A pesar de las ventajas que ofrecen, muchos trabajadores no son conscientes de que trabajan con ellos y sus efectos perjudiciales aún no están claros. Los expertos piden precaución
Aviones más resistentes y ligeros, cemento autorreparable capaz de cambiar de color, cristales autolimpiables y materiales que imitan la estructura interna de seres vivos. Aunque parezcan productos de la ciencia ficción, todos ellos son una realidad gracias a la nanotecnología, una ciencia que está ampliando el horizonte de los materiales hasta lugares desconocidos. Compuestos como el grafeno (el más mediático) y el dióxido de titanio les aportan una segunda función, un beneficio que los ha alzado hasta la categoría de "tecnología facilitadora esencial" (KET, por sus siglas en inglés), según la Comisión Europea.
Productos médicos, alimenticios y de construcción, como la pintura y el cemento, ya incorporan algunas de estas diminutas partículas. Pero el hecho de que ya estén en el mercado no quiere decir que sus efectos sobre la salud estén claros. De hecho, en 2009, en torno a un 70% de los empresarios y al 80% de los representantes de los trabajadores europeos desconocía si los productos con los que trabajaba contenían nanomateriales manufacturados, según una encuesta de la Federación Europea de Trabajadores de la Construcción y la Madera. Ese mismo año, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo determinó que "existen riesgos comprobados para la salud vinculados a varios nanomateriales manufacturados", especialmente a través de las vías respiratorias. Pero los efectos concretos tampoco están claros.
"El desconocimiento te sitúa en un limbo con todos los escenarios son posibles", explica la investigadora del Centro Específico de Investigación para la Mejora e Innovación en las Empresas (CERpIE) de la Universidad Politécnica de Cataluña (España) Asunción Galera. Los riesgos podrían ir "desde la absoluta inocuidad hasta el peligro de estar expuesto a un nanomaterial al que podría aplicarse el Real Decreto de cancerígenos y mutágenos", añade. En este último escenario, asegura que algunos de ellos, dado su tamaño, pueden llegar a interactuar a nivel celular.
Esta incertidumbre ha dado lugar a un "consenso internacional para que sean tratados como potencialmente peligrosos", detalla la experta. Por eso se les aplica el principio de precaución, según el cuál es necesario protegerse de ellos aunque las sospechas no se hayan demostrado.
En España, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INHST) ha dedicado un monográfico divulgativo para el trabajo con nanomateriales. Y aunque los considera como una "valiosa oportunidad" para la competitividad de las empresas, también cree necesario "actualizar el conocimiento por parte de los usuarios sobre los posibles efectos adversos para la salud de los trabajadores y de la adopción de medidas necesarias para controlar el riesgo".
"En la mayoría de las empresas ni tan siquiera son conscientes de la presencia de nanomateriales", alerta Galera, y añade que "en la gran mayoría de sectores se está trabajando en un escenario de desprotección de los trabajadores y trabajadoras". ¿En todos? La experta matiza que "los sectores farmacéutico y los vinculados a la I+D+i sí que, en general, realizan prevención nano precisamente porque saben que trabajan con ella. En el resto de sectores no son muy conscientes de si tienen o no nanomateriales. Hay mucho por hacer".
En la industria de la construcción se utilizan "muchos productos en los que se incorporan nanopartículas", asegura la jefa de la Unidad Técnica del Centro Nacional de Nuevas Tecnologías de Madrid (España) del INHST, Encarnación Sousa. Y sin embargo, critica que "existe un amplio desconocimiento de su uso". Por eso, explica que les pareció "interesante" desarrollar un monográfico de prevención centrado en el sector de la construcción "para concienciar y poner sobre la mesa un riesgo existente". Aunque en opinión de Galera el sector de la gestión de residuos es, "sin duda alguna", el que "más deberá ponerse las pilas". "A día de hoy casi", apunta.
Foto: Los nanomateriales pueden estar presentes en cualquiera de las etapas de una obra. Crédito: Chris RubberDragon / Flickr.
Pero, ¿a qué se debe tanto desconocimiento? Una de las razones es que "la investigación y el desarrollo comercial van más deprisa que el estudio de los problemas de salud y seguridad", opina Sousa. Esa diferencia, según recogen organizaciones como la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, rondaría los 20 años.
Así que hasta que se sepa seguro qué hay que hacer, el principal riesgo estaría en la liberación de nanopartículas al ambiente que puedan ser inhaladas. Según la documentación del INHST, "los efectos adversos más importantes […] se manifiestan en los pulmones e incluyen entre otros, inflamación, daños en los tejidos, fibrosis y generación de tumores". Pero estas conclusiones proceden de experimentos con animales, no con personas. Y dado que, como señala Galera, "todos los materiales con los que se fabrican todas las tipologías de productos que consumimos actualmente contienen nanomateriales", el principio de precaución resulta imperativo.
Protegerse de lo invisible
La pregunta entonces sería cómo protegerse frente a lo que no se puede ver. Según explican las expertas y diversas publicaciones de organizaciones internacionales, los protocolos actuales de seguridad para el trabajador son aptos para los nanomateriales. Mascarillas, gafas, y protecciones durante el transporte y el almacenamiento, serían suficientes para evitar esa amenaza nanoscópica. La clave es localizar, identificar y valorar la presencia de los nanomateriales para luego revisar los protocolos de seguridad para adaptarlos a cada situación. "La introducción de un producto que contenga nanomateriales, que pueden ser potencialmente peligrosos, supone una modificación de las condiciones de trabajo, y por tanto debe realizarse una evaluación de riesgos ad hoc", explica Galera.
Y más allá de la puesta en práctica, la protección contra los materiales también se ejerce desde el laboratorio, a través del área de investigación conocida como nanotecnología responsable. Dado que el componente nano se añade a otro material, explica Sousa, "un aspecto muy interesante cómo se presenta" el primero. La experta detalla: "Hacemos mucho hincapié en que, siempre que se pueda, ese aditivo [que contiene las nanopartículas] no esté en forma de polvo, sino que se presente en una solución líquida o en cualquier otra forma dificulte su liberación al ambiente". Para Galera, "la prevención de los riesgos nano no es ni cara ni difícil, pero aunque lo fuera, ante todo está la seguridad y salud de la personas"