Biotecnología
Un espejo y un váter inteligentes para cumplir el sueño de la medicina personalizada
Un emprendedor chino quiere la gente se haga pruebas constantes de todo su organismo, desde la sangre hasta las heces, los metabolitos y el tono muscular. Su objetivo es encontrar los indicios previos a una enfermedad para evitar que se desencadene y que la población esté sana el mayor tiempo posible
"Este espejo inteligente no es muy listo", dice Jun Wang mientras posa de pie frente a un espejo de cuerpo entero con vaqueros de diseño rasgados en las rodillas. "Es sólo una cámara y un espejo", comenta con un aspecto algo preocupado, o lo más preocupado posible para un hombre cuya cara resulta imperturbable. El emprendedor continua: "Lo que quiero es un espejo que me haga un escaneo en 3D aquí", mientras usa sus manos para trazar el contorno de sus muslos."Y aquí", dice Wang mientras señala su barriga, inexistente. Su lista de deseos continúa: "Queremos una representación exacta de ti en 3D: la grasa, el músculo, toda la forma de tu cuerpo, más reconocimiento facial, y lo qué está pasando con tu piel". A continuación señala al área superior derecha del espejo y añade: "Y quiero lecturas sobre mi salud ahí arriba, al lado de donde me estoy cepillando los dientes; mi peso, presión arterial y ritmo cardíaco, y cómo se correlaciona eso con mi ADN"
Este espejo inteligente que Wang aún no ha construido es uno de los varios aparatos que este biólogo e informático de 41 años convertido en emprendedor afirma estar desarrollando. Los dispositivos que se imagina ayudarán a recopilar, analizar y mostrar una pila de datos de salud que podrían interesar a millones de otras personas. Esta es la razón por la que Wang cofundó iCarbonX (ICX), una empresa de salud personal muy ambiciosa, aunque quijotesca, con sede en Shenzhen, en el sur de China.
ICX quiere recoger más datos sobre el cuerpo de los que jamás se han recopilado. Comenzando por la secuencia de ADN y los datos de dispositivos portables tipo Fitbit, que miden los pasos, ritmo cardíaco y patrones de sueño. También habría frecuentes análisis de sangre para medir diversas proteínas y enzimas que, por ejemplo, pueden reflejar la salud del corazón o indicar signos muy tempranos de cáncer. Se sumaría la monitorización de los cambiantes niveles de metabolitos producidos por el cuerpo a medida que procesa los alimentos; los típicos análisis de sangre sobre los niveles de colesterol y glucosa; los datos del corazón de un electrocardiograma; y la información de su historial médico. El objetivo: monitorizar la salud constantemente para sugerir cambios en la dieta y el comportamiento antes de llegar a las primeras etapas de una enfermedad.
Su propuesta suena un poco a medicina personalizada, algo de lo que se debate desde hace años. Para Wang, no se trata solo de tratar enfermedades sino de cómo se denomina a la salud personalizada. El emprendedor detalla: "Ahora mismo no sabes tu temperatura ni tu pulso ni los microbios que tienes dentro y que afectan a tus emociones. Ni qué hacer si tienes una alergia, o si debes perder peso porque estás gordo."
Sus dispositivos ayudarían a recopilar, analizar y mostrar una pila de datos de salud que podrían interesar a millones de otras personas.
La idea de vigilar constantemente la salud personal es cada vez más factible, en parte debido a las tremendas reducciones del coste de secuenciar el ADN y del de medir los miles de compuestos biológicos y procesos que regulan el cuerpo. Lo que todo eso significa para cualquiera de nosotros, especialmente cuando se combina toda la información, no está claro. Pero ICX es parte de una nueva ola de empresas que creen que pueden encontrar algo importante en los datos para que la medicina deje de reaccionar ante una enfermedad. Su objetivo es mantener sana a la gente por una fracción del coste de tratar las dolencias. Resolver este rompecabezas, con sus millones de piezas en movimiento, requerirá la participación de la inteligencia artificial (IA) y de otras técnicas avanzadas de computación. Wang detalla: "La IA es la herramienta que tenemos para coger toda esta información y decir cosas al paciente que no sabía sobre su salud".
Suponiendo que funcione, armar todo esto no será barato. Como CEO de ICX, Wang ha recaudado unos 510 millones de euros en fondos para su proyecto, una cantidad notable dado que el objetivo es ofrecer pruebas de alta tecnología a personas sanas. "Pero con todas las cosas que quieren probar, lo necesitarán [el dinero], y probablemente más", afirma el biólogo molecular y matemático Eric Schadt, que recientemente dejó el puesto de director del Instituto Icahn para Genómica y Biología Multiescala del Hospital Monte Sinaí en Nueva York (EEUU). Schadt ha lanzado su propia empresa de datos de salud, llamada Sema4, que está rastreando genomas y biomarcadores moleculares, principalmente de personas que están siendo tratadas por enfermedades.
ICX está utilizando su montaña de efectivo para invertir o adquirir compañías que podrían contribuir a la visión holística de Wang. En EEUU, sus movimientos incluyen una participación de 137 millones de euros en SomaLogic, que está trabajando en un chip capaz de medir 5.000 proteínas en la sangre; otros 85 millones de euros en PatientsLikeMe, una empresa que proporciona una plataforma en línea para más de 500.000 pacientes para compartir experiencias, métricas y sentimientos acerca de su salud y enfermedades; y unos 34 millones de euros en AOBiome, que vende aerosoles microbianos que dicen mejoran la salud de la piel. ICX también invirtió recientemente en HealthTell, especializada en identificar anticuerpos de una muestra de sangre que pueden indicar la presencia y el progreso de enfermedades, incluyendo cáncer y trastornos autoinmunes. Además, ICX también está colaborando con varias compañías en China.
Lo que ata esta alianza ecléctica es un esfuerzo agresivo por construir un sistema de inteligencia artificial capaz de analizar todos estos datos. Eso está siendo dirigido por iCarbonX-Israel, que ICX adquirió el año pasado. Fundada en Israel en 2005 como Imagu Vision Technologies, la compañía desarrolla software para interpretar escáneres y otras imágenes médicas. Ahora los ingenieros de Imagu están trabajando con sus colegas en ICX para crear lo que ellos llaman un "cerebro de salud virtual" que interpretará los miles de puntos de datos que ICX quiere recopilar sobre cada cliente. El director general y cofundador de Imagu, Mor Amitai, afirma: "Queremos crear una herramienta que no sólo analice los datos, sino que ofrezca maneras de ayudar a las personas a mejorar su salud, como de qué forma mejorar su dieta".
"Si todo esto suena ridículamente complicado, es porque lo es", dice Wang, sonriendo con una mezcla tranquilidad, indudablemente apreciada por los inversores, y desconcierto, como si supiera que lo que propone suena un poco loco. La pregunta es, pues: ¿puede utilizar su dinero y conocimientos técnicos para revolucionar la medicina?
Salud de precisión
Wang, un hombre alto de pelo negro y corto, pasea fríamente por la sede de su compañía, una imitación de Silicon Valley (EEUU) con puestos de trabajo abiertos, salas de conferencias con paredes de cristal, un gimnasio y una cafetería siempre provista de comida, bebidas saludables, té y café. Está en el tercer piso de un edificio de un parque industrial, en un complejo de estructuras corrientes, escondido entre dos extensos parques temáticos arbolados llamados Valle Feliz y el Pueblo de Cultura Popular China. En la parte trasera de la sede de ICX está la oficina de Wang, un cómodo rincón con sillas de cuero y una sala de conferencias privada, un entorno empresarial que está muy lejos de donde comenzó Wang como investigador académico que secuenciaba ADN en la Universidad de Pekín (China) a finales de la década de 1990.
Como profesor en la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y como experto en bioinformática en el Instituto de Genómica de Pekín (BGI, por sus siglas en inglés), el cual ayudó a fundar en 1999, Wang fue autor de más de 100 estudios de investigación. BGI fue la organización que lideró la pequeña contribución china al Proyecto Genoma Humano, un esfuerzo mundial en el que varios países trabajaron en diferentes segmentos de la secuencia de ADN humano publicada en 2003. BGI produjo más tarde las primeras secuencias completas de ADN de una persona asiática, las de una cepa de arroz, y también del virus del SRAS y el panda gigante. Durante su mandato como CEO de BGI, Wang ayudó a convertir la empresa en una de los servicios de secuenciación más grandes del mundo. En 2016 tuvo ingresos por valor de 212 millones de euros, y este verano lazó una OPI. Wang sigue siendo un accionista importante y miembro del consejo.
"También necesitas millones de personas, tal vez hasta 10 millones, para obtener señales significativas para enfermedades comunes".
Wang dejó BGI en 2015 porque estaba frustrado con los límites de la genómica. Específicamente, secuenciar el ADN no ofrece mucha información sobre la salud de la mayoría de los individuos. Los científicos han encontrado innumerables marcadores de ADN que deberían ayudar a determinar si una persona está sana o enferma. Pero casi 15 años después de la finalización del Proyecto Genoma Humano, resulta que esos marcadores importan menos de lo que se pensaba originalmente. Con la excepción de ciertas mutaciones genéticas raras, el ADN es sólo un determinante del destino médico de una persona. "También es necesario conocer las proteínas, los metabolitos y todo lo demás", dice Wang.
Poco después de su salida de BGI, Wang formó ICX, sabiendo que haría algo con la IA y la salud. Pero no estaba seguro de qué datos, además del ADN, podía o debía recopilar. Para averiguarlo, se reunió con una gama de expertos y empresas, incluyendo una reunión crucial en julio de 2016 en el restaurante Original Max's en California (EEUU). Ya que estaba en la ciudad vendiendo la idea de ICX a inversores y posibles socios, Wang había organizado un encuentro con el cofundador y presidente de PatientsLikeMe, Jamie Heywood, que estaba de visita desde Boston (EEUU). Mientras estaban sentados en una cabina de plástico naranja y amarillo en una cafetería, Heywood y Wang no tardaron en darse cuenta de que compartían una exasperación fundamental con las limitaciones de las prácticas médicas actuales. Dar a la gente más datos parecía una ruta prometedora. PatientsLikeMe, que presta un servicio en línea en el que miles de miembros discuten sus diversas enfermedades crónicas en foros y proporcionan métricas sobre su salud y la progresión de su enfermedad, ya había demostrado el valor del cuidadoso seguimiento individual de la salud. Mientras bebían café, Wang y Heywood pusieron a caer de un burro las clásicas pruebas médicas, que tienden a ser estáticas, y que sólo realizan una a la vez. Por ejemplo, un ECG en un entorno clínico cada año o dos, o cuando los síntomas lo indiquen oportuno. Heywood, un ingeniero formado en el MIT, recuerda: "Nos emocionamos con la posibilidad de que pudiéramos descubrir las primeras etapas de cuando una persona pasa de tener buena salud a, digamos, convertirse en un diabético. Ambos coincidimos en que la tecnología ya está ahí, o está cerca".
Heywood, que es todo energía y habla rápido mientras que Wang transmite una calma constante, sugirió que un perfil de ese tipo también debería incluir el tipo de datos personales y de comportamiento recogidos por su empresa. La información que la gente comparte en los foros de PatientsLikeMe, sobre temas como el impacto en la salud del estrés en el trabajo, proporciona pistas valiosas a otros miembros sobre cómo pueden manejar mejor sus enfermedades crónicas. ¿Por qué no ayudar a las personas sanas a que utilicen herramientas y datos similares? Heywood cuenta: "Jun y yo tardamos unos cinco minutos en darnos cuenta de que lo podíamos hacer".
Heywood puso algo más sobre la mesa: su compañía había construido una plataforma informática diseñada para analizar los datos de su medio millón de usuarios. Pero aún no está claro que combinar todos los datos que ICX y sus colaboradores quieren capturar tenga impacto. Tampoco es probable que la IA encuentre correlaciones significativas en los datos, a menos que ICX atraiga a millones de personas a su servicio, e incluso podrían no ser suficientes. "ICX pasará apuros", predice Eric Schadt de Sema4, y añade: "Necesitan millones de personas, tal vez hasta 10 millones, para obtener señales significativas para las enfermedades comunes".
Wang reconoce abiertamente los desafíos: "Hacer todo lo que queremos nos llevará muchos años". Cuando se le pregunta sobre la necesidad de testar a un gran número de personas para discernir las señales entre el ruido de todos estos datos, cuenta que ICX quiere reclutar al menos un millón de personas en los próximos cinco años. Y añade: "China tiene una gran población, así que no estoy preocupado por ello". Cree que a medida que aumenta el nivel de ingresos del país, la gente está más dispuesta a invertir dinero a su salud.
Pero admite que aún no tiene un plan de negocios claro. Wand detalla: "Tiendo a pensar primero en qué es lo que hay que hacer con la ciencia y el producto. Luego ya pienso el modelo de negocio. Los inversores están de acuerdo con esto. No buscan a corto plazo".
¿Vender humo?
El desafío de ICX incluye algunas preguntas fundamentales sobre cómo integrar la inteligencia artificial en la atención sanitaria. No hay duda de que con el tiempo la informática avanzada proporcionará un gran impulso para encontrar sentido a toda clase de datos de salud y biomédicos. Y Wang no es el único con ambiciones comerciales para la tecnología. Según CB Insights, que sigue las inversiones de capital de riesgo, los inversores están financiando 106 start-ups en IA y salud, frente al puñado de hace unos años. Persiguen de todo, desde la salud mental y el descubrimiento de fármacos hasta la gestión del estilo de vida, asistentes virtuales, gestión de hospitales e imágenes y diagnósticos médicos. Pero aunque suena impresionante, de momento la inteligencia artificial no ha logrado un impacto sustancial en la mayoría de la medicina y la atención sanitaria. "En algunos nichos, la IA está aquí y lo ha estado hace años", dice el médico y ex jefe científico médico de IBM, Marty Kohn, quien ayudó a desarrollar IBM Watson Health. Pero el experto matiza que "aún no está sucediendo a gran escala. Y aún no ha ayudado a un gran número de pacientes".
Una razón es que es increíblemente difícil interpretar la aglomeración de datos. El presidente y cofundador del Instituto de Biología de Sistemas de Seattle (EEUU), Leroy Hood, afirma: "Creo que la IA tiene un tremendo potencial. Pero las afirmaciones sobre su impacto en el cuidado de la salud son exageradas". Sugiere que la mayoría de las empresas "no hacen ciencia real".
Pionero en encontrar herramientas para entender las complejas funciones del cuerpo, Hood es cofundador de Arivale, otra compañía de datos de salud de Seattle. Hace dos años Arivale comenzó a ofrecer su propia versión de estilo de vida, bienestar y pruebas moleculares, acompañado de coaching personal. En julio de 2017, Hood y Arivale publicaron un pequeño estudio en Nature Biotechnology que, según él, proporciona un análisis de prueba de concepto de lo que los investigadores llaman "nubes de datos personales, densas y dinámicas" medidas en personas sanas a lo largo del tiempo. Utilizaron algoritmos avanzados para establecer correlaciones en 108 sujetos a los que hicieron docenas de pruebas de salud y mediciones. Algunos de los participantes descubrieron que tenían deficiencias de vitaminas; otros encontraron que tenían signos tempranos de enfermedad inflamatoria del intestino o diabetes, que necesitaban atender a través de la dieta o suplementos. Estos resultados, sin embargo, son preliminares y serán necesarios muchos más para exprimir resultados reales de la avalancha de datos.
No hay duda de que con el tiempo la informática avanzada proporcionará un gran impulso para encontrar sentido a toda clase de datos de salud y biomédicos.
En cuanto a Wang, está experimentando consigo mismo aún más vías para adquirir esa información. Mientras continúa su gira por la sede de ICX en Shenzhen, señala un retrete justo al lado de su despacho donde recoge heces en bolsas de plástico para su análisis diario del microbioma. Wang describe sus planes para construir un "inodoro inteligente" que capturará y analizará los excrementos e introducirá los resultados en un perfil personal generado por inteligencia artificial. El responsable detalla: "Tenemos la tecnología para hacerlo. Tenemos los algoritmos. Va a ser barato, unos 170 euros". Después se levanta su polo azul cielo para mostrar un monitor inalámbrico de ritmo cardíaco continuo.
Aunque uno no puede evitar presuntarse si habrá millones de personas sanas tan obsesionadas como Wang con recopilar sus datos. La pregunta parece tomarle por sorpresa, perturbando momentáneamente su compostura. Frunce el ceño, como si no pudiera imaginarse que otras personas no quisieran espejos y retretes inteligentes, frecuentes muestras de sangre para medir miles de metabolitos y monitores cardíacos encintados al pecho. Y por fin contesta: "No estoy pidiendo a todos que hagan esto. La gente elige no saber muchas cosas. Pero hay un montón de gente que quiere saber, o puede ser educada para querer saber". Hace una pausa por otro nanosegundo y entonces muestra esa sonrisa, como si hubiera acabado de encontrar la respuesta a esta pregunta literalmente multimillonaria sobre su esfuerzo y su compañía y concluye: "La gente solía no querer conocer sus genes; ahora cada vez más gente quiere. Estoy seguro de que esta tendencia continuará".