Tecnología y Sociedad
El mortal terremoto de Italia saca a la luz sus enormes defectos de edificación
El seísmo no ha sido tan grave como para provocar tantas muertes en un país desarrollado que dispone de mucha experiencia sísmica. El problema está en sus pobres infraestructuras que incumplen la ley
Aclaremos una cosa: la magnitud del terremoto de 6,2 en la escala Richter que azotó el norte de Amatrice (Italia) durante la madrugada del miércoles no fue demasiado potente. Se han producido varios terremotos mucho más devastadores durante los últimos años en lugares como Japón y Sudamérica con resultados menos dramáticos.
Aunque eso no disminuye la tragedia que ha provocado el terremoto, que ya se había cobrado la vida de 247 personas en el momento de la redacción de este artículo; si acaso la acentúa. Italia es un país desarrollado, con una larga historia de terremotos y una red nacional de rastreo sísmico. Un país así no debería estar sufriendo tanto por terremotos que sabe que ocurrirán (aunque no se sepa exactamente cuándo). Pero este es el cuarto temblor que devasta Italia durante la última década. Otro seísmo de 6,3 en la escala Richter que afectó a L'Aquila en 2009 arrasó con la mayor parte de la ciudad y mató a 300 personas. El país respondió, en parte, culpando a los científicos.
El culpable real es un deficiente compromiso con la construcción de infraestructuras reforzadas. Una gran proporción de los edificios del país data de décadas después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la población iba en auge pero los códigos de construcción aún no daban cuenta de los peligros sísmicos. Mientras que las leyes fueron actualizadas durante la década de 1970, muchas han sido ignoradas, incluso en hospitales y colegios. Los edificios recién construidos a menudo fallan desproporcionadamente cuando el suelo empieza a temblar. Un testimonio desde cerca del epicentro del terremoto del miércoles del que hizo eco el Washington Post caracteriza el patrón de daños:
La periodista Sabrina Fantauzzi se encontraba en Illica, una aldea situada a 88 millas al noreste de Roma, cuando se produjo el terremoto. "Cuando me desperté en plena noche del susto, vi una enorme grieta en la pared; llegué justo a tiempo para recoger a mis hijos, dirigirnos a las escaleras y salir", le contó a la Agencia Nacional de Prensa Italiana (ANSA, por sus siglas en italiano). "Las viviendas más antiguas, las del siglo XVIII, están dañadas ... pero las que datan de la década de 1970 están destrozadas. Los únicos edificios que aguantaron fueron los que se construyeron después de la década de 1980 según los criterios de resistencia a terremotos".
Cuando se produce un terremoto, las reacciones a menudo se centran en lo aleatorio del suceso, la tragedia humana y nuestra incapacidad de impedirlo. A veces se mencionan medidas altamente tecnológicas, y se ha demostrado que las redes de detección temprana proporcionan a la población unos valiosos segundos de ventaja para alcanzar la seguridad antes de producirse las sacudidas sísmicas.
Pero mejorar los estándares de la construcción (y respetarlos) representa una receta mucho más potente para salvar vidas. Italia dista mucho de ser el único país necesitado de estas mejoras, y muchos países en desarrollo se encuentran en peor situación. Puede que el país sea único, sin embargo, en cuanto a que dispone de los recursos, conocimientos e incluso leyes necesarios para construir estructuras que minimicen la pérdida de vidas. Pero de alguna manera, cada vez que se produce un desastre la historia parece repetirse.
(Para saber más: Washington Post, New York Times, Christian Science Monitor, Science, Una red global para pillar a los tramposos nucleares, 80 segundos de advertencia para Tokio)