Las ecografías de una mujer embarazada no mostraban nada, hasta que se sometió a una serie de resonancias magnéticas que relevaron, poco a poco, cómo el cerebro del feto se iba "volviendo líquido"
Unos médicos emplearon resonancias magnéticas para observar, prácticamente en tiempo real, cómo el virus del Zika destruyó el cerebro de un feto cuya madre había sido infectada durante unas vacaciones en América Latina.
El calvario de nueve semanas de duración de una mujer finlandesa que fue picada por mosquitos durante un viaje a México, Guatemala y Belice fue descrito en la revista New England Journal of Medicine.
El virus del Zika empezó a propagarse rápidamente por la región el año pasado, y ya en otoño unos médicos del noreste de Brasil habían empezado a relacionar la infección con la microcefalia, un defecto de nacimiento devastador que altera la vida de las personas afectadas y a causa del cual los bebés nacen con unos cerebros y cabezas anormalmente pequeños.
Esa correlación es ahora un hecho demostrado. El director del Instituto de Medicina Fetal del Sistema Nacional de Sanidad Infantil de Washington D.C. (EEUU), Adre du Plessis, explica: "Lo que sabemos con certeza es que si se infecta el cerebro fetal, da lugar a una situación muy mala".
La mujer, que vive en Washington D.C., tenía 33 años y estaba embarazada de tres meses en el momento de infectarse con el Zika. Sufrió una leve fiebre y un sarpullido, pero se preocupó después de leer informes sobre la relación entre el Zika y la microcefalia. Durante las navidades, se sometió a un análisis de sangre en Finlandia durante una visita a su país natal.
La prueba, que busca el material genético del virus, dio positiva. Pero al principio, las ecografías no mostraban ninguna anormalidad, lo que llevó a Du Plessis a advertir que unas pruebas de uso tan extendido podrían no estar detectando los problemas.
La mujer después se sometió a una serie de resonancias magnéticas, que ofrecieron una imagen detallada y aterradora de cómo el cerebro del bebé "se convertía en líquido", recuerda el director de un centro de investigaciones de arbovirus en la Universidad de Helsinki (Finlandia) y el autor principal del informe de caso, Olli Vapalahti.
Las personas infectadas por el Zika normalmente dejan de presentar los síntomas después de siete días, o a veces algo después. En este caso, la mujer siguió dando positivo en las pruebas de detección del Zika durante algo más de dos meses. Vapalahti cree que las pruebas estaban detectando la replicación del virus dentro del tejido cerebral del feto.
El experto recuerda: "De alguna manera, lo rastreamos en tiempo real", y continúa: "Nuestro estudio aporta esperanzas de que tal vez podamos realizar un cribado para las embarazadas con una prueba viral, y después realizar estudios de resonancia magnética". Dada la garantía de una discapacidad grave, la mujer eligió interrumpir voluntariamente el embarazo a las 20 semanas de gestación.
El mayor problema consiste en cómo aconsejar a las mujeres de zonas remotas de América Latina, que no disponen de acceso ni resonancias magnéticas frecuentes como a otro tipo de pruebas. En muchos países de la zona, el aborto está restringido. Una infección durante el embarazo no siempre da paso a un defecto de nacimiento; los factores que determinan cuándo una infección de Zika provoca microcefalia aún se desconocen.
La amenaza del Zika parece casi existencial. Pero algún día puede que el virus no presente un peligro tan elevado debido a un fenómeno llamado "inmunidad de grupo". Esto se debe a que se cree que una vez infectada, la gente se vuelve inmune. Eso significa que las niñas y mujeres infectadas ahora no representarán un grupo de riesgo al quedarse embarazadas después. También, cuanta más gente deje de ser vulnerable al Zika y capaz de transmitir el virus, puede que se retire de nuevo a la selva.