Un fármaco que ayudase a mejorar esta capacidad innata podría ser útil para curar lesiones del corazón.
El corazón humano tiene la mala fama de no ser capaz de repararse a sí mismo, aunque unos estudios recientes señalan que al menos es capaz de hacer algún tipo de auto-reparaciones. Mediante el uso de carbono 14 para determinar la edad de las células del corazón, los científicos han descubierto que a lo largo de la vida de una persona existe un pequeño número de nuevas células dentro del corazón que se renuevan de forma continuada. Esto nos hace pensar que quizá algún día podamos desarrollar fármacos que estimulen este proceso regenerativo y así poder reparar ciertas lesiones del corazón, en vez de depender de terapias de transplante de células.
Hasta ahora los científicos habían podido cultivar nuevas células cardiomiocitas (responsables del músculo cardiaco) a partir de células madre, y la evidencia de células madre cardiacas cada vez es mayor. Pero lo que no estaba claro era si bajo condiciones de vida normal esas mismas células cardiacas eran capaces de auto-regenerarse.
Ratan Bhardway y sus colegas del Instituto Karolinska en Estocolmo, Suecia, utilizaron un proceso de datación por radiocarbono para establecer la edad de un grupo de células cardiacas en comparación con la edad de la persona de la que fueron extraídas. Este tipo de datación normalmente se usa para averiguar la edad de restos arqueológicos o geológicos. Para ello, el equipo tomó partido de las pruebas nucleares realizadas durante las décadas de los 50 y 60, y que provocaron un incremento del carbono 14 en la atmósfera. El material radioactivo fue capturado por las plantas como CO2 y después viajó dentro de la cadena alimenticia hasta formar parte del ADN de los seres humanos. Poco después de que las pruebas finalizasen, los niveles atmosféricos de C14 volvieron a bajar, y la concentración de este elemento en el ADN humano también bajó en consecuencia.
El equipo midió los niveles de C14 en el tejido cardiaco de doce pacientes fallecidos y con edades de entre 19 y 73 años, y encontraron altos niveles de C14 incluso en aquellos sujetos que habían nacido dos décadas antes de que empezaran las pruebas nucleares, lo que indicaba que el carbono radioactivo se debió haber incorporado a las células que forman la musculatura del corazón mucho tiempo después del nacimiento de la persona. De igual modo, los niveles de C14 en los corazones de los pacientes más jóvenes no coincidían con la fecha de nacimiento de las personas, sino que indicaban una edad más joven. El estudio se publicó hoy en la revista Science.
“Me alegra ver que los científicos han podido usar esta nueva tecnología para obtener algo útil de un desastre medioambiental como ese,” afirma Charles Murry, director del Centro de Biología Cardiovascular de la Universidad de Washington en Seattle, y coautor de un comentario sobre el estudio de Bhardwaj que también aparece en la revista Science.
Según estos hallazgos científicos, la producción de células del músculo cardiaco es muy lenta en comparación con otro tipo de células, y decrece con el tiempo. A partir de un modelo matemático, Bhardwaj y sus colegas llegaron a la conclusión de que sólo un 1 por ciento de estas células se regeneran cada año en adultos jóvenes. Esta cuota desciende hasta el 0,4 por ciento a los 75 años. Esto significa que una persona de 55 años habrá reconstruido un 45 por ciento de su corazón desde su nacimiento. Otras células dentro del corazón, tales como las que forman tejidos conectivos o vasos sanguíneos, se renuevan mucho más rápidamente, con cuotas de regeneración de alrededor del 18 por ciento al año. Se desconoce por qué las células que forman el tejido muscular se renuevan de forma tan lenta.
Tanto Bhardwaj como Murry opinan que este descubrimiento tiene un gran potencial terapéutico si se logra crear un fármaco que estimule un mayor ritmo de renovación de las células del músculo cardiaco: “Muchos de nosotros hemos estado trabajando en colocar células exógenas [células donadas por otras partes del cuerpo] en el corazón,” señala Murry. “Pero si tuviera que elegir entre regenerar mi propio corazón o extraer células de cualquier otro sitio, me quedo con la opción farmacéutica.” A día de hoy no se ha desarrollado un fármaco de esas características.
Sin embargo, no todo el mundo coincide en que el enfoque farmacéutico sea la mejor opción. “Un fármaco podría generar una reacción bioquímica muy brusca, y dentro de la medicina regenerativa tenemos que tener mucho cuidado para evitar cualquier tipo de crecimiento celular fuera de control que pudiera acabar formando un tumor,” advierte Joshua Hare, director del Instituto de Células Madre Interdisciplinario en la Escuela de Medicina Millar de la Universidad de Miami. Hare argumenta que el mejor método sería identificar y purificar células madre cardiacas en el paciente, ampliarlas mediante cultivo celular, y finalmente volverlas a colocar en el cuerpo de forma controlada. Algunos científicos ya han comenzado a explorar dicho método.
Sin embargo, Hare también opina que puede que haya una tercera forma de renovar las células del corazón de forma segura. En la actualidad, Hare está en fase de desarrollo de un tipo de terapia destinada a reparar lesiones cardiacas mediante células madres obtenidas a partir de la médula espinal. “Puede que si inyectamos este tipo de células también incrementemos la actividad de las células madres del corazón,” señala.