Tecnología y Sociedad
La 'friki' de la tecnología que se metió en política contra los troles de patentes
Michelle Lee ofrece la perspectiva de una tecnóloga y un enfoque equilibrado a la Oficina de Patentes de Marcas de Estados Unidos
Como subsecretaria de Comercio para la Propiedad Intelectual y directora de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés), Michelle K. Lee es la principal consejera del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre la propiedad intelectual. La historia la recordará como la primera mujer en ostentar este cargo, pero el hecho de que sea tecnóloga y exdirectora de patentes de Google quizás sea más impresionante aún. "Ella ejemplifica una persona con una educación realmente tecnológica que se adentra en el área de la política", dice su antiguo consejero de tesis del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) Hal Abelson, un profesor de ingeniería eléctrica y ciencias informáticas y un director fundador de Creative Commons. Y de eso, añade, existe "una necesidad imperiosa ahora".
De hecho, con el debate actual sobre la reforma de las leyes de patentes del Capitolio, la persona que dirige la USPTO importa. El puesto se quedó vacante durante casi dos años antes del nombramiento de Lee en noviembre de 2014, en parte porque diferentes industrias están presionando para la aplicación de dos enfoques opuestos al proceso de patentes. Las empresas farmacéuticas, por ejemplo, quieren una protección estricta de los patentes para maximizar los beneficios de los fármacos que han desarrollado, mientras que las empresas tecnológicas a menudo consideran que las patentes suponen una barrera para la innovación. Esa tensión ilustra los retos a los que se enfrenta Lee mientras intenta conseguir que el sistema sea justo con todos: sabe que debe aislarse de la política y de la influencia industrial. "Sencillamente ya no escucho a Silicon Valley (EEUU)", dice.
Para Lee, sin embargo, Silicon Valley es el origen de todo. Hija de inmigrantes chinos, creció en Saratoga, California (EEUU), en una calle donde "todos los padres eran ingenieros". "Construí una radio Heathkit con mi padre cuando era pequeña – creía que eso era lo que hacían todas las niñas de esa edad", dice. El padre de Lee mantenía su taller del garaje repleto de transistores y resistores, diagramas de circuitos y soldadores. "Él construyó el televisor del salón, y por las noches se quedaba allí trabajando en él", dice. "Eran cosas de empollón".
Lee dice que llegó al MIT "queriendo nada más que estudiar ingeniería eléctrica y ciencias informáticas". También tenía la intención de volver a Silicon Valley. "Nunca tuve ninguna duda acerca de lo que quería hacer de mayor", dice. "Siempre quise formar parte de la comunidad tecnológica de mi zona". Trabajó de becaria para Hewlett-Packard Research Laboratories y luego trabajó en el Laboratorio de Inteligencia Artificial con Abelson durante sus estudios de postgrado
Cuando terminó su tesis de máster, nueve meses antes de lo previsto, – un programa informático para caracterizar cualitativamente el comportamiento de los circuitos eléctricos no lineales – Lee se encontró con algo de tiempo libre. Así que por capricho, cogió el autobús hasta la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard y asistió a una clase sobre la propiedad intelectual. El tema de la ponencia – el caso de 1984 de Sony contra Universal City Studios (también conocido como "el caso Betamax") – hizo que se replanteara su trayectoria. Al determinarse que Sony no era legalmente responsable de que sus consumidores utilizaran su tecnología de grabación de vídeo para actividades que violan el derecho de autor, la Corte Suprema abrió la puerta a nuevas formas de tecnología de entretenimiento. "Generó una chispa", recuerda Lee. "La aplicación de una jurisprudencia antigua a nuevos datos me resultó fascinante". La tecnología empezaba a cambiar demasiado rápido para que la jurisprudencia se mantuviera actualizada, y ella divisó una oportunidad importante.
Foto: Michelle Lee trabajó para Google durante nueve años, donde ocupó el cargo de directora de patentes, antes de unirse a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO) en 2012. Se convirtió en la directora de la USPTO en 2015.
"Me di cuenta de que mi formación técnica podría ayudarme a realizar una contribución real en cuanto a la formulación de argumentos legales y a dar forma al desarrollo de la jurisprudencia en una dirección que tenga sentido para los negocios, la innovación y la creación", dice. Sus planes de realizar un doctorado en informática en el MIT (había sido seleccionada para recibir la Beca Nacional de la Fundación de la Ciencia) se archivaron. En lugar de ello, regresó a California y se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Stanford.
Ahora, como la máxima responsable del proceso nacional de patentes, Lee juega un papel clave en la formación de las políticas que podrían tener un enorme impacto en las futuras innovaciones. La propiedad intelectual "ocupa un lugar protagónico", afirma. "Es un tema enormemente importante para los ciudadanos, y de una importancia creciente para la economía global".
Hoy, los pasajeros del Aeropuerto Nacional Reagan en Washington (EEUU) se encuentran con un gran póster que muestra una joven que los mira directamente, con una mano posada en la cadera. El mensaje: "Los troles de patentes extorsionan a los emprendedores. El Congreso puede pararlos". Lee conoce bien este anuncio, una iniciativa de relaciones públicas de la Asociación de Consumidores de Electrónica. Es sólo un ejemplo del continuo – y a menudo tenso – debate en torno a la reforma de las patentes.
Los troles de patentes son organizaciones que adquieren las patentes de otras empresas (ver No habrá paz para los troles de patentes), no para crear un producto sino para demandar o cobrar derechos de licencia de los supuestos infractores. Los defensores de las reformas dicen que los troles ahogan la innovación, paralizando a start-ups y empresas más consolidadas por igual mientras saturan los tribunales con demandas. Lee trata el tema con cautela, calificando de "improductivo" el uso del término "trol de patentes". En su comparecencia en el Senado para ratificarse en el cargo en enero, dijo que el Congreso debería concentrarse en truncar las demandas abusivas, señalando que las reformas diseñadas para restringir a los troles de patentes y otros grupos específicos podrían fallar en el intento de parar otros tipos de litigaciones dañinas y que podrían dificultar la aplicación de patentes válidos. Y preservar la capacidad de hacer cumplir los patentes válidos es tan importante como frenar la litigación abusiva de patentes, afirma.
"Espero que la USPTO se pueda aislar un poco de la política", dice David Abrams, un profesor de derecho, economía empresarial y políticas públicas de la Universidad de Pennsylvania (EEUU). "Aún sabemos muy poco acerca de los efectos a largo plazo de una reforma del sistema de patentes, y espero que Lee siga interactuando con los académicos y los economistas para ayudar a informar el debate".
La reforma del sistema de patentes ha sido un tema recurrente en el Capitolio. En 2011, por ejemplo, el presidente Obama firmó la Ley Leahy-Smith de América Inventa (AIA, por sus siglas en inglés), que muchos observadores dicen que representa el mayor cambio en las leyes de patentes desde 1952: reemplazó el sistema de "primero en inventar" con otro de "primer inventor en solicitar", lo que significa que los inventores ya no pueden solicitar una patente registrada solo por haber tenido la idea antes. Los cambios operativos obligados por la AIA, como la introducción de incentivos para las solicitudes electrónicas y la introducción de un procedimiento acelerado para los que paguen una tasa adicional, tienen la intención de abordar el enorme retraso acumulado de la USPTO, que llegó a un nivel récord de unas 750.000 solicitudes abiertas en 2009. Pero los oponentes de la AIA se preocupan de que en la carrera por solicitarlos primero, las empresas con grandes equipos y presupuestos legales siempre se adelantarán.
Según Lee, la agencia ha reducido la acumulación de nuevas solicitudes de patente en un 25% desde 2009, a pesar de que el número de solicitudes recibidas aumentó por un 4% al año. Añade que a pesar de la mayor afluencia de solicitudes, su Iniciativa para una Mayor Calidad de Patentes, lanzada en 2015, consigue reducir los tiempos de espera. "Sé lo que resulta importante para las partes implicadas y para los usuarios porque yo fue usuaria", dice Lee.
Para cuando llegó a la USPTO, Lee era una superusuaria, habiéndose convertido en la primera persona en ostentar el cargo de directora de Patentes y Estrategia de Patentes en 2003. Pero todo empezó en los tribunales. En 1992, empezó su carrera legal como la asistente legal de Vaughn Walker, un juez del tribunal de distrito del norte de California, mientras escuchaba las fases finales del caso de Apple contra Microsoft. Como estudiante de postgrado del MIT, había leído sobre la fase previa del caso, que trataba de determinar si los derechos de autor protegen la interfaz gráfica de un ordenador, y en caso afirmativo establecer en qué grado. "Entendía la tecnología y me encantaron los argumentos legales", recuerda. Dice que le gusta pensar que su experiencia técnica ayudó al juez mientras consideraba una sentencia que ella sabía que tendría importantes implicaciones para la industria.
Después, Lee trabajó para dos bufetes legales de San Francisco antes de su estancia de nueve años a Google, durante los cuales la empresa creció desde las búsquedas y la publicidad de internet hasta el comercio electrónico y los coches inalámbricos. "Cuando empecé, literalmente teníamos un puñado de patentes, y para cuando me fui teníamos más de 10.500", dice. Dejó Google para liderar la sede de la USPTO de Silicon Valley en 2012, y después ocupó el cargo de subdirectora nacional antes de ratificarse como la directora de la USPTO en marzo de 2015.
Autodenominada como una "empollona tecnológica", ahora Lee se concentra en utilizar su formación digital y las técnicas del big data para hacer que la USPTO opere de forma más eficiente. "Realmente disponemos de uno de los mejores sistemas, si no el mejor, del mundo", dice. Pero, añade que queda mucho trabajo por hacer. "Si no se acierta [con la reforma del sistema de patentes], no creo que veamos la innovación que esperamos ver en el futuro".