Los tratamientos para eliminar las placas amiloides, culpadas de causar la dolencia, no están haciendo efecto, pero otros enfoques tampoco. Los investigadores buscan soluciones en la glucosa
Foto: Una tecnología de imágenes muestra un cerebro sano (izquierda) y uno con depósitos de amiloides (derecha), que están asociados con la enfermedad de Alzheimer. Crédito: Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Poco después de que el fármaco contra el alzhéimer de Eli Lilly fallara en un masivo ensayo clínico el pasado mes de noviembre, una pequeña empresa llamada Accera anunció una alternativa: un fármaco dirigido a mejorar el procesamiento de azúcares en el cerebro.
La compañía esperaba desmontar la histórica teoría de que la enfermedad de Alzheimer se produce por una acumulación de proteínas tóxicas llamadas amiloides. Según esa hipótesis, la proteína forma placas que matan nervios, lo que provoca confusión y pérdida de memoria.
El fármaco de Eli Lilly despejaba las placas, lo que creía que podría frenar la enfermedad. Pero no fue así. "Ahora, más que nunca, necesitamos mecanismos alternativos", afirmó el director médico de Accera, Michael Gold, en un comunicado de la empresa. Denominó la idea de los amiloides como "una hipótesis fallida".
Accera, con sede en Colorado (EEUU), ha anunciado que su fármaco también ha fracasado. En un estudio con 413 voluntarios que se encontraban en fases iniciales de alzhéimer, su fármaco no mejoró su memoria ni su cognición.
Ese fracaso demuestra el alcance de la crisis a la que se enfrentan los fármacos para este trastorno. No sólo se cuestiona la teoría dominante de las causas del alzhéimer, los enfoques alternativos tampoco han servido de gran ayuda. Un estudio de 2014 descubrió que más del 99% de los fármacos contra la dolencia no ofrecen ningún beneficio para los pacientes.
Las farmacéuticas siguen apostando fuerte por la hipótesis de los amiloides. De los aproximadamente 25 estudios en curso de fase avanzada, dirigidos a determinar la utilidad de un fármaco, la mitad buscan impedir o destruir las placas amiloides.
Pero a medida que los fracasos del enfoque antiplacas aumentan, también se acumulan las preguntas sobre si los amiloides realmente son responsables del alzhéimer. "Hay gente que muere con la cabeza llena de amiloides y sin padecer ningún impedimento cognitivo en absoluto", señala el director del Centro de la Enfermedad de Alzheimer de la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de California (EEUU), Lon Schneider.
Si los amiloides no son la causa sino tan sólo un síntoma, eso explicaría por qué los fármacos dirigidos a eliminar placas no están dando resultado. En febrero, Merck anunció que iba a paralizar un gran estudio de su fármaco dirigido a los amiloides, verubecestat, tras señalar que "no tenía prácticamente ninguna posibilidad" de proporcionar beneficios.
El director ejecutivo y director científico de la Fundación para el Descubrimiento de Fármacos de Alzhéimer, Howard Fillit, afirma: "Creo que nos estamos acercando al final". Las esperanzas ahora están depositadas en aducanumab, un anticuerpo fabricado por Biogen que en estudios preliminares destruyó los amiloides en los cerebros de los pacientes y mejoró su cognición.
El fármaco de Accera se basa en una teoría distinta. Según su hipótesis, las placas asociadas al alzhéimer se forman cuando el cerebro empieza a perder la capacidad de metabolizar los azúcares en sangre, o glucosa, una fuente energética clave para las células. El fármaco de la empresa, AC-1204, está dirigido a impulsar el metabolismo de la glucosa en el cerebro.
El enfoque de la glucosa también ha cautivado a la farmacéutica japonesa Takeda, que está probando un fármaco para diabéticos en pacientes de alzhéimer. Y lo mismo está haciendo el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos, que estudia los efectos de la insulina inhalada. Por su parte, otras empresas, como GliaCure y NeuroTherapia, creen que reducir la inflamación cerebral podría ayudar.
Pero como demuestra el caso de Accera, los fármacos dirigidos a otros objetivos dentro del cerebro tampoco están logrando buenos resultados. El año pasado, un fármaco desarrollado por la empresa de biotecnología TauRx de Singapur fracasó en un gran ensayo. Ese tratamiento fue diseñado para eliminar los depósitos de proteína tau, que también está asociada con la enfermedad. Schneider cree que el problema es que las empresas quieren "marcar un gol demasiado deprisa" cuando la realidad es que la ciencia aún no está establecida. El experto afirma: "No acabamos de entender la enfermedad ni el objetivo".
El CEO de Accera, Charles Stacey, asegura que su empresa no tirará la toalla. El experto concluye: "Dentro de algunos subgrupos, sí estamos observando el efecto que esperábamos".