Sebastian Thrun, un líder de la IA, quiere que su 'start-up' Udacity sea una universidad digital para un nuevo tipo de economía
En 2012, Sebastian Thrun, experto de la automatización y la inteligencia artificial y antiguo catedrático de la Universidad de Stanford (EEUU), se convirtió en el cofundador y CEO de Udacity. Está creando un rival para la tradicional educación superior: una universidad enfocada a la formación permanente, en porciones muy pequeñas, a demanda y en formato móvil.
El "nanogrado de Android" anunciado recientemente por Udacity se creó con una inversión de 4 millones de dólares (unos 3,62 millones de euros) de Google. Es un programa de seis a nueve meses de duración que cuesta unos 200 dólares al mes (unos 181 euros) y promete enseñar a los alumnos todo lo que hay que saber sobre la programación Android, desde la base hasta el desarrollo de apps. Los proyectos son calificados por la red de Udacity de 300 revisores de código globales. Como Thrun le explica a la editora de los informes especiales, Nanette Byrnes, estos contratistas son una pieza clave en la visión de Thrun para Udacity – una desviación del típico modelo MOOC (siglas que provienen de su nombre en inglés: massive open online course, es decir: curso en línea masivo y abierto) que parecía seguir la empresa inicialmente, por el cual los profesores imparten clases y los alumnos resuelven los problemas de forma independiente online.
Enseñar a los alumnos a dominar un tema, tarea difícil en cualquier aula, parece ser uno de los mayores retos para la enseñanza online. Afirmas que vuestro enfoque funciona, ¿cómo?
Creemos de una forma muy profunda y muy apasionada que el aprendizaje mediante la acción de hacer triunfa sobre el aprendizaje mediante la escucha pasiva. Pensamos que la experiencia por excelencia que crea el maestro es hacer algo, construir algo, inventar algo, diseñar algo, codificar algo. En Udacity hemos construido una plataforma del estilo de Uber. Con Uber cualquier persona con un coche se puede convertir en conductor y con Udacity ahora cualquier persona con un ordenador puede convertirse en un revisor global de código. Y los mecanismos para el revisor de código son los mismos: se te paga por revisión de código y eres evaluado por tus alumnos. Nuestros revisores globales de código, por media, de una puntuación total de cinco, reciben 4,8 puntos. Proporcionan a los alumnos una revisión de su trabajo humana, muy perspicaz y detallada, a nivel de experto, en dos horas de media, e incluye unas impresiones detalladas sobre el estilo de su código. Qué funciona y qué no. Al igual que Uber, hemos cuadrado las cifras. El revisor global de código mejor remunerado gana unos 17.000 dólares (unos 15.400 euros) al mes. Yo comparo esto con el típico profesor de media jornada en Estados Unidos que imparte clases universitarias – ellos ganan unos 2.000 dólares (unos 1.810 euros) al mes.
Las universidades se han vuelto más y más exclusivas. La industria dice lo contrario: hazlo tan barato como sea posible para poder llegar a todo el mundo.
¿Esto es aplicable particularmente a la enseñanza de programación? ¿Se puede trasladar a otros campos de forma tan eficaz?
Quiero ser cauteloso y no decir todos los campos, pero en muchos, muchos campos se aprende haciendo y no escuchando. Campos en los que no vamos a meternos serían algo como el tenis o el violín, donde la práctica es absolutamente fundamental. Pero en toda mi vida, sinceramente – sean las matemáticas, sean las finanzas, he estudiado algo de medicina, y, recientemente, me convertí en piloto y aprendí a pilotar un avión – en todos estos estudios el mecanismo es muy similar: el entorno de aprendizaje más eficaz a menudo es uno donde el alumno tiene la oportunidad de practicar algo bajo la tutela de alguien más experimentado y luego recibe comentarios personalizados acerca de su rendimiento.
Supongo que esto representa un método digital para recrear esas tutorías o los métodos de coaching de los que dispone un alumno con un profesor.
Nuestros datos demuestran que disponer de un toque humano conduce a efectos de aprendizaje mucho más profundos. Realmente no podríamos conseguir esto con los ordenadores porque aún no son lo suficientemente inteligentes. No sólo necesitas disponer de alguien a quien acudir cuando necesites ayuda, sino también alguien que te controle además y eso tiene un enorme impacto en el aprendizaje.
Me han dicho que estos revisores pueden estar en Estados Unidos, la India, Canadá o cualquier parte del mundo.
Con Uber tienes que estar en la misma ciudad para poder llevar a alguien en tu coche. Con Udacity, puedes estar en Chile y revisar el trabajo de alguien en el Líbano, y la persona en el Líbano ni siquiera sabría que el revisor se encuentra en Chile. La capacidad del revisor de permanecer dentro de nuestra red para ganar dinero depende directamente del aprecio de sus alumnos. Así que va a trabajar muy, muy duro para que su revisión sea realmente perspicaz. El alumno quiere una revisión perspicaz; nos pagan dinero para conseguir las revisiones más perspicaces. Al darles a los estudiantes el poder de puntuar al revisor, se alinean todos los incentivos.
Has hablado mucho de tu deseo de democratizar la educación, para llegar a un amplio público y llegar a personas que no disponen de otro acceso a este tipo de educación, pero Udacity es un negocio. Cobras por las clases mientras que muchos MOOC son gratuitos.
La educación debería costar dinero debido al servicio que se proporciona. Así que decidimos seguir dos caminos. El acceso a nuestros contenidos es básicamente gratuito – nos cuesta unos 50 céntimos por alumno y decidimos regalarlo– . Si estás en África Central y realmente quieres recibir una educación, cualquier cosa que podamos replicar con facilidad te lo proporcionamos gratis. Podemos hacer esto sin que nos lleve a la bancarrota gracias al modelo de negocios freemium [que costea el contenido gratuito con los servicios avanzados de pago].
Udacity tiene una exitosa asociación con el Instituto Tecnológico de Georgia (EEUU), pero algunos de sus afiliaciones universitarios no funcionaron y ahora sólo se añaden nuevos programas desarrollados de la mano de la industria privada. ¿Por qué crees que no habéis tenido éxito con las universidades?
Elegimos acudir a la industria porque creemos que el futuro del aprendizaje es de por vida y no sólo de una sola vez. Tenemos datos del Departamento de Estadísticas Laborales que indican que la duración media del empleo en 2002 era de 4,6 años. Sabemos que esta cifra se está encogiendo. Sabemos que la gente desempeña siete carreras distintas a lo largo de su vida. Como consecuencia, necesitábamos hacer dos cosas: hacer más pequeña la unidad de aprendizaje que el grado clásico y hacerlo más fresco que el típico grado. Al final del nanogrado de Google Android, enseñamos prestaciones Android que no se encuentran en ningún otro sitio, que se acaban de lanzar en Android. Google ahora está organizando una cumbre de carreras profesionales a la que están invitando a los mejores estudiantes del campus de los nanogrados de Android, con todos los gastos pagados, para que se encuentren con sus ingenieros y sus reclutadores. Estamos construyendo un camino alternativo hacia el empleo y una alternativa a las cualificaciones actuales.
Las universidades están muy enfocadas a las edades de entre 17 y 24 años, pero ahora en muchos países las personas viven hasta los 70 u 80 años de edad. Para gente en la treintena o la cuarentena, militares que vuelven a la vida de civil, madres que quieran reincorporarse al mercado laboral, todos ellos representan factores enormes para la fuerza laboral – para esta gente no tengo constancia de que existan espacios educativos efectivos en este país. Existe un vacío enorme.
Las universidades se han vuelto cada vez más exclusivas. De hecho, se enorgullecen de su exclusividad de admisión, y como resultado atraen a los mejores profesores porque quieren trabajar con los mejores estudiantes. Existe un efecto de comunidad que sólo funciona a través de la exclusividad. La Industria dice lo contrario: hazlo tan barato como sea posible para que podamos llegar a todos. Creo que es una alineación mucho mejor.