de Spark Therapeutics, Jeff Marrazzo, dice que la aprobación de Luxturna marcaría el inicio de una nueva era en la medicina. Marrazzo afirma: "Así es como creo que va a ser la medicina los próximos 20, 30, si no 50 años. Creo que este es el comienzo de una era que va a cambiar fundamentalmente la medicina".

La terapia de la compañía pretende reparar una mutación en un gen llamado RPE65, que proporciona instrucciones para hacer una proteína necesaria para la vista normal. Las alteraciones en este gen producen LCA y otras retinopatías, incluidos algunos tipos de retinosis pigmentaria.

La terapia consiste en enviar miles de millones de partículas víricas manipuladas para portar una copia correcta del gen RPE65 a las células de la retina de una persona. Se trata de un procedimiento rápido que consiste en una inyección en el ojo.

En un ensayo clínico, la terapia génica mejoró la vista en 27 de los 29 participantes tratados, es decir, alrededor del 93%. Los científicos examinaron la vista de los participantes haciéndolos caminar a través de un circuito de obstáculos con poca luz. Un año después del tratamiento, 21 de los voluntarios, el 72%, todavía eran capaces de recorrer el circuito con éxito.

Spark cree que en todo el mundo hay unos 6.000 candidatos válidos para su terapia génica, de los cuales, entre 1.000 y 2.000 residen en EEUU. Con el tiempo, la mayoría de estos pacientes perderán la poca vista que tienen hasta quedar completamente ciegos.

Mucho retraso

La médica y científica de la Universidad de Pensilvania (EEUU) que fue pionera en la terapia génica que llegaría a convertirse en Luxturna, Jean Bennett, explica que Spark está pendiente de la aprobación desde hace mucho tiempo. Bennett y sus colegas comenzaron la investigación sobre terapias génicas para enfermedades hereditarias de la retina en la década de 1990. Su primer paso fue tratar de averiguar cómo introducir el ADN sintético en las retinas de perros de laboratorio. Bennett recuerda que en julio de 2000 su equipo trató por primera vez a tres perros con una terapia génica inicial que habían creado.

La responsable recuerda: "Eran extraordinariamente tímidos y asustadizos porque no podían ver. Después de que un ojo fuese tratado con una copia correcta del gen, su comportamiento cambió por completo. Empezaron a correr y a jugar. Era muy obvio que tenía un efecto positivo".

Bennett y sus colegas estaban encantados. Pero esos primeros resultados tan esperanzadores se vieron mermados por la tragedia. El año anterior, en 1999, un paciente de 18 años llamado Jesse Gelsinger había muerto en un experimento con una terapia génica dirigida a tratar su enfermedad hepática genética. Después, a principios de la década de los 2000, unos niños que participaban en un ensayo con otra terapia génica desarrollaron leucemia a causa del tratamiento. Se detuvo el ensayo. Se cerraron empresas de terapia génica. Bennett no pudo obtener financiación para continuar la investigación.

"No fue una época muy buena para la terapia génica", recuerda la investigadora.

Finalmente, en 2005, su equipo y ella se asociaron con investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia (EEUU), dirigidos por Katherine High, actual presidenta y directora científica de Spark Therapeutics. Bennett dice que High convenció al hospital para invertir en investigación sobre terapias génicas en un momento en que el campo se había enfriado. El hospital contrató a investigadores de empresas que se habían cerrado e inició los ensayos clínicos.

Luego empezaron a llegar más buenas noticias cuando los estudios de seguridad demostraron que los participantes del ensayo que recibieron la terapia ocular tenían pocos efectos secundarios. En 2013, se lanzó Spark Therapeutics con 42 millones de euros del Hospital Infantil.

Bennet cuenta: "Creo que, desde el principio, todos estábamos convencidos de que iba a funcionar y que iba a ser segura. Es muy gratificante llegar a este punto".

El éxito de Spark ha contribuido a revivir el interés por la terapia génica. Según la Alianza por las Terapias Génicas y Celulares, una asociación industrial, las compañías de terapia génica recaudaron más de 1.000 millones de euros en el segundo trimestre de 2017, un 56% más que en el mismo trimestre de 2016. Y, de acuerdo a la organización, están en marcha 504 ensayos clínicos de terapia génica en todo el mundo, 34 de los cuales están en las etapas más avanzadas de las pruebas. Incluso las grandes empresas farmacéuticas se están interesando por la terapia génica.

El director de investigación de la Fundación Fighting Blindness, Stephen Rose, que también apoyó las primeras investigaciones con terapias génicas para las enfermedades de la retina, opina que la aprobación de la terapia de Spark representaría "la consecución de una larga historia". En su opinión, la decisión abriría la puerta a otras terapias que podrían llegar a tratar las más de 225 mutaciones genéticas conocidas que causan ceguera.

El problema del precio

En Europa ya se han aprobado dos terapias génicas para otras enfermedades hereditarias: Glybera, para una enfermedad metabólica rara, y Strimvelis, para un tipo de deficiencia inmune. Glybera ha sido retirada del mercado debido a la baja demanda (ver El fármaco más caro del mundo ilustra el fracaso del sueño de la terapia génica). Cuando la terapia fue aprobada en Europa, su fabricante, UniQure, fijó el precio en la friolera de 850.000 euros.

Strimvelis, comercializada por GlaxoSmithKline, cuesta 594.000 euros, pero viene con una garantía de devolución del dinero si los pacientes no se curan.

Después de que la FDA aprobara su primera terapia génica, Kymriah, en agosto, el fabricante Novartis fijó el precio en algo más de 400.000 euros. La compañía ha justificado el precio diciendo que Kymriah está altamente personalizada y es compleja de fabricar (ver La terapia génica monodosis, por cara que sea, puede costar menos que toda una vida de tratamiento). Para crear la terapia, dirigida a un tipo de leucemia infantil a menudo letal, las células inmunes del propio paciente se extraen y se alteran genéticamente fuera del cuerpo y se reinyectan de nuevo al paciente. Novartis afirma que no cobrará si el tratamiento no funciona en un mes.

El alto precio de estas otras terapias génicas sugiere que el tratamiento de Spark probablemente también será costoso, opina el portavoz clínico de la Academia Americana de Oftalmología, Abdhish Bhavsar, un especialista de la retina. El investigador detalla: "Tenemos que ser conscientes del precio. Espero que no sea inasumible por los pacientes, porque eso sería lamentable".

Marrazzo se ha negado a decir cuánto costará Luxturna, pero adelanta que Spark está creando un programa para compensar sustancialmente los costes monetarios para los pacientes. Este programa ayudará a los pacientes a pagar los viajes y las estancias para estar cerca de uno de los seis centros de EEUU donde la terapia estará disponible. Todavía no se sabe si las compañías de seguros cubrirán Luxturna.

Sea cual sea el precio, la terapia no sería una cura definitiva. No da a los pacientes una vista perfecta, y aunque mejoró ligeramente la agudeza visual o nitidez de algunos participantes del ensayo, no se encontró que la mejora fuera estadísticamente significativa.

Los científicos tampoco saben cuánto duran estos beneficios. La empresa sólo ha monitorizado a los pacientes que recibieron la terapia génica durante unos pocos años.

Corona intenta no pensar en la posibilidad de que los efectos de la terapia puedan desaparecer. Aunque cree que aunque se esfumen, el tratamiento habrá valido la pena. La joven sentencia: "Incluso aunque pierda la vista cuando sea mayor, he logrado un par de años que no hubiera tenido".

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