.

Biotecnología

El olfato es el gran obstáculo para una experiencia virtual completa

1

Cincuenta años después del experimento para crear películas con olor, sigue sin saberse cómo reproducir de manera artificial olores reales. Algo mucho más complejo que las imágenes o el sonido

  • por Emerging Technology From The Arxiv | traducido por Teresa Woods
  • 11 Abril, 2016

Aquí va un problema interesante. Cuando se trata de los sentidos humanos, hemos encontrado maneras de reproducir el aspecto y el sonido del mundo real con bastante precisión. Incluso hay tecnologías que reproducen la sensación física de algunas experiencias, como los simuladores de vuelo y de conducción.

Pero el problema de reproducir los olores es mucho más intrincado. El experimento Olorvisión (Smell-O-Vision en inglés) de 1960 es un buen ejemplo. Incluyó treinta olores que se liberaban en una sala de cine durante determinados momentos de una película. Sólo una película - Scent of Mistery (El olor del misterio) - llegó a emplear el sistema, y enseguida fracasó.

La verdad es que nadie ha encontrado una manera de reproducir con precisión los olores del mundo real. Y, de forma consecuente, el olfato artificial es una tecnología que sigue quedando obstinadamente fuera de nuestro alcance.

El problema es, en esencia, medir un olor en un lugar y después reproducirlo en otro. Y es una tarea de sorprendente complejidad. Pero, incluso de ser posible, ¿cómo podríamos probar tal sistema? ¿Cómo sabríamos que el olor artificial representa una reproducción precisa del original?

Puede que parezca un problema trivial, pero hoy recibimos una perspicaz propuesta gracias al trabajo de David Harel del Instituto Weizmann de Ciencia en Israel. Harel ha desarrollado un tipo de prueba Turing para el olfato artificial que ayuda a explorar los problemas que presenta.

Primero, Harel explica por qué el problema de la reproducción olfativa difiere fundamentalmente de la reproducción de estímulos visuales o de audio. Reconstruir un estímulo visual es sólo cuestión de reproducir la distribución espacial de su longitud de onda y luminosidad. Y el sonido es definido por el tono, volumen y timbre.

Harel pone el ejemplo de la primera fotografía de personas, sacada por Louis Daguerre en 1838, y la primera llamada telefónica, hecha por Alexander Graham Bell y en la que llamó con éxito a su ayudante que se encontraba en la habitación de al lado. "En ambos casos, los artefactos generados fueron reconocidos de inmediato como fieles traducciones de los sentidos originales. Por supuesto no eran perfectos, pero sin duda reconocibles", afirma Harel.

Por ese motivo, es razonable considerar la fotografía y la telefonía como métodos que generan unas reproducciones fieles.

Los olores presentan un reto distinto. Están compuestos por moléculas que son detectadas por nuestro sistema olfativo, que entonces transmite al cerebro las señales correspondientes y que resultan en la percepción de un olor. "Por tanto, analizar y sintetizar los olores no se reduce a una cuestión de utilizar el conjunto adecuado de funciones matemáticas para emitir algo que contenga unas longitudes de onda calculadas con precisión", escribe Harel.

En lugar de ello, Harel describe el proceso más complejo que se requiere para reproducir los olores. Consiste en tres partes. Denomina la primera como un "husmeador" - un dispositivo que transforma el olor introducido en una firma digital. La segunda es el "tufador" - un dispositivo que contiene un abanico de olores fijos que pueden ser mezclados y liberados en unas cantidades y concentraciones cuidadosamente medidas.

La tercera parte del sistema tal vez sea la más importante. Esta es la interfaz entre el husmeador y el tufador. "Analiza la firma procedente del husmeador e instruye al tufador acerca de cómo ha de mezclar su paleta odorante para producir un olor que un humano perciba como lo más próximo posible al original", explica Harel.

Tras establecer cómo funcionaría el dispositivo en teoría, Harel aborda la importante pregunta de su rendimiento. Pregunta si el objetivo debería ser imitar exactamente el olor o sólo reproducirlo lo suficientemente bien para permitir que los humanos lo reconozcan.

Existe una importante distinción. Cuando miramos una fotografía o escuchamos la radio, reconocemos la imagen o sonido mientras que sabemos que no representan el original. "En ambos casos uno se convence de inmediato de que el producto generado artificialmente representa una reproducción adecuada, aunque artificial, del original", afirma Harel.

Además, resulta sencillo convencerse  de que el proceso de reproducción es totalmente general y funcionaría igual de bien sin importar el producto original. Así que resulta fácil creer que el proceso de la fotografía debería reproducir un paisaje urbano tan bien como reproduce uno bucólico o un retrato.

Pero el olfato es distinto. "Tal enfoque resultaría totalmente inadecuado para la olfacción", asegura Harel.

Aquí, la tecnología se topa con otras limitaciones importantes. Quizás la más importante sea la incapacidad del lenguaje humano de describir los olores. "No existen métodos para describir verbalmente la esencia de unos olores arbitrarios", dice Harel.

Algunos métodos intentan pedir prestadas palabras de los otros sentidos para describir los olores, como por ejemplo fresco o verde. Otros han elaborado palabras que sólo se refieren a los olores, como almizclado, putrefacto y floral. Pero ninguna de estas es capaz de abarcar el espectro al completo de los olores discernibles por los humanos.

Eso complica la tarea de la identificación de los olores. Un humano podría ser capaz de reconocer el olor del café o de una naranja, pero seguramente fracasaría al pedírsele que identificara unos olores asociados con escenas más generales, como el musgo de una cueva oscura, el olor del derrape de unos neumáticos o el de algún animal desconocido en un bosque lejano.

Así que Harel tiene un enfoque alternativo, inspirado libremente en el test de Turing para la inteligencia artificial. En esta prueba, un humano tiene que distinguir entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana. La idea de Harel es pedir a un humano que distinga entre los olores producidos por la máquina de olfacción artificial de otros reales.

El método es sencillo y está ingeniosamente diseñado para evitar cualquier caracterización verbal. Harel afirma que el audio y el vídeo pueden proporcionar una sensación envolvente. Así que el método incluiría a un sujeto humano que vería un vídeo del lugar donde que se captó el olor y entonces decidiría si el olor asociado es real o artificial. (Harel también sugiere algunas variaciones de este método).

Repetir este proceso con muchas muestras y muchos probadores distintos pronto nos proporcionaría una idea de lo bien que rinde el sistema de olfacción artificial.

Por supuesto, hay que evitar que la tarea resulte demasiado molesta. Por ejemplo, empezar con 10 botellas de vino y pedir a los probadores que determinen si los olores son reales o artificiales resultaría demasiado difícil para la mayoría de la gente. Pero, en principio, un sistema de pruebas así podría funcionar.

Es un experimento interesante que se centra en la naturaleza de la experiencia y cómo le damos sentido. No resulta difícil imaginar unos retos más envolventes que incluyan más de un sentido - la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto - e intenten distinguir entre la realidad y algún tipo de experiencia artificial. Es un tema que ha sido explorado por muchas películas de ciencia ficción.

El ejemplo del vino puede que nos de una idea de lo importante que resulta el olfato para contribuir a unas experiencias realistas. Para una experiencia gastronómica, está clarísima su importancia. Pero la terrible verdad puede que sea que el resto del tiempo, el olfato represente un componente pequeño o incluso insignificante de la experiencia. Tal vez por eso carecemos del vocabulario necesario para describirlo con precisión.

En cualquier caso, de momento al menos, el olfato artificial sigue estando fuera de nuestra alcance. Ya han pasado cincuenta años desde el experimento de Olorvisión. Tal vez las ideas de Harel ayuden a impulsar algunas consideraciones innovadoras sobre cómo lograr una olfacción artificial real en un futuro cercano.

Ref: arxiv.org/abs/1603.08666 : Niépce-Bell or Turing: How to Test Odor Reproduction?

Biotecnología

Nuevas tecnologías y conocimientos biológicos empiezan a ofrecer opciones sin precedentes para mejorar nuestra salud.

  1. "La inteligencia artificial revolucionará el diagnóstico y tratamiento médico en los próximos años"

    AstraZeneca, empresa farmacéutica con sede en Reino Unido, está impulsando la innovación con avances significativos como la tecnología de ADN recombinante. César Velasco Muñoz, director de Estrategia de Innovación y Digital, destaca el papel clave de la compañía a la hora de transformar el sector de la salud.

  2. Manipulación genética para salvar al castaño americano de la extinción

    Una 'startup' llamada American Castanea se ha unido a la misión de revivir el castaño americano, el primer paso en su plan para darle a los bosques una mejora genética.

  3. África lucha contra el hambre recurriendo a alimentos del pasado

    Los investigadores, los agricultores y las instituciones agrícolas mundiales están adoptando cultivos largamente abandonados que prometen una mejor nutrición y mayor resiliencia al cambio climático.