El ingeniero químico Vicente Rodríguez considera que las aplicaciones industriales de la investigación básica son clave para la innovación
Las enfermedades crónicas como la diabetes, y determinados tipos de cáncer, implican que los pacientes deban someterse al tratamiento de forma periódica. En los últimos años, la investigación en materiales avanzados está permitiendo renovar las técnicas de administración de fármacos para hacer más cómodos y seguros estos procesos. Dentro de este campo, el experto en materiales del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT), Vicente Rodríguez, trabaja en el desarrollo de estructuras nanométricas capaces de liberar medicamentos dentro del cuerpo humano de una forma controlada y menos invasiva para los pacientes. Para hablar de sus últimos avances, Rodríguez será uno de los ponentes invitados al evento EmTech México 2014 que tendrá lugar los próximos 18 y 19 de junio en la capital del país.
¿Qué interés tiene un encuentro como EmTech para los investigadores?
Es una gran oportunidad para nosotros para poder tener una visión global de qué problemas y necesidades tienen las tecnologías actuales para poder resolverlas desde la investigación científica básica que hacemos en el instituto.
Será muy interesante conocer las posibilidades que pueden ofrecer a nivel industrial los nuevos materiales que desarrollamos. El trabajo en empresa es muy diferente a cómo se trabaja en el laboratorio, nosotros no trabajamos contra tiempo ni coste, y es muy importante verlo para así transmitirlo a nuestros estudiantes para que puedan ver las aplicaciones reales de su trabajo y que vayan poniéndose en contacto con este sector.
¿Qué temas abordará durante el evento EmTech México 2014?
Pondré en contexto las investigaciones que estamos desarrollando desde México en el campo de los nuevos materiales. En este caso, hablaré sobre los actuales proyectos en administración de medicamentos a partir de materiales porosos de orden nanométrico, en los que estamos estudiando cómo poder controlar la dosificación, sobre todo en el área del cáncer y la diabetes. Lo que intentamos es atrapar el medicamento en la molécula, en los poros del material, y utilizar químicos como válvulas que puedan activarse, ya sea con alguna reacción electromagnética o con calor, y que dejen salir el medicamento en las dosis que se requieran.
Su equipo ha trabajado en conjunto con grupos de investigación de EEUU, Corea del Sur y Colombia, entre otros. ¿Qué ventajas tiene la colaboración internacional?
Es muy favorable para nuestro campo porque exige un trabajo multidisciplinar, en colaboración con otros equipos especialistas en distintas áreas. Por ejemplo, en el tema de la administración de medicamentos, nosotros nos encargamos de diseñar los materiales pero trabajamos con otro equipo especialista en toxicología.
La colaboración ha sido especialmente fructífera en Corea del Sur, donde tenían unas necesidades particulares que nosotros logramos resolver. El problema era el tema de las mareas rojas y las mareas verdes, que consisten en la proliferación incontrolada de un tipo de algas unicelulares que crecen en cuestión de horas coloreando las costas y bloqueando la luz solar, lo que hace que mueran muchos peces. Ellos tienen la tecnología que permite controlar la reproducción de los microorganismos y nosotros aportamos un pequeño reactor que permite simular las condiciones del mar para hacer las pruebas. Los resultados fueron muy buenos, logramos desactivar el microorganismo en unas tres horas en condiciones reales.
¿Qué beneficios tiene para su campo de estudio la colaboración con la industria?
La colaboración privada beneficia mucho a la investigación, sirve como impulso para que las empresas empiecen a fijarse en lo que hacemos a nivel de investigación básica y que puede ser aplicable para muchas compañías. De hecho, el IPICYT es uno de los centros con mayor número de proyectos en colaboración con la industria.
Aunque aquí en México la mayoría de nuestra investigación es de financiación pública, la empresa invierte muy poco en investigación. Pero en los últimos años sí que está tomando más impulso. Ahora tengo un proyecto patrocinado en un 50% por la industria y un 50% de financiación pública, en el que trabajamos con grafeno, nanoalambres de plata y un polímero conductor para diseñar unas nuevas pantallas táctiles.
¿Qué líneas de investigación son las que tiene mayor interés para la industria?
La industria ha empezado a interesarse hace unos tres o cuatro años en la investigación básica en México. Por ejemplo, aquí tenemos un departamento que se encarga de estudiar cómo se distribuye el agua en los subsuelos, y cómo aprovechar mejor los fondos petrolíferos del país, lo que tiene un gran atractivo para la industria. También es interesante para la industria el trabajo del departamento de biología molecular, que está estudiando la modificación de plantas para resistir algunas enfermedades y en el análisis de cultivo de los mezcales, en el que hay muchas empresas interesadas.
¿Qué estrategias sirven para impulsar la innovación en los centros de investigación?
Lo más importante para la innovación es la formación de nuevos científicos. Tenemos un postgrado en el campo de nuevos materiales, con distintas líneas de trabajo, y tratamos de que los estudiantes conozcan lo que se hace en los diferentes departamentos para fomentar que se formen de manera multidisciplinar y así aporten nuevas ideas. Traemos investigadores especialistas de distintas formaciones, bioquímicos, químicos, ingenieros ambientales, biólogos, etcétera. Hacemos una selección y tratamos que los alumnos que entran en el centro sean independientes y que tengan mucha creatividad. Intentamos que se introduzcan en el tema de la transferencia de tecnología, que es clave para la innovación. Organizamos competiciones, en las que deben proponer ideas de aplicaciones alternativas sobre un mismo tema de investigación y con el premio se les financia un año o dos a través de un concurso. De esta forma hacemos que piensen más en la transferencia tecnológica, una oportunidad que nosotros no tuvimos cuando fuimos educados.
¿La competición ayuda a motivar a los estudiantes?
Sí que puede motivarlos, da muy buenos resultados. Creo que es una primera oportunidad de toma de contacto para mejorar su desarrollo profesional en las aplicaciones industriales de la investigación básica. También tenemos una iniciativa llamada Verano científico organizada por la Academia Mexicana de la Ciencia, en la que los estudiantes vienen para ver el trabajo real de investigación. Les da la oportunidad de conocer lo que hacemos aquí en el centro durante un mes o dos, para conocer el equipo y ver el esfuerzo multidisciplinar que exigen los proyectos de investigación en ciencia básica y las posibles aplicaciones en la industria.