Tecnología y Sociedad
Las inversiones colectivas son la nueva forma de financiar el desarrollo tecnológico
En Estados Unidos, las empresas privadas pueden tratar de recaudar fondos del público general.
Durante un 'día de demostración' en Silicon Valley el pasado agosto, el empresario Mattan Griffel subió al escenario para dar un presentación bien ensayada y cuidadosamente cronometrada.
"Enseñamos a la gente a escribir código, en línea, en un mes", aseguró Griffel, agregando significativas pausas entre las palabras. La start-up de la que es cofundador, One Month Rails, "cambiará la cara de la educación en línea", prometió Griffel.
Este arte para vender tecnología solía estar reservado para un público selecto de inversores ángel, como los asistentes al evento Y Combinator, al que solo se accedía mediante invitación y donde se filmó el video de Griffel.
Pero este lunes pasado la presentación de Griffel apareció en Internet, junto a un botón azul en el que se podía hacer clic para "Invertir". Poner dinero en su start-up es ahora casi tan fácil como comprar una tostadora en eBay.
"La inversión colectiva", o crowdfunding, es un concepto por el que cualquier persona debería ser capaz de invertir fácilmente en nuevas compañías. Esa idea ha dado un gran paso adelante gracias a las nuevas regulaciones federales de Estados Unidos, que permiten a las start-ups, por primera vez, invitar a grandes franjas de la población para que inviertan en ellas.
Las nuevas normas son parte del 2012 JOBS Act, una serie de cambios regulatorios por los que Silicon Valley ha estado ejerciendo presión, y que están destinados a facilitar que las pequeñas empresas recauden dinero. El reglamento, que entró en vigencia el lunes, levanta la antigua prohibición de "hacer solicitudes generales" o publicitar valores de riesgo entre el público.
Bajo las nuevas regulaciones, las start-ups pueden anunciar sus acciones en cualquier lugar: en vallas publicitarias, en Facebook, a través de correo directo, listas de correo electrónico, o a través de una docena de portales en línea de inversión colectiva que han sido creados para solicitar y gestionar las inversiones por parte del público en general.
La compañía de Griffel aparece en Wefunder.com. El sitio, que fue fundado el año pasado pero entró en pleno funcionamiento el lunes, permite que cualquiera pueda navegar a través de las presentaciones de dos docenas de empresas que desarrollan de todo, desde pequeñas granjas en contenedores de transporte a nuevas formas de transferir dinero al extranjero.
En última instancia la inversión colectiva podría tener amplios efectos sobre qué tipos de tecnologías son capaces de ganar respaldo financiero. En particular, podría dar lugar a más dispositivos que resulten atractivos para mercados específicos, o que sean desarrollados por el movimiento de fabricantes (ver "¿Qué clase de tecnologías creará el crowdfunding?"). También podría crear competencia para los capitalistas de riesgo tradicionales (ver "Una dinastía de Silicon Valley se adapta a las start-ups rápidas y baratas").
Mike Norman, presidente de Wefunder, afirma que aquellas tecnologías populares que sean "fáciles de compartir" son las que van a generar más interés. En Wefunder, por ejemplo, una empresa llamada Terrafugia está desarrollando un 'coche volador', un avión con alas retráctiles que puede conducirse en carreteras. Sin embargo, la mayoría de las start-ups no pueden confiar en las inversiones del público para recaudar todo el dinero que necesitan. Terrafugia, por ejemplo, ya ha recaudado más de 10 millones de dólares (7,5 millones de euros) de inversores convencionales. En cambio, para muchas empresas, el crowdfunding será una forma de conectar con fans incondicionales y clientes potenciales.
Carl Dietrich, director general de Terrafugia, ha denominado la inversión colectiva como "un experimento interesante para ver lo que pasa". Su empresa ya cuenta con 83 inversores distintos, muchos de los cuales han decidido respaldar coches voladores porque creen que deberían existir este tipo de vehículos y podrían aumentar la libertad de las personas. "Lo que está haciendo Wefunder es proporcionar a la gente una vía para acceder directamente a cómo debería ser el mundo, y el tipo de empresas que deberían existir".
La página de Wefunder, con un menú de empresas y vídeos promocionales de corta duración, se parece mucho a Kickstarter, el popular sitio donde cineastas, autores y compañías de tecnología pueden recaudar donaciones para proyectos individuales. Kickstarter ya ha dado lugar a varias empresas de tecnología, como Pebble, fabricante de un reloj inteligente (ver "Debuta en Las Vegas un reloj inteligente creado de forma colectiva" y "Las 10 Tecnologías Emergentes más Rompedoras de 2013").
Con la inversión colectiva, sin embargo, la gente comprará acciones reales en start-ups. Por ahora, la Comisión de Valores de EE.UU., que regula los mercados financieros, está limitando la inversión colectiva a inversores acreditados, o personas con 1 millón de dólares (0,75 millones de euros) en el banco, o que ganen más de 200.000 dólares (150.000 euros) al año. Sin embargo, la Comisión está desarrollando otros reglamentos, que saldrán el próximo año, para permitir que cualquier persona del público en general pueda invertir pequeñas sumas de dinero en start-ups.
Algunos inversores quizá tengan la esperanza de formar parte de la próxima compañía de tecnología valorada en miles de millones de dólares, pero en general la mayoría de pequeños inversores pierden dinero. Desde 1999, incluso los capitalistas de riesgo profesionales han obtenido tristes resultados, ligeramente por encima de cero. Y puesto que los individuos invierten en un menor número de empresas que los profesionales, la posibilidad de que saquen partido a su dinero es aún más baja. "La gente no debería apostar su jubilación o la educación de sus hijos en start-ups", afirma Norman.
Registrarse para invertir en Wefunder lleva solo un minuto o dos. Los usuarios aceptan cumplir con los requisitos financieros, como por ejemplo tener ingresos de más de 200.000 dólares. A continuación aparece un cuadro pidiéndoles que hagan clic en varias declaraciones, entre ellas "Entiendo que la mayoría de nuevas empresas fracasan" y "Puedo soportar una pérdida del 100% de mis inversiones".
Foto: Una pantalla de registro en la web de inversión colectiva Wefunder advierte a los usuarios que invertir el dinero en nuevas empresas es arriesgado.
Los inversores colectivos tendrán que juzgar las start-ups y su tecnología basándose en información muy limitada. Para cada empresa, Wefunder ofrece una breve presentación y datos financieros resumidos en tres o cuatro puntos. Se incluyen fotos estilizadas de los fundadores de la compañía, que los inversores pueden "conocer" viendo sus cortas presentaciones personales, o visitar sus páginas de LinkedIn.
Aunque pudiera parecer poca información, a menudo los inversores en start-ups en fase inicial tienen que tomar decisiones rápidas, afirma Norman. "Los inversores ángel se sientan con los candidatos durante una hora, y después les firman un cheque", asegura. "En esta etapa de la empresa cambian muchas cosas, así que realmente lo importante son los fundadores".
Según CFIRA, un grupo de intercambio comercial, funcionan o están proyectados más de una docena de sitios de inversión colectiva, entre ellos SecondMarket, Equitynet, SeedInvest y OfferBoard. Los detalles sobre cómo comprar acciones varían entre las plataformas de financiación. En Wefunder, hasta 100 pequeños inversores se unen a una sociedad de responsabilidad limitada, que a su vez hace la inversión real en la start-up. Wefunder, que actúa del mismo modo en que lo haría una firma de capital de riesgo sería, gestiona la inversión y cobra un 20 por ciento de los beneficios.
Aún se desconoce la magnitud del impacto que tendrá la inversión colectiva. La Comisión de Valores está considerando nuevas normas, entre ellas requerir a las start-ups hacer un seguimiento de toda su publicidad, incluyendo todas las menciones en los medios de comunicación. Esto hace que a algunos inversores les preocupe que la inversión pública pueda ser un fracaso. El inversor Brad Feld, socio del Grupo Foundry, recientemente se refirió a las normativas adicionales de la Comisión como "un despropósito aterrador que podría socavar todo el asunto".