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Tecnología y Sociedad

El gran salto adelante de Beijing

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Un hombre, Kai Fu-Lee, ha contribuido más que nadie a convertir la capital china en una potencia tecnológica.

  • por Ted Greenwald | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 11 Julio, 2013

Foto: Kai Fu-Lee, en una foto de 2011, ha ayudado a formar a una generación de empresarios de Internet en China.

Varias ciudades de todo el mundo han tratado de duplicar la destreza de Silicon Valley a la hora de crear start-ups y empresas de tecnología de miles de millones de dólares. Pero solo una se ha convertido en un serio contendiente: Beijing.

Durante los últimos años, la capital política, financiera y cultural de China ha estado creando start-ups a un ritmo notable.  En 2011, las empresas de capital de riesgo chinas invirtieron 13.000 millones de dólares (10.000 millones de euros), la mitad que sus homólogos en EE.UU., y el 30 por ciento de la inversión se hizo en Beijing. (La inversión total cayó drásticamente en 2012 debido a una desaceleración de la economía nacional). Beijing acoge excepcionales concentraciones de riqueza y 68 instituciones de educación superior, entre ellas los mejores departamentos de informática de China. Al igual que Nueva York, es un imán para jóvenes ambiciosos. Y al igual que Washington, DC, es el centro del Gobierno nacional. Estar cerca de las oficinas del Gobierno puede ser de ayuda en la gestión de negocios mediáticos que deban pasar el examen de los censores gubernamentales. Y Beijing produce algo que pocos lugares pueden producir: empresas de tecnología gigantes y de rápido crecimiento, como Baidu (hoy día con un valor de 31.000 millones dólares, 21.000 millones de euros) y el fabricante de teléfonos inteligentes Xiaomi, que vendió 2.000 millones de teléfonos el año pasado.

Entre los más de 20 millones de habitantes de la ciudad, pocas personas han jugado un papel más importante en la transformación de Beijing desde remanso a fábrica de start-ups que Kai Fu-Lee. Como fundador de Microsoft Research Asia y Google China, el científico informático educado en Estados Unidos no solo se ha convertido en una de las primeras celebridades tecnológicas de China, sino que ha formado personalmente a una generación de ingenieros cuyos negocios han convertido a Beijing en un dinámico centro de tecnología. Más recientemente, Lee fundó Innovation Works, una incubadora y firma de capital riesgo con sede en Beijing dedicada a fomentar start-ups chinas.

Beijing hoy día no es solo competente en software y gadgets. Tiene sus propias marcas, que están destinadas a ser líderes en sus propias direcciones. No resulta inconcebible que un día Beijing se sitúe en la parte superior de la pirámide de la innovación junto a Silicon Valley, y que cada una produzca empresas globales y cree nuevas industrias. "He visto grupos (clusters) de start-ups en todo el mundo", señala Steve Blank, emprendedor y profesor de escuela de negocios que acaba de regresar de una visita a China. "Pero Beijing me ha dejado muy sorprendido. Han construido un ecosistema a una escala que pone a Boston o Seattle muy por detrás. Beijing ha comprimido 30 años de aprendizaje de start-ups en cinco años".

Lee, de 51 años, no es originariamente de Beijing. Nació en Taiwán y se trasladó con su familia a EE.UU. en 1973. Cuando era estudiante de doctorado en la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh, le sorprendió la brecha tecnológica entre EE.UU. y China. Mientras él escribía, probaba y depuraba su código en una terminal de ordenador, un compañero de clase de la República Popular ejecutaba esas mismas tareas en papel. "Eso me abrió los ojos sobre el retraso de la computación china en general, por no hablar de la innovación", afirma Lee. El estudiante "resultó ser un buen programador, aunque lo hiciera en papel". Fue entonces cuando pensó que la gente de China necesitaba liderazgo y recursos técnicos para superar su empobrecido entorno.

Para aquel entonces, el Gobierno de China había puesto en marcha ambiciosos planes para entrar en la fabricación de alta tecnología y electrónica. En la década de los 80 inauguró el centro de tecnología Zhongguancun en Beijing (hoy día hogar de Lenovo), el primero de 54 parques científicos y de innovación similares que usaron Silicon Valley como inspiración.

La oportunidad de Lee para poder servir de ayuda se produjo en 1997, después de que Bill Gates visitara China y decidiese incrementar la presencia asiática de los productos de Microsoft. Al año siguiente, Gates envió a Lee a Beijing para lanzar lo que se convertiría en Microsoft Research Asia.

Lee, que por entonces era un veterano de Silicon Graphics y Apple, se dio cuenta rápidamente de que, dada la falta de directivos con experiencia y la inclinación autoritaria de la sociedad china, tenía que organizar equipos de 'soldados' dirigidos por un único 'general', en lugar de seguir el enfoque individual típico de los laboratorios de EE.UU.. "Tenía a un general liderando a 10 soldados, y los soldados estaban tan agradecidos y tenían tanta dedicación que trabajaban noches y fines de semana", recuerda.

Bajo la tutela de Lee, los pelotones de Microsoft aprendieron a concentrarse en un problema de ingeniería y producir una solución creativa, al estilo chino. Y cuando Google lo contrató en 2005 para establecer Google China, las iniciativas gubernamentales para promover la educación tecnológica estaban dando sus frutos. "Observé una gran mejora desde la programación en papel, y desde poder contratar a docenas de ingenieros a poder contratar a miles", señala.

Muchos de los generales de Lee, formados en la producción de software para grandes empresas, consiguieron ganar experiencia en start-ups de Beijing, ayudaron a crear gigantes como Tencent, así como empresas incipientes en Beijing como el especialista en comercio electrónico LightInTheBox y el fabricante de teléfonos inteligentes Xiaomi, cuyo cofundador, Lin Bin, siguió a Lee desde Microsoft a Google. Estas empresas tienen una visión clara del mercado chino y pueden sortear las políticas que han hecho que sea difícil para algunas empresas estadounidenses llevar a cabo sus negocios (Google trasladó su motor de búsqueda a Hong Kong en 2010).

Mientras tanto, la sociedad china ha comenzado otro turno. Antes de la llegada de Microsoft y Google, ser fundador de una start-up de tecnología no era una carrera socialmente aceptable. Los padres empujaban a los jóvenes a encontrar empleo en una empresa establecida (y en gran medida aún lo hacen). Pero hoy día, hay un popular reality show en el que emprendedores presentan ideas a inversores ángel para la financiación inicial. "Esto es muy, muy importante", señala William Bao Bean, director gerente de SingTel Innov8, una firma de capital de riesgo. "Los emprendedores tienen muchas ganas, quieren poner cosas en marcha. Pero las personas que los rodean necesitaban ese tipo de educación".

Desde la perspectiva de EE.UU., los éxitos de Internet en China han sido vistos como clones de productos extranjeros. Tencent ha copiado abiertamente al cliente de chat ICQ. Baidu imita a eBay. Sin embargo, si las denomináramos como duplicados perderíamos un punto esencial. Cada una de estas creaciones ha triunfado en lo que hoy es el mercado de Internet más grande del mundo. Según Kai Fu-Lee, por ejemplo, Groupon generó 6.500 imitadores chinos, de los cuales solo unos pocos han sobrevivido. "¿En qué otro lugar se puede intentar algo como esto?", se pregunta David Lin, director de Microsoft Ventures para la Gran China. "La escala del mercado permite este tipo de experimentación rápida, donde los mejores son los que prevalecen".

La necesidad de replicar productos existentes también está retrocediendo a medida que las start-ups chinas aprenden cómo dar servicio a las necesidades del cliente y, en muchos casos, adoptan conscientemente lo que se conoce en Silicon Valley como prácticas de lean start-up. Según Lee, estas doctrinas (investigación de mercado proactiva, características mínimas, medición rigurosa, una rápida iteración) se adaptan perfectamente al carácter chino. "El modelo de lean start-up", señala, "aprovecha al máximo las características de los chinos: Trabajadores, dedicados, enfocados, dirigidos por una persona con una dirección fuerte".

En Innovation Works, su empresa actual, Lee está utilizando estos principios para proporcionar lo que en China es un raro grado de apoyo a la experimentación y el fracaso. Y específicamente quiere fomentar a emprendedores que no hayan puesto un pie fuera del país. El fondo de inversión de 500 millones de dólares (390 millones de euros) y la incubadora cuentan con el respaldo de inversores entre los que se incluyen al fundador de YouTube, Steve Chen, y a Foxconn, el fabricante del iPhone de Apple. Entre las inversiones de alto perfil están las de Diandian, una plataforma de 'blogging ligero' que recuerda a Tumblr, y PaPa, una red para compartir fotos. Ambas empresas fueron iniciadas por Xu 'Jack' Chaojun, un empresario de la parte continental que nunca ha trabajado o estudiado en el extranjero.

Xu representa una nueva generación para la que la experiencia en el extranjero está demostrando ser menos importante que la experiencia directa dando servicio a clientes chinos. "Un ingeniero de la parte continental que pase mucho tiempo en EE.UU. puede perder el contacto con el comportamiento de los usuarios chinos", señala Hans Tung, socio gerente de Qiming Venture Partners. "El conjunto de habilidades es transferible, pero tratamos con un comportamiento de usuario totalmente diferente".

Las innovaciones que actualmente salen de Beijing todavía tienen un alcance limitado. No amenazan el monopolio de Silicon Valley sobre productos tan frescos y potentes que a muy pocos clientes se les ocurriría pedirlos, elementos como el ordenador personal o Google Glass. Lee duda que los empresarios chinos vayan a producir ese tipo de cosas a corto plazo. Por un lado, están ocupados dando servicio al mercado chino de Internet (el mayor del mundo, con unos 560 millones de usuarios). Por otra parte, pasará algún tiempo antes de que sean consistentemente capaces de entrar en mercados donde el Chino no sea la lengua dominante. "No se trata solo de China", afirma. "No está claro que cualquier país que no sea EE.UU. pueda crear tantas innovaciones disruptivas a escala".

Pero las cosas cambian rápidamente en Beijing. Tan rápido, de hecho, que Lee cree que los emprendedores podrían en última instancia desafiar a aquellos en Estados Unidos como líderes en innovación. "El ritmo es más rápido aquí", afirma Lee. "Las empresas reiteran, construyen cosas y crecen más rápido que sus homólogos estadounidenses. Así que es posible que surjan nuevas ideas en China y estén listas para el mundo antes de que cualquier empresa de EE.UU. las esté llevando a cabo. Es una gran oportunidad".

Tecnología y Sociedad

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