Edición genética, inyecciones para hacer cuernos nauseabundos y sistemas de monitorización aspiran a desincentivar este mercado negro
Las especies de rinocerontes del mundo se encuentran en graves apuros. Sólo una subespecie, el rinoceronte blanco sureño de África, se encuentra en una posición relativamente segura. El resto se han extinguido en estado salvaje, están en peligro de extinción o amenazadas. Todas están sujetas a una fuerte presión por parte de los cazadores ilegales. Varios proyectos, detallados por Laura Krantz de la revista Smithsonian, intentan aprovecharse de la tecnología moderna para salvar esta familia de mamíferos (ver El rinoceronte blanco vivirá eternamente en la realidad virtual).
La gran tragedia de la caza ilegal de rinocerontes es que lo único que les importa a los cazadores es el cuerno, que sigue dotado de (¿o maldecido por?) un estatus cultural injustificado como sustancia medicinal en Asia. Los animales son cazados para coger lo que es, en realidad, poco más que un cono endurecido de pelo compacto. La crueldad y el desperdicio son innegables: se le corta el cuerno y el animal, no necesariamente muerto aún, es descartado.
La existencia cada vez menor de rinocerontes, en un ejemplo de una amarga ironía económica, sólo aumenta los precios ya absurdos de los cuernos, que ascienden hasta 30.000 dólares por libra (lo que equivale a unos 13.600 euros por kilo), según Krantz.
Las prohibiciones comerciales representan una manera común de ayudar a muchos animales en peligro de extinción que sufren a manos de los cazadores ilegales, incluidos los elefantes, que son un blanco debido a sus colmillos de forma similar a los rinocerontes por sus cuernos. Sin embargo, está claro que las regulaciones no van a resolver el problema de oferta-demanda. Para tales recompensas, la gente se arriesgará a quebrantar las leyes.
¿Y si existiera una manera de satisfacer la demanda de cuernos de rinoceronte sin los propios rinocerontes? El artículo de Krantz cita una empresa de bioingeniería de Seattle (EEUU) que está produciendo cuernos de rinoceronte artificiales creados en laboratorio.
"Pembient utiliza levadura modificada con genes que producen queratina de rinoceronte, la principal proteína de los cuernos (también del pelo y las uñas humanos). Después de extraer la queratina de la levadura, los técnicos la mezclan con ADN de rinoceronte, de manera que el producto final tiene una firma genética similar a la de un cuerno de rinoceronte de verdad. [El cofundador] Matthew Markus prevé el día en el que los compradores furtivos utilicen pruebas genéticas para verificar la autenticidad de sus botines, y quiere que sus falsificaciones pasen esta prueba. Con el tiempo espera criar - o imprimir en 3D - cuernos enteros e inundar el mercado negro con ellos, eliminando el incentivo para matar a los animales de dos toneladas sólo para obtener sus cuernos de tres o cuatro libras (entre 1,5 y 1,8 kilos)".
Es una idea cautivadora, especialmente la parte de anticiparse a las pruebas de ADN, pero tiene un aire de ingenuidad. Los cuernos sintéticos podrían ayudar a satisfacer la demanda de cuerno de rinoceronte molido, pero parece dudoso que se consiga engañar a los coleccionistas. El equipo se las verá intentando replicar las vaivenes de la vida de los rinocerontes que dotan a cada cuerno de su carácter único, y estoy seguro de que el tipo de personas que se interesan por los cuernos de rinoceronte por su valor como un símbolo de estatus social se interesan mucho más por la estética y el origen que por su composición química. ¿Un cuerno sin rinoceronte sigue siendo un "cuerno de rinoceronte"?
Otra empresa británica sin ánimo de lucro, Protect, está equipando a los rinocerontes con sistemas de vigilancia personal, incluidos unos monitores del ritmo cardíaco y unas cámaras de vídeo montadas sobre sus cuernos. "Siempre que se dispare el ritmo cardíaco de un animal, un collar de radio envía una señal de alarma, junto con sus coordinadas de GPS, a los oficiales de los parques, que envían guardas en camioneta o helicóptero", escribe Krantz. Los sistemas de monitorización están conectados a grandes collares de radio de color magenta con la esperanza de que los cazadores furtivos pronto aprendan que matar a animales con collar les echará encima a las fuerzas del orden.
Por último, mi enfoque favorito - y el que tiene la mayor schadenfreude (una palaba alemana que designa el sentimiento de alegría a causa del sufrimiento ajeno) - está siendo empleado por el Rhino Rescue Project en Sudáfrica. Capturan animales vivos e inyectan una combinación de un fármaco y un tinte al cuerno que lo vuelve inservible como elemento decorativo. Es más, si el cuerno es molido y consumido, provocará "nauseas, vómitos y convulsiones". Pero no es sólo una acción vengativa. Si la gente empieza a enfermar a causa de ingerir cuerno de rinoceronte, esto desgastará forzosamente su reputación "medicinal".
Aunque el artículo no lo menciona explícitamente, actualmente el análisis genético y la monitorización son imprescindibles tanto para las poblaciones de rinocerontes y otras especies animales salvajes como para las que se encuentran en cautividad. Las técnicas genéticas que habrían sido inaccesibles hace tan sólo unas décadas ahora ayudan a los científicos a preservar la menguante diversidad genética de las especias en la mayor medida posible. Existe la posibilidad, sin embargo, de llevar la intervención genética un paso más allá.
La pregunta de si debemos emplear la ingeniería genética para echar una mano a las especies en peligro de extinción ha suscitado una enorme polémica, incluso cuando algunos futuristas (notablemente el famoso genetista de la Universidad de Harvard -EEUU-, George Church) abogan por "revivir" las especies extinguidas. No me extrañaría si alguien estuviera trabajando ahora mismo en la elaboración de planes para modificar los rinocerontes para que no tengan cuerno (ver El 'control de cambios' genético quiere vacas sin cuernos).
Si un rinoceronte sin cuerno sigue siendo un rinoceronte es una cuestión filosófica que dejaremos para otro día.