Un virus modificado hace que las células cancerígenas adquieran un brillo fluorescente y sirvan para identificar mejor los tumores.
Al eliminar tumores de pacientes con cáncer siempre existe un punto de incertidumbre. Los cirujanos temen que aquellas células que pasan desapercibidas y que no son extirpadas podrían ser capaz de volver a aparecer. Los investigadores llevan tiempo intentando buscar la forma de hacer que las células cancerígenas sean visibles para que ninguna se quede por el camino. Algunas de estas estrategias se basan en la inyección de sondas fluorescentes o nanopartículas como los puntos quánticos que se adhieren a la superficie de las células cancerígenas. En la actualidad, una compañía está trabajando en una tecnología que hace que dichas células cancerígenas adquieran un brillo fluorescente desde el interior hacia afuera. Este método, desarrollado por la compañía AntiCancer, con sede en San Diego, en colaboración con científicos de la Universidad de Okayama en Japón, utiliza un virus que infecta las células cancerígenas para así integrar un gen fluorescente en los tumores. El resultado es un cáncer que brilla continuamente, algo que la compañía espera que permita a los cirujanos extirpar los tumores con más precisión, así como el análisis de cualquier cáncer que vuelva a aparecer.
Para hacer que las células cancerígenas sean fluorescentes, los investigadores utilizaron un virus llamado OBP-401, un virus del resfriado modificado que es capaz de entrar en todas las células pero que sólo se replica en aquellas que poseen telomerasa activa, una encima que se expresa en las células cancerígenas y que permite que se dividan de forma indefinida. Normalmente, una célula sólo se puede dividir un número limitado de veces antes de morir, puesto que con cada división pierde parte de sus telomeras, puntas de ADN que se encuentran en la parte extrema de los cromosomas y que mantienen el genoma estable. Sin embargo las células cancerígenas pueden seguir dividiéndose puesto que la telomerasa reemplaza a las telomeras cada vez que la célula se divide.
El virus OBP-401 se ha estado desarrollando como terapia anticáncer. En este caso, los investigadores lo han modificado para que lleve consigo una proteína fluorescente verde (GFP, en inglés), una proteína derivada de la gelatina y que resulta fluorescente bajo luz azul. Cuando el virus se inyecta en un animal, el gen de vuelve activo en las células que expresan la telomerasa. Robert Hoffman, presidente de AntiCancer y cirujano en la Universidad de California, en San Diego, explica que la GFP se integra de forma permanente en el genoma de las células cancerígenas, lo que hace que esta tecnología sea fundamentalmente distinta de otros métodos basados en la adherencia de partículas fluorescentes en una proteína sobre la superficie de la célula cancerígena. Hoffman cree que al crear un marcador genético, este método “toma partido de la biología del tumor de forma más efectiva.”
En un estudio reciente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, el equipo de Hoffman utilizó el virus para iluminar tumores en ratones que estaban distribuidos a lo largo del cuerpo. Durante la cirugía llevada a cabo para eliminar los tumores, fueron capaces de visualizarlos mediante la exposición de los tumores a un tipo de luz con una longitud de onda apropiada y la observación de la operación a través de un filtro que detecta la fluorescencia de la GFP. “En principio debería poder detectar cualquier tipo de célula cancerígena,” afirma Hoffman. El equipo no ha sido aún capaz de alcanzar ese tipo de precisión a nivel uni-celular, aunque han logrado detectar y extirpar pequeñas áreas cancerígenas que de otro modo habrían resultado invisibles.
Aunque los nuevos cánceres que se formasen después de que el virus fuera distribuido no serían fluorescentes, Hoffman afirma que cualquier parte del cáncer original que empiece a reproducirse de nuevo debería seguir expresando la GFP, lo que permitiría a los médicos la oportunidad de hacer un seguimiento de los resultados de la cirugía a lo largo del tiempo.
Hisataka Kobayashi, científico del programa de obtención de imágenes moleculares del Instituto Nacional contra el Cáncer, afirma que las ventajas de este método residen en que resulta muy sencillo atacar a las células cancerígenas y hace posible vigilar el cáncer a lo largo del tiempo. El método también permite un grado de flexibilidad; por ejemplo, se podría añadir al virus con la GFP un gen que pudiese provocar que las células cancerígenas se autodestruyesen, con lo que la obtención de imágenes se vería complementada con un tratamiento en sí.
Kobayashi afirma que una de las cuestiones principales relativas a la tecnología viene dada por su seguridad. Dar a los pacientes un virus que lleve consigo un gen para la detección de imágenes es muy similar a darles un gen para corregir una enfermedad, afirma, y en consecuencia “todos los problemas relacionados con la terapia de genes serían de aplicación en este método.” Existen muchos tipos de terapias de genes que han tenido que ser interrumpidas debido a las respuestas inmunológicas ante el tratamiento. Sin embargo, Lily Wu, científica en la Universidad de California, en Los Angeles, encargada del desarrollo de terapias contra el cáncer, señala que los tratamientos de terapia de genes similares contra el cáncer han resultado seguros hasta ahora durante las pruebas clínicas, aunque la seguridad “aún no ha podido ser determinada para otros vectores sintéticos como los puntos quánticos.” Wu cree que este método ofrece varias ventajas sobre otras formas de etiquetado de tumores, aunque señala que será necesario llevar a cabo un análisis más exhaustivo y cuantitativo para demostrar su efectividad.
Hoffman afirma que AntiCancer espera poder completar los tests de seguridad adicionales que permitan que la tecnología entre en fase de pruebas clínicas. Aunque en los ratones la fluorescencia se puede observar a lo largo del cuerpo, en los humanos la tarea resultará más complicada, puesto que la luz se esparce muy fácilmente y no penetra los tejidos de forma demasiado profunda. Por ese motivo, los investigadores creen que esta técnica se utilizará durante los procesos quirúrgicos en que el tumor se pueda observar de forma directa.